Gracias, Señor
«Ante un Gobierno que no tiene como prioridad España, reconforta que haya un hombre –el Rey– para el que la prioridad es, siempre, España y los españoles»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Estos días el Rey ha tomado una iniciativa que, los que conocimos la Transición y a pesar de la campaña en contra seguimos diciendo que es la época más gloriosa de la historia de España, hemos recibido con emoción. Una emoción muy distinta a la del sanchismo.
Felipe VI ha concedido el Toisón de Oro a Felipe González, Miguel Roca y Miguel Herrero de Miñón. Justo cuando faltan apenas tres semanas para que se cumpla el 50 Aniversario de la muerte de Franco y la Proclamación del Rey Juan Carlos, y el Gobierno aprovecha la ocasión para relanzar la Ley de Memoria Histórica y dar un nuevo mazazo a Isabel Díaz Ayuso incluyendo la sede de su gobierno en esa Memoria.
La palabra «reconciliación» fue fundamental para traer la democracia a España y dejar atrás la dictadura; en aquel esfuerzo inconmensurable y colectivo, la reconciliación que abrazaron derecha e izquierda, nacionalistas, exiliados y presos políticos con décadas de cárcel a sus espaldas vuelve a primer plano con ese honor que han recibido el único presidente de Gobierno de la Transición que queda vivo y los dos ponentes de la Constitución que quedan vivos.
D. Felipe es el único que tiene atribuciones para conceder la máxima condecoración española. Su decisión la comunica al Gobierno, punto. Que cada uno la interprete como quiera, pero con seguridad, la mayoría de los españoles que vivieron aquellos años irrepetibles, que estamos desolados por las maniobras de demolición de este Gobierno a aquella aventura, aquella gesta, nos sentimos representados por un jefe de Estado que, a su manera, honra a quienes se sienten reconfortados por la lección de generosidad generalizada de unos políticos que sumaron esfuerzos para olvidar lo olvidable y construir una España mejor. En paz y mejor.
Gracias, Señor.
«Es Begoña Gómez la que se pone firme cuando su marido duda o muestra signos de abatimiento»
Volvamos al hoy, a estos días políticamente tan convulsos, y tan decepcionantes.
Hace mucho tiempo, cuando empezaron a publicarse las noticias sobre los dineros que circulaban sin control por el PSOE, cuando se puso en cuestión la cátedra de Begoña Gómez sin cumplir los requisitos necesarios y el presidente de Gobierno se tomó los famosos cinco días de reflexión sobre su futuro político y personal, Sánchez decidió mantenerse al frente del Gobierno porque, responsable él, tenía que salvar a España de la ultraderecha; y hace mucho tiempo —el tiempo se hace muy largo cuando suceden tantas y tan inquietantes noticias— que personas que conocen muy bien a Sánchez y han tenido relación muy cercana con ellos, cuentan que no vale equivocarse: en ese matrimonio, en esa familia, es Begoña Gómez la que marca las pautas a seguir. Es ella la que se pone firme cuando su marido duda o muestra signos de abatimiento.
Costaba creerlo, la esposa de Pedro Sánchez siempre ha mantenido un gesto que parecía de timidez, como si se sintiera incómoda ante la exposición pública. Pero ahora, cuando las informaciones que se van publicando indican que efectivamente ha hecho siempre lo que ha querido aunque le advertían de que había que cumplir ciertas normas, y de hecho su actitud ha provocado algún que otro problema al Gobierno; cuando se niega a que Transparencia informe —como es su obligación— sobre viajes en los que utiliza aviones sin que se sepa a dónde y para qué, o sobre qué personas viajan con la familia y disfrutan de viviendas del Estado con cargo al erario público, o se empeña en utilizar a personal de Moncloa para sus negocios y al recogerlo los medios de comunicación pide que se explique a los periodistas que es lo mismo que hacían las esposa de los anteriores presidentes, lo que es rotundamente falso, es cuando se hace repaso de su actitud y se recuerdan las señales de alerta que lanzaban personas que la conocían muy bien.
«Gran parte de las decisiones que toma Pedro Sánchez están condicionadas por el rumbo que le marca Begoña Gómez»
Ahora la supuesta timidez ya se identifica con un rictus de desdén hacia quienes le buscan las vueltas en lugar de caer rendidos a sus pies. Y su actitud hace pensar que efectivamente gran parte de las decisiones que toma Pedro Sánchez están condicionadas por el rumbo que le marca Begoña Gómez. Ella es la clave de que algunas de las iniciativas del presidente de Gobierno jamás las tomaría el presidente de un Gobierno democrático, que sabe que entre sus principales obligaciones está rendir cuentas ante los ciudadanos. Sobre todo cuando afectan al dinero público, al prestigio del Gobierno y, por las mismas, al prestigio de España.
Cualquiera que lea la prensa extranjera además de la española, comprueba que nuestro país ha bajado muchos puntos. Y si no ha bajado más es porque el jefe del Estado, dentro de las limitaciones que marca la Constitución —que sigue escrupulosamente— es un hombre que pone el nombre de España en lo más alto. Está donde debe estar, donde se le necesita, sea en una reunión internacional de máximo nivel a la que es invitado, o acude a dar el abrazo que necesitan los afectados por una tragedia. Cumpliendo con la Constitución, no se mueve hasta que el Gobierno autoriza ese desplazamiento.
Cuando algunos nos desesperamos ante un gobierno que no tiene como prioridad España y los españoles, nos reconforta que haya un hombre para el que la prioridad es, siempre, España y los españoles.