Junts rompe, ¿harán algo?
«Puigdemont debería actuar y demostrar que tiene más criterio y cerebro político que el ínfimo demostrado hasta ahora»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Le hicieron una ley de amnistía, pero tiene que seguir huido en el exilio. Les dieron el control pleno de fronteras, pero la Policía Nacional y la Guardia Civil se encargan de ellas. Les prometieron que el catalán sería lengua cooficial de la Unión Europea y tiene el mismo tratamiento oficial que el cheli. Y así con todo. Carles Puigdemont se creía muy listo, pero el resultado de toda su negociación pone en evidencia lo tonto que ha sido. Pedro Sánchez lleva riéndose en la cara de Puigdemont, Turull y toda la cúpula dirigente de Junts desde que consiguió seguir en la Moncloa después de perder las elecciones. Les prometieron todo y les han dado mucho menos que nada. Están desalojados de la Generalitat, les quitaron la alcaldía de Barcelona y a su costa la izquierda de ERC —su rival natural— tiene más poder. Además, los están sorpassando desde la neo extrema derecha nazionalista. Puigdemont debería actuar y demostrar que tiene más criterio y cerebro político que el ínfimo demostrado hasta ahora.
Junts cayó en el síndrome del conservador acomplejado. Como el PNV. Siendo partidos que representan en sus pueblos a la derecha burguesa conservadora, sus líderes se han dejado engañar escuchando —y lo peor de todo, creyéndose— que eran «progres». Han sido tan estúpidos que se sienten partidos homologables —como uno más— por la izquierda sectaria y radical. Así a Junts le han robado los cargos y la cartera. Son nazionalistas acomplejados que no quieren creer lo que, en privado, piensa de ellos la izquierda: son fachas.
Cuando por fin sus bases han tenido la oportunidad de votar la relación de su partido con Sánchez ha ganado romper. El PNV debería tomar nota. Por mantener a Sánchez ya han perdido Alava y Guipúzcoa. Y no son pocos los miembros del PNV urbano que están pensando en crear una ‘Aliantza por Euskadi’. Los votantes y militantes no soportan más seguir sosteniendo a los corruptos y puteros de Pedro Sánchez & Co. Eso que mantienen sus líderes.
Sobre los pactos y negociaciones entre Sánchez y el prófugo Puigdemont hay que pensar que el pacto duró lo que tardó Santos Cerdán en entrar en la cárcel. El electricista resultó ser un genio del diálogo y la negociación política. Sobre todo, comparado con su sustituto. José Luis Rodríguez Zapatero, el esbirro de las dictaduras —Venezuela o China— que se autoproclama como uno de los grandes negociadores del mundo porque terminó con ETA. No fue una negociación, fue una lamentable claudicación de su gobierno ante los terroristas. Con Santos Cerdán se mantuvo el apoyo a Sánchez por parte de Junts, a pesar de los incumplimientos. Con Zapatero, aunque haya suplicado de rodillas ante Puigdemont, se ha terminado. Entre el mensajero Cerdán y Zapatero la diferencia está en la mochila que siempre cargaba Cerdán. En ella debía viajar el bagaje político que hacía que las cosas fluyeran. ¿Qué no llevaría Cerdán en su mochila con el manejo de fondos descontrolado que tiene el sanchismo? El exilio siempre ha sido algo carísimo.
El final del apoyo de Junts debería suponer el final de la legislatura. Eso sería lo normal en un estado democrático de derecho. Algo que no es la España de Pedro Sánchez. Cuando tener o no tener el apoyo del pueblo no cambia la presidencia es que el régimen es una dictadura o una autarquía como la de Pedro Sánchez. Un régimen no democrático establecido por el PSOE junto a partidos de origen terrorista como Bildu, comunista como Sumar y Podemos… Además de un grupo de seudoperiodistas que trabajan en seudomedios que hacen de voceros cómplices del régimen. Cómplices de la violación de la separación de poderes, de la censura y manipulación, de la división de la sociedad y de intentar tapar la corrupción y el delito, manchando el ejercicio del periodismo, como está sucediendo en el juicio contra el Fiscal General del Estado. Según Turull la situación actual es de «anomalía democrática». Esa anomalía es la que sufre España desde el inicio de la legislatura en 2023. Y Junts es corresponsable.
«La entrega de fondos Next Generation está comprometida a unas reformas legales que están en trámite parlamentario y que, como todo en Sánchez, no han sido negociadas con la oposición»
El incumplimiento constitucional del Gobierno de Sánchez es clamoroso. Tercer año consecutivo sin presentar Presupuestos. Y sin ninguna capacidad legislativa. Sus mentiras empiezan a tener consecuencias dramáticas para la sociedad española. En su día Sánchez se pavoneó de haber conseguido fondos por 160.000 millones de euros de la UE para España. A España se le concedieron esas ayudas por el tamaño del país y su comprometida situación económica.
Habrían otorgado los mismos si el presidente hubiera sido la cabra coja de la Legión. E igualmente estarían supeditados a unas imprescindibles reformas legales que exige la UE para su desembolso. A los costes reputacionales, democráticos, institucionales y de degradación internacional que supone Sánchez para España, puede que haya que sumarle 90.000 millones de euros más por su permanencia en La Moncloa. Sánchez nos puede costar a los españoles más de la mitad de los fondos otorgados para la modernización, adaptación y digitalización de España.
La entrega de fondos Next Generation está comprometida a unas reformas legales que están en trámite parlamentario y que, como todo en Sánchez, no han sido negociadas con la oposición. Por ello, no es un problema del Partido Popular, ni de Vox. Es un gravísimo problema de Pedro Sánchez con serias repercusiones en el futuro de todos los españoles.
Dentro de las múltiples reformas institucionales habrá que establecer, lamentablemente para el futuro, que la arbitrariedad de cualquier presidente que decida aferrarse a gobernar sin capacidad legislativa sea tipificada como delito con pena de cárcel. Y que su conducta suponga la perdida de miles y miles de millones de euros de fondos europeos necesarios para la sociedad española sea un agravante. Pedro Sánchez es responsable de ambas situaciones. Él es quien, una vez comunicada la retirada de Junts, ha perdido la capacidad legislativa y nos puede costar una fortuna. Y por eso debería convocar elecciones. No hacerlo supone que, como Mazón, tampoco quiere perder el aforamiento. Por algo será.