Los hijos de los inmigrantes
«A medio y largo plazo, lo más relevante para ellos y para el conjunto de España es el nivel educativo-profesional que vayan alcanzando los hijos de inmigrantes»

Ilustración de Alejandra Svriz.
La politización de la inmigración parece haberse apoderado de toda Europa y, sin embargo, casi nadie en la política se hace la primera pregunta: ¿Europa necesita la inmigración? Sí, Europa necesita inmigrantes, porque con una muy escasa fecundidad y una muy alta esperanza de vida, ese agujero demográfico solo puede ser cubierto —al menos en parte— por personas que vengan de fuera.
¿Eso trae problemas? Claro que sí. Pero hoy aquí solo abordaré uno de los que no suelen aparecer en los medios: ¿Qué van a hacer, concretamente en España, los hijos de los inmigrantes?, ¿qué van a estudiar?, ¿en qué van a trabajar?
Veamos con María Miyar-Busto algunos datos que proporciona el INE en su EPA de 2024 (Encuesta de Población Activa, se realizan cuatro al año, una por cada trimestre, pero aquí se utiliza la media de las cuatro).
En el grupo de edades de 0 a 4 años, el 31% de los niños eran descendientes de inmigrantes. Con más precisión y según la EPA, en 2024 había en España tres millones de residentes menores de 75 años que, habiendo nacido en el país, tenían al menos un progenitor nacido en el extranjero.
De los hijos de inmigrantes, solo el 39,1% alcanza el nivel educativo obligatorio (el 73,7% entre los hijos de africanos y 54,7% entre los hijos de asiáticos). A la FP superior y a la Universidad llega el 25% del total, el 9,9% entre los hijos de africanos (conviene recordar que el 70% de los inmigrantes africanos proviene de Marruecos).
La EPA no recoge sentimientos. Sin embargo, en Francia el INSEE (Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos) sí, y allí se lee que «los descendientes nacidos en Francia de inmigrantes nacidos fuera de Europa sienten una mayor discriminación que la primera generación» y el 26% de los inmigrantes procedentes de África o de Asia declaran haber sido discriminados alguna vez, porcentaje que asciende al 34% cuando se trata de sus descendientes nacidos en Francia.
El perfil de edad refleja la llegada a España de niños inmigrantes desde la primera oleada migratoria (a partir del año 2000) algo más mayores, por definición, que los que luego nacerían en España. Destaca, además, una caída en la franja de 15 a 19 años, posiblemente consecuencia del descenso de los flujos migratorios hacia España durante la Gran Recesión (2008-2013).
La información recogida llama la atención sobre un cambio notable en la composición por origen de la segunda generación respecto a la primera. Destaca especialmente el elevado peso que adquieren, en la segunda generación, quienes cuentan con dos progenitores procedentes de Marruecos, que alcanza un tercio del total.
Pienso que, a medio y largo plazo, lo más relevante para ellos y para el conjunto de España es el nivel educativo-profesional que vayan alcanzando los hijos de inmigrantes.
Según el país de nacimiento de la madre, los hijos menores de 16 años de madre hispanoamericana llegarán en casi el 70% a la FP o a la Universidad, mientras que de los hijos de las marroquíes no llegará el 5%. De las madres del resto de Europa y de Argentina, el 40% ingresará en la Universidad o en Formación Profesional y menos del 5% de aquellos cuyas madres del Resto de América Latina, Rumanía o África.
Hacer crecer esos porcentajes es urgente y es preciso hacerlo si queremos que los hijos de los inmigrantes tengan sueldos decentes y una integración social como es tan debido como necesario.