The Objective
Eloy Suárez

El ocaso moral del PSOE, un premio nobel olvidado

«El Nobel de la Paz de María Corina Machado es un espejo. Refleja la miseria moral del PSOE: un partido domesticado, corrupto y cobarde»

Opinión
El ocaso moral del PSOE, un premio nobel olvidado

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pedro Sánchez y su corte ministerial han decidido que María Corina Machado, Premio Nobel de la Paz por enfrentarse al narcodictador Maduro, no merece ni un gesto. Ni una felicitación. Ni un suspiro. Su silencio es tan espeso y hediondo que uno podría bañarse en él y salir más sucio de conciencia. Es un silencio que huele a miedo, a complicidad y, sobre todo, a traición.

Zapatero, el abuelo del sainete, abrió la caja de Pandora venezolana: hijas colocadas como damas de honor en empresas afines al régimen, el embajador Morodo transformado en recadero de Pdva, cobros de subvenciones en forma de trueque opaco, la trama del FUEL, las maletas de Delcy pululando en España… todo un desfile de favores, negocios turbios y corrupción que habría hecho sonrojar hasta a Juan Guerra. Sánchez recoge hoy la antorcha de este lodazal, lamiendo las botas de Maduro y abrazando la traición a la democracia como si fuera una política de Estado.

El PSOE de Sánchez ya no es un partido, es un circo de radicalización. Compite con Podemos en ver quién llama más a la violencia contra la derecha, quién logra que España tiemble no por los peligros del mundo, sino por los delirios ideológicos de su Gobierno. Los principios, la coherencia, la decencia: todo ha sido triturado y vendido al mejor postor. Quevedo habría dicho: «La cobardía y la vileza, si se visten de poder, parecen oro, pero apestan a mierda».

«María Corina Machado nos recuerda que la libertad no se negocia, y el silencio de Sánchez nos recuerda que la traición se viste de traje y corbata»

Machado, por su parte, se alza como un faro. Lucha, denuncia, resiste. Y Sánchez guarda silencio, como si el Nobel no fuera un reconocimiento a la lucha por la libertad, sino un mosquito que le pica el trasero mientras se abanica con billetes manchados de Pdvsa. Morodo, la trama FUEL, los oscuros negocios en Venezuela, las hijas de Zapatero cobrando favores: todo converge en un eco de corrupción y cobardía que resuena en La Moncloa.

El Partido Socialista, antaño estandarte de la democracia, está mutando por mor de Pedro Sánchez: radicalizado contra sus rivales políticos y sumiso ante regímenes criminales. La decencia ha sido sacrificada en el altar de la ambición y la sumisión. El Gobierno español calla mientras Maduro arrastra la democracia venezolana por el barro, y lo hace con la sonrisa del que cree que mirar para otro lado es prudente. «Prudencia», llama Sánchez a su silencio. «Miedo» le habría quedado más sincero.

Cada gesto, cada silencio, cada omisión es un golpe en la cara de quienes creemos que España debe ser ejemplo de democracia y libertad. Cualquier demócrata  debería escupir sobre esta cobardía con furia. Machado nos recuerda que la libertad no se negocia, y el silencio de Sánchez nos recuerda que la traición se viste de traje y corbata.

En fin, el Nobel de Machado es un espejo. Refleja la miseria moral del PSOE: un partido domesticado, corrupto y cobarde. En España, la justicia moral se ha concedido en Oslo, porque nunca se hace en La Moncloa. Y, mientras Sánchez calla, el país observa: un Gobierno que aplaude dictadores y pisotea la decencia, creyendo que la historia lo olvidará. Sánchez calla. El país observa. Como habría dicho Flaubert: «La mediocridad silenciosa se disfraza de virtud y gobierna sin honor».

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