The Objective
Carlos Padilla

Prefiero el 'Hitler' de Iglesias que la cobardía de Sánchez y Zapatero

«¿Alguien piensa que, si el Comité Noruego de los Nobel le hubiera concedido el premio a Greta Thunberg, tampoco Sánchez habría escrito ni un ‘post’ en redes?»

Opinión
Prefiero el ‘Hitler’ de Iglesias que la cobardía de Sánchez y Zapatero

Ilustración de Alejandra Svriz.

Quizá ya no lo recuerden, porque lo que toca ahora es hablar de aborto; no hay más que ver las tertulias a toda máquina en RTVE y seguir la corriente de los medios lisonjeros del reino. Y acaba de empezar, verán, verán. Pero hace un par de días andaba el Gobierno de Pedro Sánchez muy empeñado en decir genocidio, paladeando las palabras, para condenar lo que el ejército de Israel ha perpetrado en Gaza. Poco importa que Núñez Feijóo condenara esos excesos y hablara de masacre; lo que importaba, según Moncloa, era hablar claro, decir sin miedo «ge-no-ci-dio». Basta de cobardes, no le teman a Netanyahu: aquí o se decía que lo ocurrido en la Franja era un total y absoluto genocidio, o eras cómplice del Gobierno israelí.

Era enternecedor ver al Gobierno demandando a la oposición que hablara claro. Las cosas claritas: era lo que pedía el mismo Ejecutivo que, pasados estos días, no es que quisiera utilizar otras palabras con María Corina Machado, flamante ganadora del Premio Nobel de la Paz, ni que usara términos más o menos discutibles de nuestro vasto idioma. Es que directamente se calló. Con lo que a este Ejecutivo le gusta decir, opinar, influir… ¿Cómo podía ser que los mismos que te señalan desde el atril porque, si no decías genocidio, era porque no te importaban demasiado las mujeres y los niños asesinados en Gaza, callasen ante tan honorable reconocimiento a una luchadora por la democracia en un país como Venezuela? «No me pronuncio sobre los Premios Nobel», es la excusa que se ha buscado el presidente del Gobierno. Que sea mentira, y lo demuestre la hemeroteca, tampoco hará falta que lo expliquemos mucho. Lo contrario sería una novedad en su biografía.

La cuestión es sencilla: María Corina Machado se ha jugado (y se juega) la vida por la democracia en Venezuela. Una parte de nuestra izquierda se ha ganado (y se gana) la vida con aquellos que creen poco o nada en la democracia. Y ya ni siquiera hace falta mirar a los chicos de Podemos, los mismos que, en lugar de irse en sus años mozos a Bruselas o a Londres para aprender de sus democracias, quisieron ejercer sus labores en «democracias» asentadas como la venezolana.

Toca mirar a José Luis Rodríguez Zapatero, el egregio observador internacional de las pasadas elecciones, que no dijo palabra alguna ante lo que el Centro Carter o la ONU sí denunciaron: la violación de los principios electorales, el fraude de los comicios. La confirmación, por si faltaban dudas, de que Nicolás Maduro es un dictador. Dígalo sin miedo: «dic-ta-dor». ¿Cuáles son los vínculos de Zapatero con Caracas? ¿Por qué hizo mutis entonces ante el fraude, y lo repite ahora ante el Nobel a una mujer venezolana que debe estar escondida por el riesgo que corre su vida?

«El Gobierno está en su derecho de guardar silencio ante el Nobel para María Corina Machado, pero debe explicar los motivos»

El Gobierno y su consejero áulico están en su derecho de guardar silencio ante el Nobel para María Corina Machado, pero deben explicar los motivos de su mudez. Los motivos de la anomalía que supone no felicitar especialmente este galardón. Callan con los opositores venezolanos, le ríen las gracias al simpático Xi Jinping, pasan de largo ante los excesos autocráticos de Mohamed VI (es que hay un Mundial de por medio), y lo que eran bravuras desde casa ante Trump, luego se quedan en sonrisas y apretones de mano. Esto debe ser la cobardía geopolítica. Y eso que a Sánchez siempre se le caracteriza ese arrojo, ese cambio de agujas cuando nadie se lo espera… ahora solo queda el silencio hipócrita. ¿O alguien piensa que, si el Comité Noruego de los Premios Nobel le hubiera concedido el galardón a Greta Thunberg, tampoco Sánchez habría escrito ni un mísero post en redes sociales?

Como acostumbro a llevar tan mal la cobardía, prefiero la sinceridad estomagante de Pablo Iglesias. Al otrora vicepresidente del Gobierno —y ahora empresario de la propaganda, con chalet y padre que ha optado por el colegio privado— se le podrán criticar muchas cosas, pero va de cara. La cara de un cómplice del régimen dictatorial de Maduro que escribió: «Darle el Nobel de la Paz a Corina Machado, que lleva años intentando dar un golpe de Estado en su país, se lo podrían haber dado directamente a Adolf Hitler a título póstumo». Ale, ya lo intuíamos, pero ahora lo confirmamos. Iglesias estaría a favor de la cárcel o el exilio para María Corina; es un criterio aberrante, pero al menos lo muestra. En cambio, el Gobierno y el expresidente Zapatero, si tienen un criterio, no lo expresan. Uno intuye, claro, pero quiere palabras. O, si quieren, con que la cuenta de La Moncloa le dé un retweet al mensaje de Iglesias ya nos vale.

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