Muerte a los 'boomers'
«Culpar a los ‘boomers’ es de panolis irresponsables que no asumen su propia vida. En todo caso, el responsable es el dogma del Estado de bienestar, que hace aguas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Hay una izquierda que anima a los millennials a quemar las calles para exigir al Estado que les suba el sueldo por decreto, que les dé una casa, que les haga un contrato fijo, y que baje las pensiones a los boomers (sus padres y abuelos), que son el enemigo. Dicen que las desigualdades materiales apestan, que el Gran Hermano está para que todos tengamos iguales resultados aunque no hagamos lo mismo, nivelando por abajo, que mola más. Ya saben: la guerra es la paz, la esclavitud es la libertad, y la pobreza es la riqueza.
No sé si esa izquierda que anima a los millennials a incendiar las calles saca las consecuencias a su comparación con la generación que supera los 65 años. La primera implicación es que el desarrollismo del régimen de Franco hizo bien las cosas y forjó una mentalidad exitosa. Los españoles trabajaron mucho, ahorraron, y se compraron una casa gracias a las bases económicas y al espíritu de aquella época. Por cierto, los tipos de interés tenían una media del 20%. Si decimos que ahora se hace mal en comparación con el tiempo anterior, la conclusión sale sola y escuece. No sé si esta deducción está castigada en la Ley de Memoria Democrática que redactó Bildu.
La segunda consecuencia de su reflexión generacional, y en la que no han caído, es que el Estado del bienestar es una filfa que, lejos de resolver los problemas y acercarnos al «paraíso igualitario», es una carga insoportable. Solo los más mentirosos, como el que vive en Moncloa con su hermano, no reconocen que el Estado cada vez gasta más sin dejar de aumentar los impuestos. El corolario es que siempre fue una trola que cuanto mayor fuera el Estado o «lo público», mejor íbamos a vivir. Llegados aquí, los que idolatran al Estado como un Dios mortal dirán: «Pero es que se administra mal». Ya. Y el comunismo es un sueño mal gestionado que la próxima vez saldrá mejor, y en la Flotilla de Greta no hay cigarrillos tuneados.
En esta construcción de un Estado en quien hemos delegado nuestro bienestar, hemos aupado a políticos que despilfarran para ganar votos. Es así que nos encontramos con pensiones desorbitadas dedicadas a un grupo social que tiene la mala costumbre de votar. Al dirigente le sale muy rentable pagar con dinero de todos la compra de las voluntades de los electores más fieles. Voy a poner unos datos. El 44% de los mayores de 65 vota al PSOE, frente al 28% que lo hace al PP, y el 10% a Vox. Y ahora viene lo absurdo: el 25% de los millennials que ahora se quejan de no acceder a una vivienda, vota al PSOE de Sánchez, que prometió 184.000 hace cuatro años y solo ha puesto 10.000 y, además, procedentes de la Sareb. Eso no lo harían los boomers.
La tercera consecuencia de esta teoría tan naif del choque generacional es que los millennials pueden ser una generación sin sangre en las venas. Digo esto porque en la Encuesta Global 2024 a millennials y Generación Z, realizada por Deloitte –aquí tampoco vale Tezanos, lo siento–, más del 86% de los 24.000 preguntados dice que quiere un puesto de trabajo que se ajuste a su ideología de género y medioambiental.
«Los embaucaron prometiéndoles que podrían trabajar menos y tener la vida más fácil, y ahora pagan las consecuencias»
No están dispuestos a trabajar, tampoco, si el puesto no se ajusta a sus estudios o formación, o si sienten que degrada su prestigio social; por ejemplo, trabajar con las manos. A esto se añaden otros inconvenientes: quieren que su trabajo esté cerca de su lugar de residencia y que deje tiempo para su ocio. Un buen ejemplo de su confusión mental es que les preocupa con la misma intensidad el desempleo que el cambio climático.
He de decir que este tipo de estudios generalistas me incomoda porque son tremendamente injustos. Conozco muchos jóvenes que trabajan en cualquier cosa a pesar de tener estudios superiores, o que cobran sueldos miserables por trabajar en lo que les gusta. También sé de otros que olvidan esos remilgos cuando se dan cuenta de que fuera hace mucho frío. Del mismo modo, hay demasiado pensionista boomer que vive con una mano delante y nada detrás.
Lo que tengo claro es que culpar a los boomers es de panolis irresponsables que no asumen su propia vida. En todo caso, el responsable es el dogma del Estado del Bienestar, que hace aguas. Pero también de unos individuos que esperaron de ese Leviatán hobbesiano y de sus políticos que les guiaran al paraíso sin esfuerzo por arte de magia. Los embaucaron prometiéndoles que podrían trabajar menos y tener la vida más fácil, y ahora pagan las consecuencias.