PP y Vox van a pasar del lenguaje inclusivo. ¿Lo habéis oído 'todes'?
«Hoy existe un movimiento que exhibe una trinidad de categorías totémicas: raza, género y sexualidad. En Valencia dan pasos para derribar alguno de esos tótems»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El Partido Popular y Vox presentaron este pasado lunes una propuesta de ley de modificación del Reglamento de las Cortes Valencianas en un documento de 11 páginas. El acuerdo incluye la eliminación de una serie de comisiones no permanentes entre las que se encuentran la LGTB, que pasa a integrarse en la de Familia, Política Social e Igualdad, y la de la adaptación del lenguaje del Reglamento de la Cámara a las normas de la Real Academia de la Lengua (RAE) en lugar del lenguaje denominado «inclusivo», que es lo que regía hasta ahora.
Bien por todo. Pero ahora voy a hablar de eso del «lenguaje inclusivo». Como saben, se trata de un conjunto de estrategias lingüísticas destinadas a «visibilizar» a las mujeres y, en algunos casos, a personas no binarias en el discurso, evitando el uso del masculino gramatical como genérico (por ejemplo, «todos» en lugar de «todas y todos» o «todes»). El lenguaje «inclusivo», también conocido como lenguaje «no sexista» o con «perspectiva de género», es hijo de los años 70 cuando el feminismo ya se radicalizó y empezó a combatir lo que llamaba «androcentrismo» en todas las áreas, incluso en el lenguaje. Se basa en técnicas como el desdoblamiento (duplicar formas masculina y femenina), el uso de sustantivos colectivos (como «población» en vez de «población masculina»), o neologismos como la terminación en «-e» (todes) o «@» (tod@s).
La idea, dicen, es promover la igualdad. Pero lo que ha conseguido es crear un guirigay donde las formas del lenguaje ordinario se han vuelto falsas y ortopédicas. El lenguaje inclusivo ha generado críticas por llevar a construcciones que algunos consideran forzadas o ridículas, especialmente cuando se aplican de forma literal sin contexto. En España y el mundo hispanohablante ha causado algunos estragos serios. Recordarán que tras un informe de la RAE en 2020 sobre el uso inclusivo en la Constitución, la vicepresidenta Carmen Calvo defendió formas como «Congreso» (en vez de Congreso de los Diputados) para incluir a mujeres.
También se han dado desdoblamientos de este tipo en textos oficiales: en guías del Congreso (2023) se sugiere cambiar «los que tengan mayores a su cargo» por «quienes», aunque críticos como la RAE argumentan que esto implica que expresiones como «los que vivimos en España» excluyen a las mujeres. O neologismos impronunciables, como formas como «todes», «chiques» o «nosotrxs», que han sido tachadas de «galimatías» por la RAE, que las considera ajenas a la morfología del español. En Argentina (influencia de España), un usuario de YouTube parodió esto con listas interminables de «todes», generando burlas virales.
«La mayoría de los hablantes prefieren no volverse locos y seguir las normas tradicionales de la Real Academia Española»
En España, el lenguaje inclusivo no es una norma obligatoria a nivel nacional, pero ha avanzado en ámbitos institucionales y educativos, especialmente bajo gobiernos que se llaman a sí mismo «progresistas». Se ha incorporado en documentos oficiales del Gobierno central (como guías del Ministerio de Igualdad), el Boletín Oficial del Estado (BOE) y textos parlamentarios del Congreso de los Diputados desde 2023. En educación, se promueve en algunas comunidades autónomas (como Andalucía o Cataluña) mediante guías didácticas, aunque no es uniforme. Sin embargo, su uso es voluntario y minoritario en la práctica cotidiana, ya que la mayoría de los hablantes prefieren no volverse locos y seguir las normas tradicionales de la Real Academia Española (RAE). En 2020, un informe de la RAE rechazó su adopción en la Constitución Española, argumentando que el masculino ya es inclusivo en contextos genéricos.
El documento, que es ahora una propuesta, será aprobado con toda probabilidad porque los dos grupos parlamentarios que lo firman, PP y Vox, cuentan con mayoría absoluta en la Cámara autonómica valenciana. El gran Eric Hoffer, pensador autodidacta que marcó el pensamiento crítico estadounidense en los cincuenta, dijo que, aunque vivimos una época sin Dios, nuestro mundo está falsamente secularizado. Hoy existe un movimiento que toma los rasgos de una creencia y que exhibe una trinidad de categorías totémicas: raza, género y sexualidad. En Valencia dan pasos para derribar alguno de esos tótems.