No era el día
«Moncloa intentó suspender la sesión de control por el aniversario de la dana. ‘Hoy no es el día’, repitieron para no responder a los numerosos casos de corrupción»

El presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, saluda al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ballesteros (EFE)
Es que ayer no era día. Se lo dijo Pedro Sánchez al no responder a la pregunta que le había formulado Alberto Núñez Feijóo con la advertencia de que se trataba de una pregunta retórica. Tal era que si hoy, en su anunciada comparecencia ante la Comisión del Senado sobre el caso Koldo, el presidente del Gobierno comparecería diciendo la verdad o «haciendo de Pedro Sánchez». Y Sánchez respondió como Pedro Sánchez. Es decir, sin responder a la pregunta. O sea, como hace siempre, pero esta vez con pretexto: «Efectivamente, es una pregunta retórica, pero hoy no es el día. Hoy es el día para la empatía, el recuerdo, la memoria de las víctimas, el compromiso con la Comunidad Valenciana, y ya tendremos ocasión de hablar de estas cuestiones u otras muchas». Que también desaprovecharemos, debió decir para explicar sus intenciones. Sí era el día, sin embargo, para responder a las preguntas de la portavoz del PNV y la de Podemos sobre seguridad y vivienda.
Vox interpeló a Pilar Alegría, pero ésta siguió la estrategia de su jefe y respondió a Gil Lázaro recordando a las víctimas de la dana. «El día de la tragedia ustedes abandonaron a los valencianos por un cálculo político y para asaltar RTVE», respondió su interpelante, a lo que ella erre que erre: «Hoy es un día muy duro y muy especial».
Rafael Simancas, otro genio alternativo de la bancada socialista, no desaprovechó la ocasión para lucir su discapacidad: «La votación del Real Decreto Ley sobre RTVE no fue el día de la dana. ¿En serio hay que mentir hasta en el día de hoy?», a lo que replicaron, reconduciéndole a los hechos, Miguel Tellado y alguno más: «Fue al día siguiente, cuando ya se sabía que había al menos 50 personas fallecidas y pese a que el PP pidió que se suspendiera el Pleno».
No sería justo, sin embargo, cargar la mano exclusivamente sobre la responsabilidad indiscutible del PSOE en aquella bellaquería. Brilló con luz propia Aina Vidal, de Sumar, con un argumento original: los diputados no iban a participar en labores de rescate y, por tanto, no era indispensable que dejaran de trabajar: «Los diputados no estamos para ir a Valencia a achicar agua».
Gabriel Rufián se preguntó si no sería que el PP no quiere que se debata esto, en referencia al decreto de RTVE. Tellado aseguró que el PP daría todas las facilidades para debatirlo la semana que viene o la siguiente, pero no se lo aceptaron.
Mertxe Aizpurua y Néstor Rego dijeron que «los trabajadores de a pie siguen trabajando con normalidad». El peneuvista Aitor Esteban secundó a sus socios: «La suspensión no se ha solicitado antes de empezar el Pleno. Todo ha surgido al empezar y ponerse delante del espejo. Cada uno hace lo que está en sus manos y nosotros tenemos una actividad parlamentaria que cumplir».
Moncloa intentó suspender la sesión de control por el aniversario de la dana. «Hoy no es el día», repitieron para no responder a los numerosos casos de corrupción que salpican al Ejecutivo, al PSOE y a la familia misma de Pedro Sánchez.
Vuelve a repetirse el esquema básico del comportamiento socialista ante las catástrofes. Se trataba en primer lugar de buscar un chivo expiatorio, que al decir de Rodríguez Braun, en definición acertada y brillante, es el mejor amigo del hombre. Lo habían conseguido en los días en que Rodríguez Zapatero asumió la Presidencia del Gobierno en una España traumatizada por los atentados del 11-M. Rosa Díez, por entonces eurodiputada socialista, resumió con mordacidad la estrategia de quienes todavía eran sus compañeros de partido: Los del PP se equivocaron en la gestión del atentado y mi partido aprovechó para robarles la cartera. Era una síntesis adecuada de los hechos. También se repetía, como queda dicho aquí, la estrategia en la lucha contra los jueces desafectos: Juan Carlos Peinado es una puesta al día de Marino Barbero. Los dos han sido acusados de locos y de pretender hacer política.
Lo del funeral que se aprovecha para hacer negocio a costa de los cadáveres tampoco es novedad. Decíamos ayer (en sentido estricto, que uno no es Fray Luis) que el PP propuso suspender la sesión de control al Gobierno el año pasado por la catástrofe y que el PSOE lo aceptó, pero aprovechó la jugada para sacar adelante un pleno extraordinario en el que renovó el Consejo de Administración de RTVE con periodistas o así de la misma cuerda (floja).
«Hubo algunos gritos solo contra el presidente valenciano: ‘sinvergüenza, rata, cobarde, cabrón y asesino’»
Aquello debió de ser del gusto de la peña, porque este año intentaron repetirlo. Era ayer el aniversario de las inundaciones y por ser miércoles, quiso el Gobierno volver a saltarse la sesión de control en homenaje a las víctimas de la dana. La cosa no coló ayer, pero los socialistas decidieron comportarse como si hubiera colado.
Hubo sobriedad en la ceremonia, oficiada por Lara Síscar con solvencia. Mazón quedó fuera del saludo que los Reyes y el presidente tuvieron con las víctimas por decisión del Gobierno, que también seleccionó a las víctimas. Hubo algunos gritos solo contra el presidente valenciano: «Sinvergüenza, rata, cobarde, cabrón y asesino», prueba evidente de que si el dolor merece siempre respeto, no siempre se manifiesta con ecuanimidad y justicia. Al final del acto, volvieron a oírse algunos gritos.
Quizá la presentadora Síscar se dejó llevar por el wishful thinking al definirnos como «un país que se une ante la tragedia». Ojalá, pero como diría el presidente, ayer no era el día.