Cáncer
«Este Parlamento nuestro ya es definitivamente linfoma, carcinoma, sarcoma y melanoma. Y con metástasis que avanza en el resto de los órganos constitucionales»

Ilustración de Alejandra Svriz.
El Parlamento, ya en estado permanentemente vegetativo, o comatoso, o en isquemia cerebral, artrítico, artrósico, esclerótico, esquizofrénico, anoréxico (para algunas cosas) bulímico (para otras) autista frente al clamor social; este parapléjico o tetrapléjico legislador nuestro, que provoca arritmias, qué digo arritmias, embolias si es que no sustos de infarto cuando a su tribuna ha subido, con ritmo parkinsoniano, ese diputado de voz tísica, talante ulceroso, carácter ciclotímico y que suma, al aspecto tuberculoso de su rostro, un discurso diarreico de vaguedades y cirrótico de adjetivos virulentos y purulentos, proclamas psicopáticas, con la concordancia de una diverticulitis y sintaxis esquizofrénica.
Este Parlamento deprimente, digo, donde los aplausos cursan con epilepsia, con la cadencia de una colitis y en el que la presidencia se ejerce catatónicamente, ciega y sorda ante las quejas de la oposición pero incontinente en la permisión a los suyos; ese lugar, incapaz de ejercer las funciones constitucionalmente asignadas —controlar al Gobierno, deliberar con propiedad y dictar leyes con contenido material, promover cuando toca la renovación de otros órganos, aprobar un presupuesto— este poder del Estado, digo, ya cáncer institucional, perdón, tumor institucional nuestro, ha aprobado una proposición no de ley para: «… promover en el conjunto de la acción institucional un lenguaje responsable y empático en torno al cáncer evitando su uso como sinónimo de hecho grupal destructivo, y reconociendo la realidad creciente de quienes lo superan» (negritas mías).
Antes, en la exposición de motivos, este legislador bipolar y delirante, ha afirmado en relación con la palabra «cáncer»: «… es necesario eliminar de los discursos públicos metáforas bélicas («batalla», «lucha», «ganar/perder»), culpabilizadoras («no lo superó», «no fue lo bastante fuerte») o estigmatizantes («esto es un cáncer para la sociedad»)» (negritas mías).
Este Parlamento nuestro ya es definitivamente glioblastoma, linfoma, carcinoma, sarcoma y melanoma. Y con metástasis que avanza en el resto de los órganos constitucionales.