Cómo se arregla el problema de la vivienda
«La realidad es simple: si España tuviera diez veces más empresarios ricos, los sueldos serían más altos. Porque el mercado laboral también es un mercado»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Pedro Sánchez ha convertido la vivienda en su nuevo campo de batalla ideológico. Habla de «especuladores» como si quienes construyen, invierten o alquilan fueran enemigos del pueblo, cuando son precisamente ellos quienes pueden resolver el problema que él mismo ha agravado. En economía no hay milagros: los precios bajan cuando hay más oferta, no cuando se lanzan más decretos. Y en España, construir se ha vuelto una hazaña burocrática y alquilar, un acto de riesgo.
El problema estructural de España
La crisis de la vivienda en España no tiene una sola causa, sino tres que se combinan y se retroalimentan:
- Alquileres muy altos.
- Precios de compra desorbitados.
- Salarios demasiado bajos.
Es decir: el español medio gana mucho menos que el alemán, pero paga lo mismo o incluso más por su vivienda dependiendo de la ciudad. Según Eurostat, en Alemania los hogares destinan de media un 24,5% de su renta a la vivienda. En España, en cambio, más de la mitad de los ciudadanos dedica entre un 40% y 60% de sus ingresos al alquiler o la hipoteca, y el promedio nacional ronda el 47%. Esto significa que el coste de vivir en España, relativo al salario, es uno de los más altos de Europa.
Sánchez promete más vivienda pública con más controles, pero el resultado de su intervencionismo ya lo conocemos: menos inversión, menos oferta y precios cada vez más altos. No hay «especulación» que explique eso: hay política errónea.
La demonización del empresario
El socialismo necesita un culpable, y lo encuentra siempre en quien tiene éxito. Hoy el enemigo de la vivienda son los que construyen vivienda y el enemigo del trabajador son los «ricos empresarios» como Juan Roig o Amancio Ortega, que justamente son los que más empleo crean e impuestos pagan.
«Cuantos más empresarios ‘especuladores’ compiten por construir viviendas, más baja el precio de la vivienda»
Pero la realidad es simple: si España tuviera diez veces más empresarios ricos, los sueldos serían más altos. Porque el mercado laboral también es un mercado. Cuantos más empresarios compiten por contratar empleados, más se eleva el salario. Y cuantos más empresarios «especuladores» compiten por construir viviendas, más baja el precio de la vivienda. Esa es la lógica del mercado: la abundancia genera accesibilidad, la escasez genera pobreza.
Sin embargo, el socialismo insiste en la narrativa de que los ricos son ricos porque los pobres son pobres. Es una falacia. En los países donde hay más riqueza creada, los salarios también son más altos. No es un juego de suma cero.
La lección suiza
Suiza es el ejemplo más claro. Tiene los pobres más ricos del mundo: un sueldo mínimo cercano a 4.500 € mensuales, que en España equivaldría a una renta alta. Pero Suiza también tiene muchísimos ricos. Esa combinación —ricos que invierten y compiten, y trabajadores bien pagados gracias a la productividad y la competencia— crea una sociedad próspera. No hay contradicción entre riqueza y justicia social: la prosperidad de unos impulsa la prosperidad de todos. La clave es permitir que los empresarios creen, que los constructores construyan, que los mercados funcionen. No castigarlos.
Qué necesita España
España no necesita más controles ni más leyes que asfixien al propietario o al promotor. Necesita liberar las fuerzas productivas. Las reformas reales serían:
- Liberalizar el suelo, para que se construya donde existe demanda.
- Acelerar los permisos de obra a 90 días, eliminando la maraña burocrática.
- Derogar la ley de alquileres, que espanta a los propietarios y reduce la oferta.
- Expulsar a los okupas en 24 horas, devolviendo seguridad jurídica.
- Permitir edificios más altos y un urbanismo moderno.
- Atraer inversión privada, en lugar de demonizarla.
Si España construyera un millón de viviendas en tres años, los precios caerían. Con más oferta, los especuladores no tienen espacio. Y si se fomenta la competencia empresarial, los salarios subirán sin necesidad de decretos.
Un país que construye, no que prohíbe
Sánchez y su gobierno siguen obsesionados con frenar la «especulación». Pero lo que realmente frenan es el progreso. Quieren regular el mercado como si fuera un enemigo, cuando el mercado es el mejor aliado de quien quiere prosperar. Cuando se deja trabajar al que construye, invertir al que arriesga y contratar al que produce, la sociedad entera mejora. Cuando se castiga al éxito, se destruye la esperanza.
España no necesita más intervencionismo. Necesita más libertad, más competencia y más confianza en quien crea.
Porque cuanto más se construye, más baja el precio de la vivienda. Y cuanto más empresarios hay, más alto es el salario. El socialismo no entiende esto: cree que la riqueza de unos es la miseria de otros. Pero la verdad es que la riqueza se multiplica cuando se permite crearla.