The Objective
Ricardo Dudda

La guerra convertida en guerrita

«Solo nos interesa un tema extranjero si podemos hablar de nosotros. No hablamos de Israel o Palestina, sino de lo que dicen Sánchez y Ayuso sobre Israel o Palestina»

Opinión
La guerra convertida en guerrita

Ilustración de Alejandra Svriz.

El novelista y teórico de la novela John Gardner decía que solo había dos tipos de historias. La primera: un hombre emprende un largo viaje. La segunda: un extraño llega al pueblo. Lo demás son variaciones de eso. Hay quienes dicen que la segunda es en realidad «chico conoce a chica». En España, solo hay dos historias políticas: Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso. Chico conoce a chica. El resto son notas al pie. Cualquier debate acaba llegando a ellos. Son los dos protagonistas de la política española y tienen una relación especular. Cuando se menciona la corrupción de Begoña Díaz, la esposa del presidente, siempre sale alguien que menciona el fraude fiscal del novio de Ayuso. Da igual si hay una diferencia enorme de magnitudes. Sánchez tiene a su hermano, a su fiscal y a sus dos secretarios de organización imputados. Ya, pero ¿y el novio de Ayuso qué? 

En España los debates importantes no se abordan directamente, sino de manera vicaria. Son siempre proxies o mediados. Sobre todo pasa con los debates técnicos o extranjeros. Tomemos por ejemplo el conflicto palestino-israelí, o la guerra en Gaza. Solo nos interesa un tema extranjero si a través de él podemos hablar de nosotros. No hablamos de Israel o Palestina, hablamos de lo que dicen Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso sobre Israel o Palestina. Se usa el conflicto para el posicionamiento doméstico. La cuestión no es si nos parece inmoral la muerte de civiles, o qué pensamos de la ocupación israelí de los territorios palestinos, sino cómo podemos usar una tragedia horrible para atacar a nuestro adversario. 

Esa nacionalización es en cierto modo comprensible. Es más fácil hablar de los activistas que pararon la Vuelta Ciclista para protestar contra Israel que del plan de paz de Trump. Pero a veces la instrumentalización doméstica del conflicto alcanza niveles obscenos. ¿Por qué es Ayuso proisraelí? Hay una parte de convicción, de influencia del aznarismo, pero, sobre todo, hay una parte de provocación (si los perroflautas son pro-Palestina, habrá que ser pro-Israel) y de posicionamiento estratégico: no puedo coincidir en algo con Pedro Sánchez y Ione Belarra. Y punto. Una guerra horrible acaba convertida en una guerrita cultural. ¿Por qué Pedro Sánchez es de pronto tan propalestino? El presidente que abandonó a los saharauis ahora se autoproclama paladín de los palestinos. Es su única baza ante el desprestigio interno. 

Ha pasado esta semana con la flotilla que fue a Gaza a repartir, supuestamente, ayuda humanitaria. Comentaristas a los que no les ha interesado nunca el conflicto de pronto le dedican horas a este tema, porque les permite hablar de Greta Thunberg y Ada Colau. Bueno, quizá Netanyahu se está pasando. Pero ¿has visto Greta Thunberg qué ridícula? Y en eso perdemos el tiempo. A mí también me irrita el turismo revolucionario de muchos integrantes de la excursión, pero sobre todo me irrita como distracción estúpida.

«No hay absolutamente ningún debate que sea inmune a la instrumentalización nacional. Gaza, el cambio climático…»

Esta actitud no es, claro, exclusiva nuestra. Quien mejor ha perfeccionado la nacionalización de las cuestiones globales es Estados Unidos. Hasta el americano más sofisticado solo se interesa por asuntos de otros países si de alguna manera puede sentirse culpable de ellos. Israel es un gran debate en el país no solo porque hay una enorme comunidad judía en Estados Unidos (hay más judíos allí que en Israel), sino porque es uno de los aliados históricos de EEUU. Si uno observa el debate estadounidense sobre el tema, descubrirá que hay algo que se repite: mi país está financiando un genocidio con mis impuestos. Lo importante no es que hayan muerto 60.000 personas. ¡Es que lo he pagado yo! 

No hay absolutamente ningún debate que sea inmune a la instrumentalización nacional. Gaza, el cambio climático, la crisis demográfica, la conquista de Marte, el nuevo disco de Taylor Swift. Tarde o temprano, todo acaba pasando por la licuadora doméstica, todo acaba al final desvirtuado, frivolizado y convertido en un meme para las batallitas mediáticas del día.

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