The Objective
Francisco Sierra

Lo que viene

«Para el futuro gobierno será bueno recordar la importancia de la igualdad de los españoles ante la ley y de la solidaridad entre todos nuestros territorios»

Opinión
Lo que viene

Ilustración de Alejandra Svriz.

Nadie sabe en qué momento Pedro Sánchez tendrá que admitir que no puede estirar más la inmoralidad de gobernar en una democracia parlamentaria sin el Parlamento. Pasará a la historia, esa que tanto le preocupa, como el presidente democrático que socavó hasta extremos inimaginables la separación de los tres poderes por sus ataques e intento de control del poder judicial y por su voladura, por activa y pasiva, de la independencia del poder legislativo al que ha menospreciado, mentido, desvirtuado y hasta insultado. Sabe que sus mentiras cada vez le sirven menos para distraer y desorientar. Siente ya la cercanía de esa tormenta perfecta que se avecina de juicios y procesos por corrupción.

Tras siete años de Gobierno «sanchista» el panorama ético de las instituciones y de la propia vida política española ha quedado muy dañado, tanto que no será fácil explicar al que venga de otro partido a gobernar, sea quien sea, que muchas cosas que se han hecho en estos siete años no se pueden hacer, aunque las haya hecho, e incluso haya presumido de ellas, Pedro Sánchez. 

La lista sería eterna. No se debe gobernar sin una mayoría estable. No se debe gobernar con decretazos a espaldas del Parlamento y huyendo de los informes de los órganos preceptivos como el Consejo de Estado o el CGPJ. No es bueno invadir hasta la colonización salvaje todas las instituciones fundamentales en la vida del estado. Es saludable que los jueces sean los que elijan a los jueces, como recomienda la UE. Es necesario que la estructura orgánica judicial se respete. Que no se permita, por ejemplo, que el Tribunal Constitucional actúe fuera de ámbito al asumir inexistentes funciones de casación por encima del Tribunal Supremo. Aunque sea para liberar a los responsables socialistas del escándalo de los ERE.

El que venga tendrá que recuperar, y va a costar mucho, algo tan importante para un país como el «sentido de estado». Esa preocupación que sitúa por encima los intereses presentes y futuros de España a los intereses personales del presidente por seguir en el poder como sea. Para el futuro gobierno será bueno recordar la importancia de la igualdad de los españoles ante la ley y de la solidaridad entre todos nuestros territorios

Parece una simpleza, pero tendrán que recuperar los que gobiernen la premisa de que ninguna minoría política, social o territorial puede pisotear los derechos fundamentales de la mayoría y que toda mayoría debe respetar los derechos legales y sociales de las minorías. Y si esas minorías territoriales o políticas juegan al chantaje con sus votos, el que acceda al poder tendrá que volver a reimplantar la premisa de que los intereses de la soberanía nacional están por encima de todo.

Llegará, tarde o temprano, ese momento de que la ciudadanía vuelva a hablar. Sánchez insiste que será en el 2027, mintiendo una vez más al decir que él siempre termina los mandatos. Puede que sea antes. Se avecina una oleada de convocatorias autonómicas que van a ir marcando el ritmo político. Una oleada que sin duda vendrá muy marcada por los maremotos de los procesos judiciales contra la corrupción que tienen también calendario propio.

Todo cambiará para cuando Pedro Sánchez se decida a convocar elecciones. Sigue buscando el paisaje electoral menos malo. El actual no parece el más indicado para ganar pese a los esfuerzos del CIS de Tezanos y de RTVE que se ha convertido en la mayor máquina de propaganda del poder desde el NO-DO de Franco.

