Por qué nos pasa lo que nos pasa
«El Partido Popular debería ser capaz de abstraerse de la opinión publicada y contarnos exactamente cuáles son sus soluciones para los problemas de la calle»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Mucha gente se pregunta cómo es posible que, con la que está cayendo, el PSOE no se hunda en las encuestas de intención de voto y, al mismo tiempo, el PP no termine de arrasar.
Algunos señalan a la cúpula popular como responsable de la situación, por no insuflar la suficiente ilusión al electorado. Sin embargo, con frecuencia olvidamos que al PP le queda muy poco margen de maniobra ante el gigantesco aparato de propaganda que Moncloa tiene a su servicio, y cuyos objetivos son controlar la agenda informativa e imponer el relato que más conviene al PSOE.
Como es sabido, Pedro Sánchez ha levantado un muro entre españoles. Y, aunque es cierto que en el lado de sus detractores se habla con frecuencia de los escándalos de corrupción, la realidad es que los que están al otro lado viven en un mundo paralelo en donde los temas estrella son otros (basta ver unas pocas horas Televisión Española). Si la oposición no consigue abrir alguna rendija en ese muro y hacer llegar sus mensajes a los sanchistas, difícilmente va a poder lograr en las urnas un vuelco como el que sería lógico con la situación actual.
Por el contrario, el Ejecutivo sí está colocando su mercancía averiada entre el bando opositor. Desde que Sánchez llegó a La Moncloa, su Gobierno se ha dedicado a regar a la mayoría de los medios de comunicación con ingentes cantidades de dinero, y con ello ha logrado crear un ecosistema que se caracteriza por una fidelidad perruna y que actúa como un disciplinado ejército ante la más mínima consigna del PSOE. Proliferan ‘periodistas’ convertidos en mercenarios capaces de repetir como papagayos en radios y televisiones el alpiste que les llega del equipo de propaganda gubernamental. De esa forma, Moncloa controla la agenda de lo que se habla en los medios y siempre consigue imponer el relato (la versión) que más beneficia al Ejecutivo. Y en consecuencia se mantienen prietas las filas de los votantes más fieles, aunque sea mediante mentiras y burdas manipulaciones.
Si la maniobra se circunscribiese solo a los medios de obediencia sanchista, su impacto sería limitado, pero resulta que con frecuencia el discurso oficialista acaba permeando en los medios seguidos por los votantes de la oposición con la colaboración de ciertos profesionales de la comunicación que, de buena fe y con absoluta ingenuidad, acaban siguiendo la estela de lo que interesa al Gobierno… y obligan de paso al PP a morder el anzuelo. De tal manera que la oposición termina chapoteando en el barro y los populares no consiguen hablar de los temas que a ellos más les beneficiarían electoralmente.
Un ejemplo clarísimo de esto último sucedió el pasado jueves 9 de octubre. Durante la madrugada se había alcanzado un acuerdo de paz entre Israel y Hamás, y en consecuencia fue la noticia del día en todo el planeta. Sin embargo, en España, y pese a llevar semanas hablando de Gaza y de la dichosa flotilla de Ada Colau, esa mañana la orden de La Moncloa fue clara: había que desviar la atención a otros temas porque esa noticia destrozaba el argumentario desarrollado por el Gobierno los días previos, dado que difícilmente se podría seguir sosteniendo la teoría del genocidio o que Trump fuera un ser maligno. Por eso desde primera hora se intensificó la maquinaria para que se hablase de otros asuntos más espinosos para el PP como el aborto o la polémica del cáncer de mama en Andalucía.
Y lo sorprendente de ese día fue que los populares, en vez de limitarse a celebrar el acuerdo de paz y a subrayar que toda la estrategia monclovita había saltado por los aires, decidieron entrar al trapo. Tanto Isabel Díaz Ayuso como Alberto Núñez Feijóo se refirieron al tema del aborto, la primera en el parlamento regional con unas declaraciones sobre la objeción de conciencia de los médicos y el segundo mediante una inusual carta a los ciudadanos para clarificar la posición del partido.
Es difícil no reaccionar cuando casi todos los periodistas te preguntan por lo mismo… pero el PP debería ser capaz de abstraerse de la opinión publicada y atenerse a las prioridades reales de la calle (vivienda, seguridad, economía…). Cada vez que entran en cuestiones como el aborto, Franco y demás trampas, lo único que hacen es movilizar a la izquierda y enfadar a una parte de sus propios votantes.
Se trata de saber diferenciar lo importante de lo accesorio y de no dejarse enredar por las maniobras de trilero pergeñadas en Moncloa. Eso sí, se requieren propuestas algo más profundas e ilusionantes que un cheque para los celiacos o una deducción fiscal por tener mascotas: hacer política al calor de lo que digan las encuestas no parece una buena estrategia, porque ya sabemos que al español medio le encantan el ‘gratis total’, las ayudas y las subvenciones. Necesitamos una oposición seria, que sepa dónde va y nos lo explique, que nos trate como adultos y que ponga luces largas en lugar de sucumbir a las prisas y la improvisación.