El informe que debería tumbar un gobierno (y un sistema)
«Todo es así: confundir permanentemente lo urgente con lo banal. Cuando el sabio señala a la luna, el activista se se fija en las gafas del presidente»

Un hombre sin hogar camina por los soportales de la Plaza Mayor, en Madrid.
No diré mucho más de Rosalía, porque ya están todas las palabras como el papel higiénico en pandemia: sin existencias. A favor (y mucho) de una artista que labra su propio camino: originalísima, talentosa, brutal. El presidente Pedro Sánchez sí tuvo a bien dedicarle unas lisonjas en su cuenta de X, con el aplauso de los politólogos afines, porque tenemos un presidente chulísimo que escucha a la Rosi. Otro día más amanece sin que se hayan presentado los presupuestos, pero qué manejo tiene nuestro líder en sus recomendaciones «culturetiles» en TikTok; otro día más sin que haya un plan de acción eficaz contra la crisis de la vivienda; pero algunos se conforman con que Broncano le ganó a Motos en las audiencias. Todo es así: confundir permanentemente lo urgente con lo banal, lo anecdótico con lo trascendente. Cuando el sabio señala a la luna, el analista, activista o militante se fija en las gafas nuevas del presidente.
Que Pedro Sánchez y su equipo de comunicación manejan bien el meme es un hecho. Ya lo hacía, a su modo, Rajoy, y ahora andamos con el presidente que mutó en «Perro Sanxe». Soy consciente —porque soy uno de los millones de afectados— de cómo la dopamina de las redes nos ha freído el cerebro: nuestra capacidad de concentración está por los suelos, y dedicar un rato —con el móvil bien lejos— a leer un informe de Cáritas igual no es el plan más atractivo de estos días otoñales. Aviso: no es algo placentero como escuchar LUX. Es, simplemente, aterrador. Y ha sido una noticia que no ha recibido la atención ni el escándalo que merece. Son datos que nos muestran un país muy lejos de la moqueta desde donde el presidente nos ilumina con una nueva recomendación literaria o musical para gozarlo cada fin de semana.
Desde 2007, la exclusión severa ha aumentado un 52%, hasta afectar ahora mismo a más de 4,3 millones de personas. «Exclusión severa» supone estar fuera de los niveles que fija la sociedad para integrarse en ella. El 67% de los hogares en situación de exclusión moderada tiene al menos uno de sus miembros con trabajo. Sobre vivienda: el 45% de la población que vive en régimen de alquiler a precios de mercado está en riesgo de pobreza y exclusión social. En cuanto a los jóvenes: su tasa de pobreza se sitúa en el 29% y es la más alta de todos los grupos de edad —y una de las mayores de Europa—. Acceden a su primer empleo en peores condiciones y con salarios entre un 15% y un 30% inferiores a los de las generaciones anteriores.
Una clase media en vías de extinción, camino de la pobreza. Los hogares más golpeados: los de familias monoparentales lideradas por mujeres. Del total de hogares en exclusión severa, casi la mitad pertenecen a mujeres (el 42%, más de 15 puntos porcentuales más que en 2007). Unos jóvenes que no pueden levantar cabeza, anímicamente hundidos; algunos se lanzan a no creer en una democracia que no les da estabilidad. Ya el trabajo no garantiza nada: la precariedad laboral afecta a casi la mitad (47,5%) de la población activa. Son 11,5 millones de personas atrapadas en diversas formas de inseguridad laboral. Hay, además, un problema de soledad vinculado a la pobreza: el nivel de aislamiento de las personas en exclusión severa se ha quintuplicado, pasando del 3,2 % en 2018 al 16,6% en 2024.
Leo a Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación Foessa y coordinador del informe: «Llegamos a la paradoja central que define nuestro tiempo como una sociedad del desasosiego. Coexiste esa bonanza económica aparente con malestares estructurales profundos: vidas bloqueadas, soledad, angustia ecológica, desesperanza. Vivimos en una sociedad ecológicamente vulnerable, anímicamente desasosegada y socialmente desgarrada». Esto es un informe que tumba a un gobierno, pero no solo eso: es un informe que tumba un sistema. Unos gobiernos —porque no hablo solo del Ejecutivo central— que no están cumpliendo con la labor de mejorar la vida de la gente. Un sistema —y no quiero recurrir al ya citado ejemplo de la Dana— que necesita urgentemente una revisión. Somos más pobres, estamos más solos, pero Sánchez puso un tuit sobre el disco de Rosalía. «La economía española no va como una moto, va como un cohete», viene diciendo el presidente. ¿Lleva las gafas puestas?