The Objective
Santi González

Peter Lorre Ortiz en su ecuador

«Cabe preguntarse para qué filtra alguien a un periodista una noticia que quiere que permanezca en secreto»

Opinión
Peter Lorre Ortiz en su ecuador

Ilustración de Alejandra Svriz.

Había que ver el careto de Álvaro García Ortiz sentado entre ropones con una cara que parecía la de Peter Lorre, calificada por Woody Allen con sus aspiraciones juveniles cuando dijo tras ver El halcón maltés: «Inmediatamente, supe que quería parecerme a Peter Lorre. La idea de convertirme en un ser afeminado y lloriqueante, en una especie de comadreja grasienta, me atrajo irresistiblemente». Uno daría un año de vida por repetir el diálogo de Bogart  con Lorre en Casablanca: «Me desprecias, ¿verdad, Rick?» «Probablemente lo haría si pensara alguna vez en ti». La diferencia es que no tenemos más remedio que pensar en él al cruzar el ecuador de su proceso.

Ya no se trata solo de lo que podríamos llamar «testigos inamistosos», la fiscal superior de Madrid, Almudena Lastra, y el fiscal de Delitos Económicos, Julián Salto. A la acusación política han venido a sumarse el que fuera secretario general del PSOE de Madrid, Juan Lobato, y la jefa de prensa de la Fiscalía, Mar Hedo. Del primero ya conocíamos su mosqueo cuando recibe la información sobre los correos de Alberto González Amador para que se lo suelte a la presidenta de la Comunidad en el pleno de aquel jueves. Él no las tenía todas consigo y ante la falta de seguridad de que el origen de aquella revelación fuese lícito, acudió a un notario para que levantase acta de su mosqueo. Su testimonio ante el Supremo fue taxativo: «Me pidieron desde el Gabinete de Presidencia que sacase los correos de la Fiscalía cuando no habían sido publicados aún por nadie». 

Otra declaración notable fue la de Pilar Sánchez Acera, exdirectora de Gabinete de Óscar López Águeda, cuando este era director de Gabinete de Pedro Sánchez Pérez-Castejón y número dos del PSOE de Madrid, ahora que su número uno es el citado Óscar López. Ella declaró que no sabe cómo llegó a su teléfono la imagen del correo entre el abogado de Alberto González Amador y el fiscal de delitos económicos, Julián Salto. No sabe o no lo recuerda o no le consta, como se hartó de repetir Sánchez en su comparecencia en el Senado. El jefe no sabía si su suegro prostibulario había podido subvencionar su partido a título particular, ignorando que la cuestión no era a título de qué ejercía el mecenazgo, sino que aquel dinero estaba manchado de origen por la explotación sexual de las pupilas de los prostíbulos de  Sabiniano & Brothers. De la misma manera, el asunto de José Luis Ábalos no estaba en su vocación putera, sino en que se lo pagaba con dinero público. Por los demás, Sánchez Acera no recuerda quién le envía los correos, como el jefe no recuerda de dónde le viene el dinero. Esta Pilar no conserva el móvil para poder comprobar quién le envió la información, es curiosa esta constante de borrar los datos de sus dispositivos que tiene toda esta banda.

Mar Hedo, con una vinculación más estrecha con García Ortiz por ser su jefa de prensa, vino a clavarle una estaca en el quinto espacio intercostal, al reconocer que ella redactó la nota de prensa, pero que fue al dictado del fiscal general, y que el entrecomillado con el texto del novio de Ayuso se lo dictó don Alvarone. No hay mucho más que decir, esto es lo que se llama revelación de secretos en toda tierra de garbanzos democráticos.

Un periodista, un tal José Precedo, declaró que había conocido el correo el 6 de febrero, una semana antes de que lo tuviese el Fiscal General, pero que no pudo publicar la imagen porque la fuente así se lo había pedido con insistencia. «Sé que García Ortiz es inocente, pero no puedo decir mi fuente», remató. No lo publicó por deseo de la fuente y no puede decir quién es la fuente, un secreto perfecto. Cabe preguntarse para qué filtra alguien a un periodista una noticia que quiere que permanezca en secreto.

El secreto profesional o el secreto de las fuentes fue también el recurso del periodista de la Sexta, Alfonso Pérez Medina. «Teníamos el contenido literal», dijo, pero no quiso dar detalles porque eso afectaría al secreto de las fuentes.

El novio de Ayuso, testigo y no acusado, como pretende esa basurilla que presentan en La Uno Gonzalo Miró y Marta Flich dio la campanada emotiva, aunque exagerada, al anunciar que sus dos opciones eran el exilio o el suicidio. Estuvo prudente el presidente del Tribunal al no recomendarle ninguna de las dos. El proceso seguirá el martes, pero habiendo llegado a la mitad de la vista, Don Alvarone puede estar seguro de que esto no hay quien lo levante.

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