Preguntas sin respuesta
«A todas y cada una de ellas ha dado Moncloa la misma respuesta: ‘El Gobierno no realiza valoraciones sobre informaciones periodísticas’»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los diputados este miércoles. | Europa Press
El Partido Popular había formulado 13 preguntas al presidente del Gobierno sobre las andanzas de su hermano músico, a tenor de la magistral instrucción que la juez Beatriz Biedma había ido dibujando de sus trapacerías. Son todas muy pertinentes. En la primera se la preguntaba: «¿Considera el Gobierno compatible con los principios de transparencia y ejemplaridad que el hermano del presidente viviera en la Moncloa mientras simulaba su residencia en Portugal para beneficiarse de un régimen fiscal más favorable y dejar de ingresar impuestos en España?».
La segunda tenía su aquel añadido porque no trataba solo del hermano del presidente, sino del presidente mismo: «¿Por qué no colaboró con la Justicia el presidente del Gobierno cuando conoció el falso testimonio que su hermano realizó en su declaración ante la magistrada titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Badajoz, donde aseguró que tributaba en el país luso porque residía allí, cuando en realidad, lo hacía en la Moncloa?».
Y seguían otras 11 en el mismo plan. La Moncloa ya había tenido que enfrentarse a esta cuestión cuando salió a la luz en septiembre. Y dio entonces una respuesta inenarrable, que «no vamos a hacer comentarios sobre quién se aloja en la residencia familiar del presidente». La residencia, ¿quiere decir «privada» del presidente del Gobierno? Hombre, no, siempre he sostenido que la confusión de lo público con lo privado es la condición necesaria y suficiente de la corrupción. Es confundir el Palacio de la Moncloa con los cuatro pisos que les fue comprando Sabiniano durante su relación matrimonial. Y es mucho confundir, aunque el origen del dinero con el que se pagaron estos fuese también ilícito.
Luego han venido estas 13 preguntas de noviembre y a todas y cada una de ellas ha dado Moncloa la misma respuesta: «El Gobierno no realiza valoraciones sobre informaciones periodísticas». ‘Salvo que le convenga’, debió añadir tras una coma. Uno comprende que el sanchismo tenga una opinión manifiestamente mejorable de las informaciones periodísticas a juzgar por lo que tiene en la prensa, radio y televisión amigas, pero no hay que generalizar.
Ahora que están en ese fiasco del medio siglo del óbito del dictador, convendrá conmigo, presidente, que la información que traía la portada del ABC de 20 de noviembre de 1975: «Franco ha muerto» en grandes titulares bajo un retrato del extinto, merecía toda su credibilidad. Seguramente a usted le merecen todo el crédito del mundo las portadas de todos los periódicos de España en aquel comienzo de junio de 2018 en los que se proclamaba que su moción de censura contra Mariano Rajoy había ganado en el Congreso y que usted tomaba posesión de su nuevo domicilio particular.
El decano del Colegio de Abogados de Madrid, Eugenio Ribón, declaró ante el Tribunal Supremo tras la denuncia del Colegio contra la Fiscalía por la publicación de una nota de prensa en la que se ofrecían datos reservados de Alberto González Amador, novio de la presidenta madrileña. «No era preciso revelar el contenido literal de esos correos» para desmentir la versión de que ese pacto de conformidad (que a cambio del reconocimiento del fraude tributario suponía una rebaja en la condena que permitiese a González Amador evitar riesgo de ingreso en prisión). El declarante Ribón afirmó el martes, durante la cuarta jornada del juicio contra el fiscal general, que el comunicado desveló las negociaciones entre la defensa del empresario y el fiscal que le investigaba por fraude fiscal y con el que intentaba llegar a un acuerdo de conformidad, algo «inaudito». Lo inaudito es que se revelara, no que el investigado tratara de llegar a un acuerdo de conformidad, precisemos. Y aquí vino la jefa de prensa de la Fiscalía General del Estado a confesar la semana pasada quién era el responsable de la divulgación de esos correos. Ella redactó la nota, cuestión de oficio, pero los entrecomillados se los dictó de pe a pa Álvaro García Ortiz, que para eso sacó al fiscal Julián Salto del Metropolitano en mitad del partido Atlético-Milán, que ganó el Atleti, aunque fuera por penaltis.