The Objective
Ricardo Dudda

Periodistas en las cloacas

«Hay periodistas que fiscalizan más a otros periodistas que al Gobierno. Todo vale para que la derecha no se cargue la democracia: incluso cargarse la democracia»

Opinión
Periodistas en las cloacas

Idafe Martín. | Telecinco

Es muy indecoroso que un periodista hable de otros periodistas. En España, sobre todo en los últimos años, se ha convertido en algo muy común. Hay periodistas que fiscalizan más a otros periodistas que al Gobierno. Cuando el año pasado, en su infame carta a la ciudadanía, el presidente Pedro Sánchez señaló a los medios que destaparon su corrupción, muchos periodistas oficialistas salieron en su apoyo: quienes publicaban esas insinuaciones no eran realmente periodistas, dijeron. 

El tiempo acabó demostrando quiénes eran realmente los verdaderos periodistas. Idafe Martín Pérez, que dedicó muchas palabras a THE OBJECTIVE, acabó contratado por la Moncloa para contaminar el debate público; duró seis meses. Otro periodista que dio muchas lecciones era Pere Rusiñol, director de la revista satírica Mongolia. Rusiñol lleva años escribiendo sobre las conexiones entre el poder empresarial y mediático. En 2023 escribió una tribuna en El País donde hablaba de la dependencia de los medios de derechas madrileños de la publicidad institucional, de la opacidad, de medios que funcionan como un «amplificador de operaciones parapoliciales subterráneas». 

Un par de años después, Rusiñol acabó involucrado en una de esas operaciones, en un trabajo mafioso de las cloacas del PSOE. Lo adelantó THE OBJECTIVE antes del verano y ha vuelto a aparecer esta semana en la prensa. Rusiñol fue presuntamente enviado por Leire Díaz, la fontanera del PSOE, para sobornar al fiscal anticorrupción José Grinda: supuestamente le pidió información sensible sobre su superior (el fiscal jefe de anticorrupción Alejandro Luzón), que estaba investigando a la esposa del presidente.

También le exigió que archivara varias causas anticorrupción y le prometió un destino en el extranjero y una recompensa económica. El fiscal denunció ese intento de soborno, el caso llegó a la justicia y acabó archivado porque… el sospechoso no cogía el teléfono. Estaba en tertulias y actos públicos, pero la policía no conseguía contactar con él. El fiscal que archivó la causa dijo que «los hechos denunciados quedan residenciados en una conversación estrictamente privada, en un restringido ámbito de amigable confianza, sin mayores consecuencias de contraste». 

Mientras escribía contra las cloacas, Rusiñol trabajaba para las cloacas de Ferraz. Mientras señalaba a pseudoperiodistas, trabajaba supuestamente para mafiosos. Mientras escribía sobre el «Estado profundo», formaba parte de él. ¡Peor sería que gobernara la derecha! Como decía el exministro Joan Subirats el otro día en la radio: «La posibilidad de Gobierno de derecha y extrema derecha, radicalmente distinto de los valores que la Constitución defiende, hace que la voluntad de mantenerse en el poder tenga una lógica de valores». Todo vale para que la derecha no se cargue la democracia: incluso cargarse la democracia. 

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