The Objective
Tadeu

Almeida manque pierda

«A Almeida se le nota algo estresado, como es lógico, después de su permiso parental: en efecto, parece que no hay ciencia cierta y disponible a fecha de hoy que asegure con fundamento que exista tal síndrome posaborto pero…»

Opinión
Almeida manque pierda

Ilustración de Alejandra Svriz.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, imaginamos que todavía henchido por la manita al Royal of Madrid, salió al paso de la polémica sobre el supuesto síndrome posaborto: «No es una categoría científica reconocida», dijo, en plan ChatGPT, en el Colegio de Médicos, indicando que la información que se facilitará a las mujeres que prevean abortar no será obligatoria, sino voluntaria, ni tampoco la «va a determinar Vox» sino «los profesionales del Ayuntamiento de Madrid», algo que ha provocado el rechazo inmediato de algunos portavoces de los empleados responsables de poner en práctica la medida.

¿Es acaso tan pardillo Almeida para desconocer que se montaría un pollo King Size por la iniciativa de Vox y el apoyo del PP? ¿Buscaba pescar votos en el mismo caldero? 

La serpiente de otoño de Vox no es inocente. Existe el precedente de enero de 2023, cuando la Junta de Castilla y León tuvo que vérselas con las medidas anunciadas por el partido verde (verde que te quiero verde oliva y militar), que desataron alarma social y política por su intromisión en el derecho de las mujeres a la hora de abortar. La iniciativa más polémica de todas, el «latido fetal», fue enmendada entonces por el PP. El entonces vicepresidente de la Junta, el voxero García-Gallardo, la presentó asegurando que los médicos tendrían «obligación» de ofrecer a todas las mujeres, también a las que iban a abortar, escuchar el latido del feto. Sin embargo, el consejero de Sanidad, Alejandro Vázquez, rechazó que fuese una obligación, sino que era una posibilidad que estaría disponible para todas las mujeres que así lo solicitasen dentro del «proceso asistencial». (A nadie parece importar la discriminación para con el padre del feto, tenga o no oído musical).

Volviendo a Almeida, al que se le nota algo estresado, como es lógico, después de su permiso parental: en efecto, parece que no hay ciencia cierta y disponible a fecha de hoy que asegure con fundamento que exista tal síndrome posaborto, pero…. (existe este estudio de mujeres de Teherán, y eso que las heroicas mujeres de Teherán son muy duras de pelar, y que Alá me perdone…). «Los resultados revelaron que al menos un tercio de las encuestadas había experimentado efectos secundarios psicológicos. La depresión, la preocupación por no poder volver a concebir y los comportamientos alimentarios anormales se señalaron como las consecuencias psicológicas predominantes del aborto entre las encuestadas. Conclusión: Las consecuencias psicológicas del aborto se han descuidado considerablemente. Varios obstáculos limitaron los resultados. [Los principales obstáculos para los estudios sobre el aborto en general, y para el presente estudio en particular, fueron la falta de datos y bibliografía a nivel nacional, así como las características ilegales y ‘pecaminosas’ (estamos en el Irán de los ayatolás) del aborto en sí mismo, que obligan a los abortistas a evitar la colaboración y a proyectar sus profundos sentimientos sobre su propio comportamiento en este sentido]. Sin embargo, los diferentes tipos de efectos secundarios psicológicos experimentados por la población del estudio requieren una atención más exhaustiva debido al carácter crónico de los trastornos psicológicos y al impacto de la salud de las mujeres en la salud familiar y poblacional».

Sin embargo, por mucho que el sentimiento o sensación posaborto puedan ser en muchos casos de alivio, como indican diversos estudios, y en muchos casos sea un mal menor, o incluso un bien dolorosamente necesario, a nadie se le escapa que es el derecho más triste del triste animal humano. Inscribirlo en la Constitución, como pide mucha progresía, no arreglaría nada y, desde luego, no impediría –antes al contrario– que los que proponen leyes antiaborto sigan luchando, anticonstitucionalmente y más divisivamente si hiciera falta, por ellas.

El aborto no es de izquierdas o de derechas, dijo alguien. Y parece que era feminista. Su regulación –así como la de la eutanasia, que toca también a la vida y a la muerte– requiere de amplios consensos sociales y amplios márgenes de tolerancia. Y, ante todo, de libertad de conciencia por parte de los legisladores.

El problema de Almeida es su neurodependencia de Vox, igual que le pasa, a otra escala (y ella sin necesidad) a Ayuso, por mor de las encuestas que dibujan a un Vox desatado y galopante, y el consiguiente miedo al fantasma del sorpasso o de un desempate por penaltis (que Guruceta me perdone) o peor aún, por goal average.

