Sánchez es corrupción
«No hay nada más tóxico para un país que un presidente autócrata para el que las normas válidas son las que crea con sus conductas»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Uno de los grandes problemas de la sociedad son los actos cotidianos de corrupción. Lamentablemente, hay mucha más corrupción de la que la gente piensa y asume. Piratear las plataformas para ver gratis el fútbol o pagar facturas sin IVA es corrupción individual, del que cobra y del que paga. En el país del Lazarillo de Tormes y de Rinconete y Cortadillo somos muy laxos con la corrupción. Convertimos en héroes a personajes como El Dioni o Aldama. Quizás por eso Pedro Sánchez y el PSOE mantienen, aunque vayan bajando, la intención de voto que dicen las encuestas. No la del CIS.
La corrupción es la perversión de la norma. Lo más peligroso de cualquier persona u organización es cuando en ellos es norma lo que los demás consideramos corrupción. En el PSOE de Pedro Sánchez no se dan episodios de corrupción, no hay episodios puntuales de «perversión de la norma», todo es «perversión de la norma». En el PSOE no hay corrupción, es que el PSOE es corrupción porque su norma es la perversión de lo económico, ético, político e institucional.
El PSOE de Sánchez es el de las entregas de bolsas en Ferraz con coimas que se despachan, a sus secretarios de Organización y allegados, en sobres con billetes y monedas de euros y céntimos. Que aparezcan céntimos en los sobres no es justificación de legalidad. Demuestra que a la hora de llevárselo no perdonan ni el céntimo. Su número dos pagaba a sus asistentas sexuales prestaciones y piso con el dinero de todos los españoles. Si hubiera pasado una vez sería corrupción. Tantas putas, tantas empresas públicas, tantas cajas de folios y txistorras durante tanto tiempo lo convirtieron en norma. En el PSOE es una perversa norma económica indultar el robo de los ERE, quitar el delito de malversación de fondos y para pagar sus agujeros decidir atracar a los autónomos robándoles 6.000 millones de euros. Ha sido un gran acierto de Feijóo anunciar inmediatamente las medidas del PP para los autónomos con propuestas concretas, como la exoneración del IVA a los que facturen menos de 85.000 euros o la declaración única anual. Y todavía seguirán los de los diagnósticos de barra de bar con el discurso de que el PSOE y el PP son lo mismo. La falta de propuestas de Vox los coloca como la alternativa vacía que son. Vox es la nada. Mucho diagnóstico y ni una propuesta real, legal y posible.
Mentir es éticamente reprobable. Sánchez es absolutamente incompatible con la verdad, desde que convirtió la mentira en «un cambio de opinión». Miente con toda sinceridad e impunidad. Se inventa lo que necesite: una carta de amor, «ganar las elecciones» que no ganó, o lo que no dice ningún informe de la UCO como que «no hay ningún indicio de que haya habido financiación ilegal del PSOE». Mentir alguna vez sería corromper la verdad. Que todo lo dicho sea mentira es la perversa norma de Pedro Sánchez.
La política tiene normas y obligaciones. Es una norma constitucional presentar anualmente los presupuestos generales del Estado. Lleva tres años sin hacerlo. No hacerlo una vez sería una corrupción política, una perversión de la norma. No hacerlo tres años seguidos es norma en Pedro Sánchez. Cualquier compromiso de Sánchez sólo tiene la vigencia de la necesidad del momento. Las conductas que él exige a los demás –en presupuestos, separación de poderes, respeto a las leyes…– es lo que nunca hace él en las mismas circunstancias. Promete y asegura lo que no cumple. La completa perversión de la democracia es su norma.
«Entrar y salir de La Moncloa requiere de una autorización especial. Hacer negocios o esconderse allí sólo es posible por una orden presidencial»
Tampoco respeta los usos y costumbres institucionales. Como es incapaz de aguantar su verdad –o sea la mentira– ante cualquier periodista que no sea un servil vasallo del régimen del equipo de opinión sincronizada huyó de la recepción del Palacio Real. La violación continua de la separación de poderes es otra norma de Sánchez. Así fue a la SER a asegurar que «la mayoría de los jueces hacen bien su trabajo y yo creo que el mejor juez es el tiempo». Ser licenciado en Derecho, aprobar las oposiciones de la carrera judicial y subir en el escalafón profesional es inútil cuando «el tiempo» es el mejor juez. Sánchez está «convencido de que el tiempo pondrá las cosas en su sitio y la verdad saldrá adelante». La verdad para Sánchez, que todo lo que dice es mentira, es que «mi hermano y mi mujer son absolutamente inocentes». No respeta la Justicia, ni las instituciones públicas. Su perversa norma es la okupación institucional a través de personas afines al margen de los procesos de idoneidad. Su norma de proceder es la perversión de los procedimientos. Por eso en Sánchez no hay corrupción, él es la corrupción.
La sede de la Presidencia del Gobierno es uno de los lugares más seguros de España. Un recinto cerrado, aislado y protegido por las fuerzas de seguridad del Estado apoyadas por las más avanzadas tecnologías de seguridad. El blindaje más potente contra la realidad. Un lugar donde el clamor de la calle no perturba, porque no llega, y donde lo que más se escucha es «sí, presidente». El peor ecosistema para la verdad y la realidad. Entrar y salir de La Moncloa requiere de una autorización especial. Hacer negocios o esconderse allí solo es posible por una orden presidencial.
Del nivel en la perversión de la norma a la que ha llegado Pedro Sánchez son los mejores ejemplos sus «inocentes» mujer y hermano. Su mujer utilizó la Presidencia del Gobierno, incluido personal público, como base de negocios. Todo un entramado organizado para aprovechar lucrativamente que Begoña Gómez es la mujer del presidente del Gobierno.
Y si eso fuera poco, ha utilizado la Presidencia del Gobierno para esconder a su hermano de la Agencia Tributaria con el fin de evitar el pago de los impuestos. Los que sí pagamos el resto de los españoles. Fingieron que el hermanísimo vivía en Portugal. Para cometer ese fraude fiscal es imprescindible la participación activa del presidente del Gobierno autorizando la estancia de su hermano en la presidencia. A Moncloa acudía al Consejo de Ministros, todas las semanas, la vicepresidenta primera del Gobierno responsable de la Agencia Tributaria, Puede ser que no se enterase de quién y por qué se escondía allí. Lo que demuestra la perversión de la norma y la desigualdad a la que nos someten a los españoles es que Montero no haya iniciado la investigación pertinente contra la presunta organización criminal, el presidente y su hermano, dedicados al fraude para evadir impuestos.
Pedro Sánchez, en su perversión permanente, considera que para él no hay normas. Él crea las normas y estas resultan ser su propia perversión. Sánchez y el PSOE son la corrupción que impregna todo con lo que se relacionan. No hay nada más tóxico para un país que un presidente autócrata para el que las normas válidas son las que crea con sus conductas. No hay nada más destructivo que el hecho de que la corrupción presida un país.