Mazón, ¿a prisión?
«Convendría que sus señorías dejaran de sumarse a esa política populista de demandar la trena para Mazón y se pusieran a actuar para que no se repita»

Ilustración de Alejandra Svriz.
No es el único, pero sí el que tiene la mayor losa. No es el único responsable, pero sí el hombre que, a la mañana siguiente de la trágica dana, no le pidió al Gobierno que decretara la emergencia nacional. No quiso pedirla, y volvió a mentir el president en su vergonzosa comparecencia del lunes (¿a cuento de qué comenzar parapetándose tras los Reyes, con un agradecimiento insistente al inicio de su perorata?). No lo hizo por no querer ceder sus competencias a la Administración central. De un líder del Ejecutivo valenciano se espera saber responder ante la tragedia, y aquella tarde mortal, su llegada al centro de crisis se produjo demasiado tarde. Su desconexión entonces sigue siendo injustificable y aún inexplicada; o, dicho de otro modo, explicada con varias versiones distintas.
La responsabilidad política de Mazón se ha ido a resolver con algo que era un clamor hace ya un año: su dimisión. No tenía —ya nunca más la tendrá— la credibilidad suficiente para ser el hombre que liderara la perentoria necesidad de reconstruir lo que hoy, en muchas zonas de la huerta sur de Valencia, sigue siendo un escenario de guerra. Conviene acudir a las palabras, no como parapeto sino como reflexión, del rey Felipe VI en el funeral de Estado de la pasada semana. El monarca reclamó que se sigan «analizando las causas y circunstancias de la tragedia, con el fin de extraer con rigor y serenidad las lecciones necesarias para mejorar nuestra capacidad de afrontar en el futuro otras grandes catástrofes y evitar o minimizar en lo posible sus peores consecuencias».
No discuto con las víctimas —ni se me pasa por la cabeza—, no me puedo poner en su piel —¿cómo hacerlo sin resultar hipócrita? —, y no me verán reprocharles que sean ellas, con todo su dolor, toda su rabia, toda la frustración posible, quienes pidan cárcel para Carlos Mazón. La demanda de prisión para el inoperante Mazón es una reclamación de muchas de las personas afectadas por el agua que segó la vida de sus padres, hermanos, amigos, hijos, tíos o prometidos. Sin embargo, sí creo que los políticos no están para exigir cárcel a nadie; para sumarse —sorprendentemente, desde una izquierda que siempre se proclamó antipunitivista— al discurso carcelario, a la prisión como solución para el defenestrado Mazón. Y cuantos más años, mejor (supongo).
Parte de la derecha —y la derechona— sacó el champán cuando Santos Cerdán, en junio y tras declarar ante el Tribunal Supremo, se montó en el furgón rumbo a la cárcel madrileña de Soto del Real. Y fantasean, en sus horas más imaginativas, con ver a Pedro Sánchez engrilletado camino de la trena. Si hay motivos para ello, que así sea, pero ese ánimo carcelero no está entre mis placeres cotidianos. Sería mucho más interesante —y, a la postre, más necesario para este país— analizar qué se puede cambiar para que no sea fácil meter la mano en la caja, para que un presidente no disponga de tantos poderes del Estado que se plieguen a su paso, que existan mecanismos auténticos de control sobre el gasto público. Pero todo eso es más aburrido que pedir la cárcel para Sánchez.
«Queda por ver si la justicia considera que hay indicios de una responsabilidad delictiva en la gestión de la dana»
Irremediablemente, Mazón ya es un símbolo —por negativo— de una de las mayores catástrofes naturales de la historia de España. La responsabilidad política ha derivado en su tardía dimisión. Queda por ver si la justicia considera que hay indicios de una responsabilidad delictiva en la gestión de la dana: si su negligencia e incompetencia tienen efectos penales. Si la justicia toca el martillo y dicta su condena, que la cumpla.
A la espera de verlo, convendría que sus señorías dejaran de sumarse a esa política populista de demandar la trena para Mazón y se pusieran —seriamente— a evaluar lo sucedido y actuar para que no se repita. Es decir: las mil y una obras pendientes, los nuevos planes para que no se vuelva a desbordar el Barranco del Poyo, la urgente aclaración de la responsabilidad de competencias entre gobiernos en una situación de crisis. Todo ese tipo de actuaciones lentas como una tarde de domingo, soporíferas, las que no caben en un tweet donde un diputado venga a decir: «Mazón, a prisión».