The Objective
Santi González

El PSOE y los jueces

«En 2006, para justificarse ente el malestar de ETA, no dudaron en culpar a la prensa, a las víctimas, al PP por las filtraciones y a los jueces por mantener operaciones»

Opinión
El PSOE y los jueces

Ilustración de Alejandra Svriz.

Decía Arturo Pérez-Reverte, entrevistado en El hormiguero, que la diferencia entre los dos últimos presidentes socialistas radicaba en que «Zapatero era tonto y se hizo malo. Sánchez era malo desde el principio». Yo mismo acepté como buena la sentencia y me hice eco de ella en mi blog, aunque se le podría poner algún reparo: la estupidez y la vileza no son defectos incompatibles y existen individuos capaces de conjugarlos de manera extraordinariamente armónica.

A Zapatero le ha parecido «insólito» el procedimiento que el juez Peinado instruye contra Begoña Gómez y le sorprende la posibilidad de que pueda ser juzgada por un jurado en caso de que se le abra juicio oral por un delito de malversación. Nunca me ha parecido muy despejado este hombre, pero a ello se añade la desidia o la mala fe, una tenaz resistencia a llegar al conocimiento y la verdad. Tendría que haber leído lo que establece la Ley Orgánica 5/1995 de 22 de mayo del Tribunal del Jurado. No hacía falta que se leyera los 847 artículos y las cinco disposiciones finales. Le bastaría con el Artículo 1.2 que define la competencia del Tribunal del Jurado en once causas por delitos tipificados, la octava de las cuales es la malversación de caudales públicos, que se contempla en los artículos 432-434 del Código Penal.

Este periódico ha publicado en cuatro entregas cuidadosamente ordenadas por Enrique Cánovas las actas que ETA redactó de la negociación con el Gobierno sobre los siguientes asuntos, según titulares: «Pumpido apartó a un fiscal clave para facilitar la negociación». Era Eduardo Fungairiño, implacable en la lucha contra el terrorismo. Había un precedente de dominio público. Tras la detención de Arnaldo Otegi en 2005, éste pareció sorprenderse: «Me parece increíble. ¿Esto lo sabe Conde-Pumpido?». Tenía motivos para saberlo, puesto que era el fiscal general del Estado. Con la negociación en marcha, un mes antes de la tregua de ETA (marzo de 2006) Zapatero y Conde-Pumpido destituyeron a Eduardo Fungairiño el 2 de febrero.

Las actas de la banda recogen también que Zapatero ofreció dinero a ETA a través de una ONG, que intentó parar el caso Faisán y una extensión del mismo, que fue la promesa de Rodríguez Zapatero de que la Policía no efectuaría detenciones durante el alto el fuego permanente que la banda anunció el 22 de marzo de 2006. Item más, Zapatero informó a ETA a través de un mediador suyo en las negociaciones. Solo estaban al loro, además del propio Zapatero, Jesús Eguiguren, Alfredo Pérez Rubalcaba y Javier Moscoso. Alguno de ellos dio el ‘queo’ a los etarras.

Lo de Fungairiño fue un ensayo de lo que después formularía Sánchez en Radio Nacional: «¿La Fiscalía de quién depende?». Y un hito más de incierta relación que el PSOE ha tenido siempre con la Justicia. Y no solo con los jueces, también con los fiscales cumplidores y, tal como hemos visto ahora, con el sistema del Tribunal del Jurado que tan insólito le parece a Zapatero y que el PSOE impulsó con tanto entusiasmo.

O sea, que no es de ahora. Ya en la negociación de 2006, para justificarse ente el malestar de ETA, no dudaron en culpar a la prensa, a las víctimas del terrorismo, al Partido Popular por las filtraciones y a los jueces, por mantener abiertas operaciones de lucha antiterrorista.

También antes de Zapatero, también. No tengo para olvidar que las mismas acusaciones que hoy lanzan contra el juez Peinado se dirigieron en el felipismo contra el juez Marino Barbero, instructor del primer caso de corrupción de un partido político: Filesa, Malesa y Time Export, recuerden. «Está loco», decían con mucho arrebato. Yo también lo creí, hasta que, tras su fallecimiento, me puse a curiosear en su biografía y me enteré de que solo pudo acceder a la judicatura en 1986 por el cuarto turno. En 1963 lo había intentado, pero no pudo ser por negarse a jurar los Principios del Movimiento. Aquel año entró en la Universidad de Murcia y lo hizo con una lección magistral contra la pena de muerte unos meses después del fusilamiento de Grimau y del agarrotamiento de los anarquistas Delgado Martínez y Granados Gata: Los progresistas Jiménez Villarejo entraron por aquel entones a la Fiscalía jurando todo lo que había que jurar. La lucha contra los jueces se ha generalizado en el sanchismo, cosa natural si tenemos en cuenta que el cerco judicial aprieta a Sánchez por la familia, el partido y el Gobierno. La juez Alaya, Peinado, Ángel Hurtado, Beatriz Biedma y Leopoldo Puente está sufriendo el acoso en sus propias carnes. Cuando todo esto termine descubriremos que el juez Peinado tenía razón, como el malogrado Marino Barbero.

Los socialistas estaban más a sus anchas con los delincuentes. Un condenado por Filesa, Sala, fue acogido en dos congresos del PSC con más entusiasmo y más votos que el propio Maragall. El mismísimo Felipe González fue a la cárcel de Guadalajara a abrazar y despedir a Barrionuevo y a Vera al iniciar sus condenas. ¿Y se acuerdan ustedes de Ábalos? El PP le preguntó por las maletas de Delcy y cuando no respondió la bancada socialista le aplaudió puesta en pie durante minuto y medio largo. Cuestión de preferencias.

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