Coda 1) Redondeando. Si Iván Redondo –el gurú de los gurúes, el doctor de los spindoctors, el «manipulador de emociones» según su biógrafo no autorizado Graciano Palomo, o el hombre del «arte de lo que no se ve», según su biógrafo autorizado Toni Bolaños–, el que llevó en volandas a Sánchez a la Moncloa, donde fungió de vicepresidente en la sombra, si lo que quiere es vender debería explicar sus años monclovitas con pelos y señales; pero lo que parece es querer venderse, y así lo hace por entregas desde su Salón de la Situación (situation room) en el edificio de La Vanguardia que lo acoge, y ahora con su nueva empresa con pretensiones demoscópicas “Opinión 360” (debería ser 351, que es el número de diputados que le salen, en vez de 350, en su primer intento). ¡El estudio sonroja, si hasta los colores corporativos son psoescos…!

Su primera encuesta, como dice el politólogo Manuel Mostaza, va “contra el consenso demoscópico” y carece de matriz, es decir de tripas, o sea, de metadatos (cuál es la intención directa de voto, o el recuerdo de la papeleta que se metió en la urna…).  Pero también carece de alma y de aritmética. Aparte de esa pintoresca suma de 351 diputados (¿el supernumerario será para un futuro aforamiento de Begoña? ¿no fue acaso Carmen Romero diputada a fuer de felipista?), sobrerrepresenta al PSOE e hiperfideliza sin base su voto. 

Pedro Simón, otro especialista de datos electorales, coincide en su “desviación” y lo considera una mera “campaña de marketing”.  Y Gonzalo Adán, director de SocioMétrica, sostiene que  parecer querer “provocar un escenario ficticio, como hace Tezanos, para animar al votante de izquierdas”

En definitiva, a falta de meta y microdatos (el CIS al menos miente con fundamento), lo que cabe deducir de esta encuesta performativa es su carácter de publi-reforzaje, con el estribillo, cómo no, de “Ay, Caperucita roja, que viene el Vox feroz, yo soy tu lobo…”

Redondo lo sabe, y más todavía Sánchez: sólo puede perpetuarse en Moncloa gracias a la ayuda de Vox y de D’Hondt (divide a la derecha y vencerás). Ojo a la siguiente de Redondo: «Calienta Alvise, que sales…».

Coda 2) Marineros de agua dulce.  La «flotilla de la paz» detenida por Israel la componen cientos de activistas, entre ellos algunos tan insignes como Ada (o el ardor, de estómago) Colau, Greta (sin Garbo) Thunberg, un par de etarras jubilados de cuyo nombre prefiero no acordarme, un trío de eurodiputados franceses insumisos y enragés, activistas de todo pelaje, artistas del cuento, y un actor sin par como Liam Cunningham, y hasta un nieto de Nelson Mandela (el heroísmo no se hereda), sin olvidar a una creadora de contenidos española, apodada la Barbie de Gaza, convertida al islamismo y también creadora de seis hijos. 

Hasta el que más asó la manteca de entre ellos sabía que la flotilla no llegaría a las costas ensangrentadas de Gaza, y que formaban parte de una performance del soft power palestino, compitiendo con la ayuda de esa ONU que cada día que pasa demuestra más lo que es: el lugar donde las dictaduras se blanquean.

 Los activistas, encabezados por la posadolescente Greta Thunberg y la presenescente Ada Colau han tenido su cuartito de hora warholiano, y ahora… a casita. ¡Qué recuerdos para los nietos, la guerra de los abuelitos…!

El plan de planes de Trump tiene al menos la virtud de despejar una de las incógnitas de la ecuación: rehenes por prisioneros palestinos. Una bicoca para Hamás, que siempre sale ganando en los trueques.  A partir de ahí, los demás puntos del plan dependerán de la voluntad de Hamás de deponer las armas, harto improbable, porque ¿qué es Hamás sin las armas?, y de Netanyahu de negociar soberanía por alto el fuego, harto improbable, porque le esperan el banquillo de Tel Aviv y… el de La Haya. 

¡Última hora! Greta Thunberg se queja, a través de su abogado, de que en su cautiverio está siendo víctima de chinches antiecologistas judíos (no precisa si sefardíes o askenazis), y pide que por favor sean exterminados (no con gas, sino a mano) y habiéndoles leído previamente sus derechos.

Publicidad