Sánchez y Sarkozy, 'le même combat'
«Hay que mirar a Francia con un poco de envidia y maldecir esta constante histórica: ¡Maldición! Otra vez han vuelto a ganarnos los franceses por la mano»

Nicolás Sarkozy y Carla Bruni a la salida de su domicilio el 21 de octubre de 2025. | Gtres
Este martes, minutos antes de las diez de la mañana, entraba en la parisina prisión de La Santé Nicolás Sarkozy, presidente de la República francesa entre 2007 y 2012, condenado a cinco años de prisión por un pacto de corrupción con el que fuera líder libio, Muamar El Gadafi. En esta hora comprometida de Pedro Sánchez, hay que mirar a Francia con un poco de envidia y maldecir esta constante histórica: ¡Maldición! Otra vez han vuelto a ganarnos los franceses por la mano. Siempre nos ha pasado lo mismo con nuestros vecinos del norte.
El insuficientemente alfabetizado Pablo Iglesias Turrión grabó un canto de amor a la guillotina, instrumento esencial de la democracia en su opinión: «El bueno de Jean Paul Marat la llamó ‘la máquina Louison’ en honor a Luis XVI. ¡Cuántos horrores nos habríamos ahorrado los españoles de haber contado a tiempo con los instrumentos de la justicia democrática! Y es que como dijo Robespierre: ‘castigar a los opresores es clemencia. Perdonarlos es barbarie’. ¡Qué actual la reflexión de ese gran revolucionario!»
Él, que estudió Políticas debería leer La democracia en América, el clásico de Tocqueville, o, en su defecto, Breve historia del mundo contemporáneo, de Juan Pablo Fusi. Aprendería que la guillotina, esa madre de la democracia, segó las cabezas de todos los revolucionarios. La Revolución fue un Saturno que devoró a todos sus hijos: Hébert, que era el editor del periódico Le Père Duchesne, y Dantón. También Saint Just y Robespierre, que fueron guillotinados el mismo día, 28 de julio de 1794. Dantón y Hébert habían sido descabezados cuatro meses antes. También Camille Desmoulins. Bueno, todos no. Con el bueno de Jean-Paul Marat, se adelantó el cuchillo de Charlotte Corday, que ella sí, dejó su cabeza en el cesto de la guillotina. ‘La máquina Louison’ no hacía distingos. Su última víctima, en mayo de 1795 fue Fouquier-Tinville, el implacable fiscal del tribunal revolucionario que había enviado al cadalso a todos los citados anteriormente.
En esas fechas se establece el Directorio, es decir, la Dictadura, y diez años después se coronaba a Napoleón como emperador. Tal vez Iglesias no sepa que la revolución americana, en cambio, fue siempre una democracia, antes, durante y después del parto. Y 13 años y diez días antes de la toma de La Bastilla. Los EEUU son el único país del mundo en el que jamás ha habido una dictadura. La cosa no se queda en Iglesias. La afición de los podemitas a la guillotina es notablemente patológica, todos la adoran. Iglesias inoculó su perversión a sus novias: la penúltima, Tania Vaciamadrid, colgó el siguiente tuit sobre la familia real: «Una familia real de gatillo fácil y huesos débiles sólo tiene una salida: guillotina». Su sucesora en el serrallo, y mujer fuerte del grupo parlamentario, Irene Montero, también incurrió: «Felipe nunca serás rey, que vienen nuestros recortes y serán con guillotina».
La gesta por antonomasia de la Revolución, la toma de la Bastilla, se ha convertido en la fiesta nacional francesa: La Bastilla era la gran fortaleza prisión del antiguo régimen que dominaba los barrios obreros de París. En realidad, el asalto fue un mito: en la Bastilla había el 14 de julio de 1789 siete presos: cuatro falsificadores, un noble y dos locos, uno de ellos inglés.
Entre la tropa que pastoreó Manuela Carmena, Jorge García Castaño, secretario del Grupo de Ahora Madrid, pidió una guillotina en la Puerta del Sol. También le gustaba mucho el tema al concejal Pablo Soto, que soñaba con una plaza pública, una guillotina y un Ruiz Gallardón para hacer prácticas. Mención especial merece el diputado de Podemos por Valladolid, Juan Manuel del Olmo, que acertó a sacarle una pasta a la cuestión vendiendo reproducciones de la máquina en miniatura por 11,95 euros la unidad.
Otra gesta que se han apuntado los franceses ha sido la de la Resistencia contra el nazismo, una fantasía digna de mejor causa. Y ahora, que estábamos a punto de hacer historia encarcelando por corrupción al primer gobernante europeo, van y nos adelantan enchiquerando a Sarkozy. Estas cosas dan coraje, aunque Pedro quizá pueda aventajarle en un detalle. Mientras la mujer del expresidente francés lo acompañó hasta la puerta de la cárcel, es probable que la de Sánchez lo acompañe dentro. Aunque luego, también debemos considerar que entre su Carla y nuestra Bego no hay color, las miremos por donde las miremos.