The Objective
Esperanza Aguirre

María de las Mercedes Aizpurua, ideóloga del PSOE

«La portavoz de Bildu siguió al pie de la letra el guion que desde Moncloa han creado y que consiste en calificar de ultraderecha todo lo que no es sumisión a Sánchez»

Opinión
María de las Mercedes Aizpurua, ideóloga del PSOE

Ilustración de Alejandra Svriz

En la sesión de control al Gobierno de la semana pasada, la portavoz del Grupo Parlamentario Bildu, Mertxe Aizpurua, aprovechó la pregunta que le tocaba hacer al presidente del Gobierno para dar un mitin que fue un entusiasta apoyo al eje ideológico del sanchismo, que no es otro que el odio al que no aplaude a Sánchez y a los suyos, entre los que están, en lugar preferente, los proetarras de Bildu.

En su intervención, la diputada por Guipúzcoa siguió al pie de la letra el guion que desde Moncloa han creado y que consiste en calificar de ultraderecha todo lo que no es sumisión a Sánchez y su banda, de la que Bildu está demostrando ser la facción más entusiasta a la hora de aplaudirle.

Al relato de Moncloa, recogido con entusiasmo por la bilduetarra, ésta le dio una vuelta de tuerca más, y es la de identificar la ultraderecha con el fascismo y con el nazismo. Así, sin el menor complejo, calificó de nazis y fascistas a esa más de la mitad de españoles que se considera de derechas y que no comulga con Sánchez y su coalición social-comunista-filoterrorista-golpista-supremacista-racista. Ni se sabe las veces que pronunció la palabra fascista.

Si no fuera trágica la situación que se vive en el País Vasco desde que ETA comenzó a asesinar ciudadanos en los años sesenta hasta ahora, sería motivo de risa que se ponga a criticar a otros la representante de una fuerza política que tiene como ejes de su ideología la mezcla del marxismo-leninismo con el nacionalismo independentista, supremacista y racista. No olvidemos que Hitler también era, además de nacional-socialista, supremacista y racista.

Porque las dos ideologías en que se sostiene Bildu, como todos sabemos, son los dos sistemas totalitarios que más asesinatos han cometido en la historia.

«Su adhesión al comunismo y al nacionalismo supremacista debería ser suficiente para descalificar cualquier discurso de Bildu»

Su adhesión al comunismo y al nacionalismo supremacista debería ser suficiente para descalificar inmediatamente cualquier discurso que saliera de la boca de los dirigentes de ese partido, que, gracias al terror, puede ser que se haga con todo el poder en esas desdichadas provincias españolas.

«¿Qué tiene usted que decir de defensa de la libertad cuando viene de donde viene?» es la única respuesta decente que se merecería cualquier discurso de una persona como Aizpurua. Recordemos que, además de la ideología que hoy predica desde ese partido, disfraz poco disimulado de la banda terrorista ETA, la portavoz, que, con arrogancia y agresividad, levantaba la voz en el Congreso, es una persona condenada en firme por hacer apología del terrorismo y, entre otras muchas hazañas, cuenta con la de haber sido la editora de ese panfleto llamado Gara, cuando tituló en primera plana, al dar la noticia de la liberación de Ortega Lara, «Ortega vuelve a la cárcel».

Pues bien, en vez de despreciarla por su siniestra biografía y por su apestosa ideología, Sánchez, como lleva haciendo siete años y medio, no tuvo la menor duda de que entre Ortega Lara (532 días en un zulo de 3 metros de largo por 2,5 de ancho y 1,8 de altura) y sus secuestradores, él siempre va a estar con los secuestradores y sus herederos. Y en su respuesta le dio la razón en todo, es decir, mostró su acuerdo en calificar de nazis y fascistas a todos los que no le aplauden.

No sólo eso, sino que aprovechó la oportunidad que la pregunta le ofrecía (tanto que no sería extraño que fuera una pregunta pactada) para presumir de las repugnantes Leyes de Historia y Memoria Democráticas y para anunciar que pronto su Gobierno, el Gobierno del Muro que pretende dividir a los españoles en buenos y malos, va a hacer público un catálogo de signos franquistas para que sean inmediatamente destruidos.

No se sabe si entre esos signos Sánchez incluye las placas de los millones de viviendas protegidas que se construyeron desde 1946 a 1975, frente a las cero de Sánchez en sus siete años y medio.

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