La izquierda ha perdido a los jóvenes
«Según todos los datos recientes, incluido el CIS, la derecha es el nuevo punk»

Alejandra Svriz
Hoy, en el fin de semana, el periódico del régimen nos regala aquella prensa servil de cuando entonces, y nosotros la leemos con la misma concesión que antaño le hacíamos al BOE. Con El País, digamos que se observa como un afán por la formación de la juventud moderna, pero digamos también que esto es un fenómeno del que se ocupa bien la sección cultural cuando recomienda libros y música. Y, pasando del cine al humor, el plato fuerte llega en las páginas de Estilo de vida. El tema son los bulos, culpables del nuevo psicodrama familiar.
Padres «radicalizados» por las redes sociales, hijos impotentes que se distancian, cenas convertidas en debates de La Sexta por culpa de los bulos fascistas. El periodista adopta un tono clínico, casi terapéutico, como si de verdad estuviera analizando un paciente: «¿Qué hacer ante un padre radicalizado?»
«Andrea, por ejemplo, describió así la transformación de su padre, de 72 años: ‘Siempre ha sido partidario del PP, pero desde hace unos años está totalmente radicalizado. No vota a Vox porque se siente muy comprometido con el PP, pero su discurso es de extrema derecha. Todo el contenido que ve por redes sociales se lo cree sin ningún tipo de reflexión previa. Parece que el odio que se ha gestado en su interior hacia la izquierda es tan fuerte que la emoción lo invade todo’».
Lamento que el único personaje real de este reportaje es Iker de Cuarto Milenio, y que según todos los datos recientes (incluido el CIS, vamos), la derecha es el nuevo punk, es lo que se lleva. Toda esta movida juvenil de El País responde sin duda a un cansancio y distanciamiento de la juventud más fina de los partidos de izquierdas, los jóvenes se han cansado de ser pobres y quieren recuperar aquel estilo de vida tranquilo, bohemio, un poco casero y tradicional de antaño.
«Según todas las encuestas, los nuevos votantes y abstencionistas del 23-J votarían hoy mayoritariamente a la derecha»
Según todas las encuestas, los nuevos votantes y abstencionistas del 23-J (los que tenían dudas) votarían hoy mayoritariamente a la derecha. Comparativamente, las formaciones de izquierda son incapaces de engañar con su discurso de que el patriotismo es pagar impuestos. Son percibidos como los artífices de esta precariedad económica y laboral que sufrimos: dificultad para acceder a vivienda, empleos inestables y ausencia de capacidad de ahorro…
También están de vuelta los «valores tradicionales» y que ahora las juventudes consideran valiosos: el trabajo, la autonomía financiera, la familia. No una paguita del Estado. Mientras tanto, los de El País han comprendido que esos votos tienen, como el euro, mejor cotización y se disponen a disfrazar a los chavales de lo que no son.
Es consoladora esta generación que no pretende salvar España, como el 98, ni deshumanizar España como el 27. No hay épica, ni tragedia. Solo un deseo de normalidad, de tener trabajo estable, independencia, familia, libertad para planear su vida sin esperar milagros estatales. Y ahí, paradójicamente, hay algo bello y revolucionario.