The Objective
Antonio Caño

La izquierda y la libertad

«La izquierda le tiene hoy miedo a la libertad porque sabe que sólo ciudadanos adocenados y obedientes pueden seguirla»

Opinión
La izquierda y la libertad

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pertenezco a una generación que cayó mayormente del lado de la izquierda en busca de la libertad que el régimen político de nuestra juventud nos negaba. Digan lo que digan ahora los de derechas, lo cierto es que en aquel tiempo esa falta de la libertad no parecía molestarles mucho y, salvo algunos visionarios que entendían que era preciso sumarse al progreso que vendría de la mano de la democracia, casi todos se acomodaron a la situación y dejaron en manos de comunistas y socialistas la tarea de acabar con la dictadura.

En el camino, muchos de los primeros militantes nos fuimos quedando a un lado. En mi caso porque siempre consideré incompatible el ejercicio del periodismo con cualquier clase de activismo político o social. Pero los que se quedaron, unas veces en el Gobierno y otras en la oposición, nunca representaron una amenaza para la libertad de los demás ni creo que hubieran permitido que tal cosa ocurriese con el propósito de conservar el poder. La libertad era entonces un bien sagrado de la izquierda y por esa razón muchos partidos de izquierda, incluido en España el Partido Socialista y el Partido Comunista se enfrentaron a la Unión Soviética. En 1968, el PCE condenó la invasión soviética de Checoslovaquia en un comunicado que concluía defendiendo el regreso de la democracia a España y saludando «un socialismo en libertad». Hoy esa misma izquierda no ha sido capaz todavía de criticar a Putin o condenar con convicción la invasión de Ucrania.  

La izquierda ha perdido claramente la brújula moral. La reacción a la concesión del premio Nobel de la Paz a María Corina Machado lo ha dejado en evidencia. No hace tanto tiempo la izquierda no habría tenido ninguna dificultad en reconocer los méritos de la célebre luchadora por la democracia venezolana, al margen de las discrepancias ideológicas que puedan existir con ella. De hecho, todavía uno de los mayores valedores de la lucha contra la dictadura venezolana es una vieja leyenda de la socialdemocracia mundial, el expresidente Felipe González, a quien hoy repudian los suyos simplemente por haberse mantenido fiel a los valores que un día definieron a su formación política.

Un Gobierno socialista español felicitó en su día al activista polaco Lech Walesa por la concesión del premio Nobel de la Paz. Su caso es muy similar al de Machado: un luchador por la libertad y la democracia contra una tiranía de color rojo. No era difícil para un socialista democrático entonces saber de qué lado había que estar.

Hoy el Gobierno español guarda silencio ante el reconocimiento que la academia sueca ha hecho de la labor de María Corina Machado. Otros en la izquierda española la han difamado y calumniado tratando de justificar que han colaborado y cobrado del régimen de Maduro. Es una infamia que acompañará a esos personajes para siempre. Pero es aún más grave el silencio cómplice del Gobierno español, que olvida que representa al conjunto de la sociedad española y los valores de nuestro país y de nuestra democracia.

La izquierda ha renunciado a la causa de la libertad. Es una realidad que observamos a diario. Pero es aún peor que eso: la libertad se está convirtiendo en un enemigo de la izquierda. No tiene razón Isabel Díaz Ayuso en sus a veces ridículas demostraciones de defensa de la libertad. Pero sí es cierto que tanto la presidenta de Madrid como otras figuras de la derecha han visto la oportunidad de recoger esa bandera que la izquierda tiró por cobardía.

La izquierda le tiene hoy miedo a la libertad. Le espanta un personaje como María Corina Machado porque representa todo el arrojo y sinceridad de los que la izquierda carece. A la izquierda le incomoda la libertad porque sabe que solo ciudadanos adocenados y obedientes son hoy capaces de seguir sus destructivas consignas.

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