The Objective
Tadeu

Edmundo Sarkozy Dantés

«La sentencia es un acto de exhibicionismo judicial: todo ejecutado antes de la apelación. No porque existiera riesgo de fuga, sino porque la ejemplaridad…»

Opinión
Edmundo Sarkozy Dantés

Alejandra Svriz

Hay semanas en que todo son codas, como esta. Pero lo insólito de ver a un presidente francés en la cárcel, algo que no ocurría desde Luis XVI y el colaboracionista Pétain, hace que el premio gordo se lo lleve Sarkozy.

Sarkozy ha sido condenado y entró en la cárcel, donde ya lo amenazan de muerte y duerme con dos escoltas al lado. O quizá los condenados fueron los jueces. La sentencia es un acto de exhibicionismo judicial: cinco años de prisión, inhabilitación inmediata, todo ejecutado antes de la apelación. No porque existiera riesgo de fuga, destrucción de pruebas o recidiva, sino porque la ejemplaridad, se entiende, debe ser pública, inmediata y escénica.

La defensa, en un acto de humor involuntario, pedía el Tribunal de la República, que supone que actuaron como ministros y no como particulares, y no el ordinario que los ha condenado: el primero es un tribunal de excepción donde los ministros son tratados con indulgencia: normal, son doce parlamentarios elegidos por las Cámaras (no es un bulo, no han de ser siquiera juristas) y tres jueces de carrera. Proyectos de ley para suprimirlo fracasaron, claro, porque en todas partes cuecen jueces, y los jueces también dependen de quien dependen en Francia. Sobre todo si no son ni jueces.

Los hechos que llevaron a la condena: reuniones de dos ministros amigos con dignatarios y un condenado por terrorismo libio, cuñado de Gadafi, para presuntas maniobras de financiación electoral. 

La entrada en prisión se justifica por la gravedad de la alteración de la confianza pública, frase que suena más a fórmula retórica que a derecho.

Macron, como parte del espectáculo, recibió a Sarkozy en el Elíseo días antes de su ingreso, mientras el ministro de Justicia, amigo íntimo del condenado, planea visitarlo en prisión. Una puesta en escena que mezcla comedia de salón con tragedia republicana.

La moraleja: Sarkozy absuelto de corrupción pasiva y financiación ilegal, condenado por asociación criminal en grado de tentativa «para obtener ventajas electorales». Pero la verdadera sentencia es para los jueces: quieren ser ejemplares ante un jurado imaginario de ciudadanos indignados, mientras todos los espectadores reales contemplan la función entre la incredulidad, la indignación por la violación de la presunción de inocencia y la risa contenida. Y una izquierda encantada de dar lanzadas al moro muerto.

Sarkozy se ha llevado al trullo El conde de Montecristo. Y su venganza, también política, puede llegar, si gana la apelación. Nunca hay que dar por muerto a Edmundo. Y si es declarado inocente nada le impedería ser candidato a las presidenciales en 2027.

Nota bene. El exministro de Estado Manuel Valls está contando en los medios por qué cree que no lo renovaron, teniendo en cuenta el futuro de Nueva Caledonia. Tiene más razón que un Santo. Pero su deseo de que, en las presidenciales, haya un candidato único en un bloque que fuera de los Gaullistas hasta los socialistas, pasando por los centristas y liberales es un bonito cuento de Navidad.

Coda 1) Feijoó el quiasmáticoFeijóo está que no sabe si soplar o aspirar. Guiñarle un ojo a Junts o humillar a Vox, con el que ineluctablemente tendrá que gobernar cuando y si gobierna.

Como gallego le van los quiasmos, y estos son gran calidad: «Vamos a ver qué pasa, aunque habría que advertirle de que si miente incurrirá en un delito. Yo le digo que escoja bien, aunque si miente irá al juzgado y si dice la verdad también». Y «las preguntas que no le hacen los periodistas a los que les da entrevistas y todas las que quieren hacerle los periodistas a los que se las niega».

El lunes, palomitas, que decía Boye.

Coda 2) Preysler epistolar. El dueño del contenido de una carta es quien la escribió, por razones de propiedad intelectual y de derecho a la intimidad. Preysler y Planeta las han publicado según ella porque son suyas y hace lo que le da la gana. De momento la familia del escribidor no dice nada. La ñoñez de las misivas es decepcionante, pero ya dijo Pessoa que todas la cartas de amor son ridículas o no son de amor.

Para hacerse una mejor idea de este amor y desamor se requeriría del conjunto del epistolario con las respuestas de la destinataria. Eso sí sería interesante, casi tanto como saber si la faz de la tierra hubiera cambiado de ser otra la nariz de Cleopatra Preysler.

