The Objective
Antonio Agredano

Tyson vs. Juanma

«Dijo Tyson que ‘todo el mundo tiene un plan hasta que recibe la primera hostia’. El plan de Juanma ha cambiado. Ya no está tan claro cuándo deben ser las elecciones»

Opinión
Tyson vs. Juanma

Ilustración de Alejandra Svriz.

El boxeo no va ni de golpear ni de que te golpeen. El boxeo va de aprovechar las debilidades del rival. De su cansancio. De su exceso de confianza. De su miedo. De su ansiedad. Los directos siempre entran, tarde o temprano, en un rostro o en el otro; pero hay golpes definitivos, que suelen ser más producto del error del perdedor que del acierto victorioso.

«En el primer minuto de combate yo ya sé dónde flojea, y por ahí le ataco», me dijo el otro día mi entrenador. «Yo lo miro, y lo miro, y lo miro, y lo voy probando, y lo miro… hasta que sé los huecos que deja y sus golpes favoritos. Y a partir de ahí, a boxear. Y que sea lo que Dios quiera». Me lo cuenta con sencillez. Con urgencia. Imitándose a sí mismo en el ring.

Me gusta la política tanto como el boxeo. Que la Sanidad era el punto débil de Juanma Moreno se sabía desde hace mucho tiempo. Las polémicas siempre prendían, los perfiles de las consejeras elegidas eran neutros, poco protagonistas, y Moreno hacía recaer, demasiadas veces, el peso de las críticas sobre sus espaldas.

El PSOE lleva años atacando por ese costado, buscando una y otra vez el hígado de un Gobierno en mayoría absoluta. Y ha sido un terrible error en la notificación de los cribados, un error por el que el propio presidente ha tenido que disculparse y destituir a su consejera, el que ha hecho temblar el templo de la moderación, de los pocos fregados y de esa paz institucional de la que presumía Andalucía.

Ahora habla Juanma de cambios estructurales, de un sistema anticuado, de mucho dinero invertido en la dirección incorrecta. Ahora pone al frente a Antonio Sanz, especialista en emergencias, ahora también domésticas. Y busca oxígeno en la redención, en la restitución y en la resignación. Pero aquí ya no se habla de otra cosa.

«El 15 de marzo ya no parece tan plácido para un hombre que parecía condenado a revalidar su éxito»

Dijo Mike Tyson que «todo el mundo tiene un plan hasta que recibe la primera hostia». Y el plan de Juanma ha cambiado. Ya no está tan claro cuándo deben ser las elecciones. El PP ha movido ficha en Castilla y León, Extremadura y posiblemente Aragón. Pero el 15 de marzo ya no parece tan plácido para un hombre que parecía condenado a revalidar su éxito.

Ya todo depende de cómo se levante Juanma de la lona, en la que indudable está. Pero su rival tiene debilidades, como todos. La extrema izquierda folclórica está desunida y no aspira al voto horizontal. Vox tienen un candidato tibio y, pese a la posible subida de votos, no igualan el suflé de las encuestas de sus siglas a nivel nacional. Y luego está el PSOE, un partido con liderazgos turbios, abrazados a la nostalgia y que sólo parecen haber despertado tras el error de los cribados y alimentados por el dolor de las víctimas.

María Jesús Montero ha encontrado en el drama de muchas mujeres un trampolín desde el que saltar a las portadas de Andalucía. La fiscalidad, el cupo catalán, las manos en el fuego por corruptos, el infierno fiscal parecen haber pasado a otro nivel, pero el tiempo tiene pausa y tiene memoria.

El Gobierno de Juanma Moreno ya combate algunos bulos que han crecido, como setas, a la sombra de un caso localizado e intervenido, por el que se han dado explicaciones, pese al fuelle perenne de la oposición frente a la hoguera.

«La política, al fin y al cabo, es un combate donde la verdad hacer más daño que los puños»

Esto es la gestión, un puñado de éxitos que se derrumban, uno tras otro, tras ser golpeados por un gran fracaso. Y confiar en que la ciudadanía siga confiando. Y atacar, porque motivos tiene, a un partido que ayudó a debilitar nuestra sanidad pública. A una candidata que fue consejera de Salud, como María Jesús Montero, a la que le montaron bastantes mareas blancas. Y que hoy quiere ser salvado de aquello que ayudó a depauperar.

La política, al fin y al cabo, es un combate donde la verdad hacer más daño que los puños y el cinturón lo entrega la ciudadanía, y no los programas de tertulia mañaneros. La toalla solo se tira cuando todo está perdido. Y, pese a la hemorragia y al temblor, no parece ahora el instante preciso.

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