The Objective
Rosa Cullell

Sánchez nos quiere contar un cuento

«Hoy, todas las escuelas judías y sinagogas tienen un coche de policía en la puerta. El presidente del Gobierno ha azuzado todo esto y nadie sabe cómo lo parará»

Opinión
Sánchez nos quiere contar un cuento

Ilustración de Alejandra Svriz.

El aparato propagandístico, las redes, los asesores y hasta la inteligencia artificial siguen buscando un tema, un eslogan ganador, que convenza al decepcionado electorado del PSOE y alrededores. La palabra elegida hace unos días para aparecer en carteles y entrevistas es «genocidio». Sin ningún cuidado, el odioso término sale ya de la boca de ministros, presidentes de comunidades y alcaldes para referirse a la guerra en Oriente Medio. Israel es el genocida, los terroristas de Hamás no se mencionan e Irán sigue siendo un invitado de piedra que acumula uranio y armamento nuclear. Gaza, en este cuento largo y sangriento, es el pueblo donde mueren las caperucitas y los niños perdidos.

La campaña de todas las campañas (por ahora) comenzó con la anulación forzosa de la etapa final de la Vuelta a España en Madrid. Le siguió, enseguida, el esperado anuncio de la retirada de RTVE de Eurovisión, si no se expulsa a Israel. Sólo nos queda preguntarnos, qué haremos mañana. ¿Salir de todas las competiciones deportivas europeas y mundiales o quemar las naves y convocar elecciones?

Nada dura años ni meses. ¿Se acuerdan del Sáhara y el Polisario? Ya no interesan. ¿Alguien ha asistido a un evento de la campaña 2025, año de la memoria democrática? Fue presentada por Sánchez en diciembre. Iban a ser, quizás han sido y no nos hemos enterado, más de cien actos. Pregunto y nadie responde. Repito: ¿Has ido a algún acto del año de Franco? Ahí, sí me escuchan. Un amigo granadino fue a la presentación de un libro enmarcado en el aniversario de la muerte del dictador.

No encuentro datos significativos de las conmemoraciones, pero aumenta mi cansancio político, que es el de muchos españoles. De repente, mi memoria se va por los cerros de Úbeda y saca a mi abuela, amante de la poesía de Rubén Darío, recitando: «Margarita, te voy a contar un cuento».

Falta nos hace, contarles a los niños y jóvenes españoles la historia de esta nación-Estado de Europa. Una lección a incluir es la expulsión de los judíos de la península en el siglo XV. El mismo año en que Colón llegó a América, los sefardíes fueron desterrados. Era la conversión al catolicismo o la salida inmediata y unos 100.000 sefardíes, que llevaban siglos por aquí, eligieron la diáspora. Otros, tras cambiar de apellidos, se quedaron en Sefarad (España).  

«En España existe actualmente una bien asentada y próspera comunidad judía de unas 45.000 personas»

Hablo con un sefardí, llegado de Argentina, que me cuenta el asombro y la preocupación de quienes se acogieron al decreto de 2015 que permitía a los descendientes de las familias expulsadas obtener la nacionalidad española. La vigencia del citado decreto acabó en 2019, y ya no se permiten solicitudes, pero en España existe actualmente una bien asentada y próspera comunidad judía de unas 45.000 personas. Que sea próspera es parte del problema. 

La izquierda patria cree, o eso dan a entender, que los judíos no son de los suyos, que son ricos votantes de la derecha patria y admiradores de Netanyahu. «Mira si hasta el coordinador del PP es judío», me suelta un conocido. Por llamar «nazi judío» a Elías Bendodo, Amparo Rubiales tuvo que dimitir como presidenta del PSOE en Sevilla hace sólo dos años. Hoy, todas las escuelas judías y sinagogas tienen un coche de policía en la puerta. Las mezquitas, no. Doy gracias a Alá por ello, aunque asustan las pintadas que han aparecido en la librería El Pati de Sant Cugat acusando a sus dueños de ser cómplices del «genocidio» palestino. Sánchez ha azuzado todo esto y nadie sabe cómo lo parará.

La votación del Consejo de RTVE que decidió suspender la participación de España en Eurovisión («si participa Israel») es explicativa del poder catalán. Los votos positivos fueron del PSOE, de los partidos de izquierda radical y del PNV; los contrarios, del PP.  La única abstención fue del representante de Junts, el periodista convergente Miquel Calzada (conocido como Mikimoto). 

Quizás sí exista una visión diferente en Cataluña. Un ejemplo: en la reciente Volta 2025, que acabó en Girona, el equipo israelí se subió varías veces al pódium, incluso sonó su himno. Precisamente, Primer-Tech, la escuadra ciclista israelí propiedad del millonario canadiense y judío Sylvan Adams, tiene su base en el pueblo gerundense de Vilablareix. Sus ciclistas, con el maillot azul, se entrenan por los caminos sin registrar incidente alguno. En esa tierra  quien verdaderamente sube en apoyos es Aliança Catalana, la nueva y radical derecha independentista.

«Cientos de asesores oficiales se permiten convertir a Israel entera (voten lo que voten sus ciudadanos) en carne de campaña»

A la espera del siguiente mensaje que no acierta, del cuento del día que se diluye, los cientos de asesores de comunicación que pululan por despachos oficiales se permiten convertir a Israel entera (voten lo que voten sus ciudadanos) en carne de campaña.

En 2023, Sánchez fue a elecciones apoyado en un relato de concordia, en el que pedía que diéramos a España «cuatro años más de estabilidad». No ganó, pero pudo seguir gobernando y pactando con Junts y ERC gracias a los votos que consiguió en Cataluña. Con gran esfuerzo y poca estabilidad, continúa pactando amnistías, presupuestos y decretos leyes con Bildu, PNV, Junts y ERC. 

En este cuento de nunca acabar, ahora le toca a Gaza. Pero mañana, será sustituida por un tema que consiga más likes y/o hates. 

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