Coda 3) Las pirañas también maman. Míriam Nogueras es una piraña moral y físicamente y como tal es temida. Y llegó la hora del cambio de látigo: ahora toca meter miedo a Sánchez, y las bases de Puigdemont votarán lo que éste haya decidido (la pregunta entraña ya la respuesta). No son seis millones. Son seis mil. Seis mil militantes (¿qué se fizo del millón y medio de procesionarios del Onze de Setembre?). Los de Puigdemont creen que se les acabó el brócoli, y que corre, corre que viene Maret, o sea que viene la Orriols, y que from lost to the river. Pero las pirañas también maman. Y no encontrarán mejor teta que la de Sánchez.

Parecía que el cambio de postura y capote de Alemania respecto al catalán como lengua oficial en Europa le venía de perlas al sanchismo ante el abismo que se le abre bajo los pies. Ayer un portavoz Kornelius del Gobierno alemán echó ayer sábado marcha atrás. Seguro que no es bávaro. 

Coda 4) Princesita y farsante. La Princesa de Asturias se estrenó con un discurso que habría encantado a su abuelo en el exilio: pura campechanía y poco más. Aparte de sus irritantes tuteos selectivos (a la fotógrafa mexicana y un señor que no habló, de usted, y eso que son más jóvenes que Mendoza), cometió el error de todo tardoadolescente: hablar de sí misma, pretendiendo hablar de su generación. En tal caso lo indicado habría sido que tomase la palabra Serena Williams, que con tres voleas amazing y dos aces terrifics habría culminado el retrato generacional que pretendió trazar la futura monarca. Pero se le perdona. Primero, porque ya la suspenderá la vida (castrense) y luego porque sus palabras fueron menos vergonzantes, a pesar de todo, que las del farsante primer filósofo en ventas del mundo Byung-Hun.

El por qué de su éxito en librerías es incomprensible. Nada que no diga cualquier influencer apocalítico. Será porque es coreano y escribe en alemán, que lo aprendió de mayor (y eso sí merece un lote de galletas Princesa); a veces uno desearía que hubiera en su lugar mediático un filósofo alemán, aunque escribiera en coreano.

Lo peor de todo, es que cuando se le entiende, como en este discurso de entrega de diplomas escolares, es todavía peor que en sus libros.

Aquí debajo lo que en realidad dijo o quiso decir de no ser por la intervención de los intérpretes de conferencia:

Majestades, altezas y demás víctimas de la sociedad del cansancio:

Me honra recibir este premio, aunque temo que sea ya demasiado tarde. El mundo, como bien saben, ha colapsado. No en un sentido figurado: literalmente, colapsa cada vez que alguien hace scroll infinito en Instagram.

Sócrates era un tábano. Yo soy un pop-up. Irrito, despierto, molesto. Pero alguien tiene que hacerlo, aunque solo sea para recordarles que su libertad no existe. No son ustedes libres: son freelancers de su propia servidumbre. Se autoexplotan con una sonrisa, creyendo que «vivir de lo que uno ama» no es otra forma de esclavitud emocional con factura trimestral.

El smartphone no es una herramienta: es su dueño. El algoritmo no predice su comportamiento: lo redacta. Y la Inteligencia Artificial no va a esclavizar a la humanidad porque ya lo ha hecho, dulcemente, con notificaciones y filtros de belleza.

Vivimos en la era del like vacío, del amor en cuotas y del pensamiento en formato story. La empatía ha sido externalizada y la democracia, sustituida por una encuesta en línea.

Y, sin embargo, todavía me dan premios. Gracias, sinceramente. Quizá lo hacen porque mis profecías suenan bien en streaming. No importa. Mientras me aplauden, seguiré recordándoles que todo está perdido. Pero, tranquilos: siempre podrán comprar mi próximo libro sobre ello. Gracias.

En cuanto al cabaretero Eduardo Mendoza actuando de Eduardo Mendoza: es mejor cuando se disfraza de alguno de sus personajes estrafalarios.

Estas dos frases fuerza demuestran su inanidad sonora, la primera de cantante para adolescentes; la segunda de abuelo cebolleta. «Pero si alguna felicidad he dado a mis lectores, ellos me la han devuelto con creces con su lealtad, su complicidad y su cariño» (sin comentarios). Y dos: «No soy optimista ni pesimista, porque no sirvo para prever el futuro, pero no me gusta el mundo tal como lo veo, quizá porque he tenido la suerte de vivir una larga etapa excepcional de relativa paz, estabilidad y bienestar». (La misma relativa paz, estabilidad y bienestar de que disfrutamos, y especialmente él, disfruta).

Ojalá hubiera jugado al tenis (de mesa) Serena en el Campoamor de Oviedo.

Publicidad