«El PP tiene todo a favor, pero con todos moviéndose en contra, incluso algunos de los suyos»

Si analizamos la situación de los partidos nos encontramos al PSOE, con un funcionamiento interno que oscila entre lo «búlgaro» y lo «coreano del norte». El partido es una organización que solo trabaja bajo los designios y caprichos de su líder, Pedro Sánchez, que ha exterminado cualquier voz crítica en el seno del PSOE. Más allá de Page, con todavía poder real y mayoritario en Castilla-La Mancha, y algún escarceo de Jordi Sevilla, el resto de la militancia socialista ha callado y sigue pensando solo y únicamente lo que le diga el líder que piensa en cada momento. Nadie critica la corrupción o los proyectos del gobierno que atentan a la esencia socialista. El que se mueve no es que no salga en la foto, es que es fusilado políticamente.

El PP tiene todo a favor, pero con todos moviéndose en contra, incluso algunos de los suyos. Pocas veces un partido ha tenido la facilidad que tiene el PP para pegarse tiros en sus propios pies. La indecisión y permisividad de Alberto Núñez Feijóo con algunos de sus presidentes autonómicos le llevó a limitar su triunfo en el 23. Su poder autonómico ha sido su fuerza, pero también su talón de Aquiles. La permanencia del inmoral Carlos Mazón al frente de la Generalitat Valenciana tras el desastre de la dana les ha hecho perder toda esperanza de recuperar un relato en el que parecen olvidadas ya las responsabilidades de la administración central por su inexplicable tardanza de varios días en ayudar. Los cribados, los incendios, todo va a ser usado por Sánchez y si no siempre le queda Vox para hacerle daño..

Porque Vox sigue siendo el mejor aliado electoral de Sánchez. Pareciera que su único y deseado rival fuera Feijóo. Han conseguido atraer un voto joven desencantado del bipartidismo y siguen creciendo mucho en los sondeos. Tanto que hasta Sánchez sueña con que ello le permita ganar, aunque sepa que la suma del PP y Vox parece totalmente imbatible, pero sí complicada y peligrosa para los de Génova.

En el caso de Sumar su mayor riesgo es que pronto lo veamos desaparecer como un puño cuando se abre la mano, que decía el maestro de la novela negra, Dashiell Hammett. Su electorado se evapora: o vuelve a sus orígenes territoriales o escucha… mientras que los cargos públicos de Sumar que solo sueñan con ser abducidos y fichados, con mando y plaza, por los socialistas. Algunos serán recompensados por llevar años callados frente a la corrupción y a todos los troleos que les han hecho desde Moncloa y que ellos han sufrido en silencio.

Podemos crecerá. Pablo Iglesias sueña con la venganza en plato frío o caliente, o sin plato. Sueña con la venganza. Han jugado a ser Junts y lo han hecho mal. Solo obtuvieron migajas y, además, en los grandes órdagos se acobardaron y mantuvieron al gobierno. Juegan a ser malos, pero les han superado siempre los de Junts. Los de Puigdemont han intentado hacer mear sangre a Sánchez y al final no se sabe bien quién ha toreado a quién. Chantajearon hasta donde pudieron, pero despistaron la retaguardia y ahora Alianza Catalana les come la tostada. Sí o sí. Lo tienen mal. Tampoco en ERC están para tirar cohetes. Cierto que han conseguido promesas de competencias, financiaciones y privilegios. Pero Junqueras sigue inhabilitado y Salvador Illa de president.

Y luego está lo de Sánchez con Bildu. Eso ha sido el pandemónium. Negó, mintió y luego blanqueó y defendió a los hijos políticos de ETA. Les regaló Pamplona a esos que nunca han condenado realmente el terrorismo y que siguen recibiendo a los asesinos de ETA como héroes.

Esta podría ser una foto del paisaje. Pero las fotos una vez hechas envejecen. Nadie sabe qué pasará cuando avancen las investigaciones judiciales y policiales sobre una posible financiación ilegal del PSOE. O cuando se conozcan más informes de la UCO o cuando empiecen los juicios por corrupción. Sánchez espera y hace que ríe con sus nuevas gafas, aunque la procesión, todos sabemos, va por dentro.

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