The Objective
Román Cendoya

Fascistas de hoy

«El fascismo hoy no es una ideología, es una forma de actuar desde el poder. El totalitarismo y la autocracia fascista pueden ser tan de derecha como de izquierda»

Opinión
Fascistas de hoy

Ilustración de Alejandra Svriz.

En el juicio celebrado contra el fiscal general del Estado, por violar el artículo 417.2 del código penal, hemos podido comprobar cómo actúa el entramado de poder del presidente del Gobierno contra el Estado de derecho. El juicio ordinario que debía abordar la violación de secretos del ciudadano Álvaro García Ortiz se ha convertido en un acto de humillación y sometimiento aparte de las instituciones del Estado. La condición de Fiscal General del Estado del imputado ha afectado directamente a la Fiscalía, por los principios de «unidad de acción y de dependencia jerárquica». La Fiscalía que tenía que ejercer la acusación se ha dedicado a ejercer la defensa del imputado.

Además, Sánchez ha utilizado la Abogacía del Estado para atacar a la Justicia, un poder del Estado, y desautorizar restando legitimidad de juicio a los magistrados del Tribunal Supremo. Se ha atacado frontalmente a los policías judiciales —la UCO que obedece al juez de instrucción— por haber hecho su trabajo con la profesionalidad y respeto al procedimiento que les caracteriza. En el ataque contra la independencia judicial, los medios del régimen y algunos periodistas han jugado un papel fundamental. Para empezar, han ultrajado el derecho de protección de las fuentes; un derecho democrático reconocido para proteger a los periodistas del abuso cuando se denuncia al poder. Los cipayos de la prensa han utilizado el secreto de fuentes para dar cobertura y proteger al poder que violó el derecho de un ciudadano. Ha sido repugnante el papel de los seudoperiodistas —analfabetos jurídicos— pontificando e intentando condicionar cómo debe ser la sentencia que emitan los jueces del Tribunal Supremo.

La actitud más lamentable y letal contra la independencia y respeto al poder judicial ha sido protagonizada por el presidente del gobierno. Sin terminar la vista, sin que el juicio estuviera visto para sentencia, recurrió al diario El País, el panfleto oficial del gobierno, para sentenciar que: «El Gobierno de España por supuesto que cree en la inocencia del Fiscal General del Estado. Tras lo escuchado y visto esta semana, más aún, la verdad se acabará imponiendo y la verdad es que al final es inocente». Una injerencia absoluta en favor de la inocencia como única sentencia legítima.

El cúmulo de conductas que se han prodigado alrededor del juicio es propio de lo que realmente encaja con lo que técnicamente es fascismo. «Fascista», para disgusto de demasiados que no saben que lo son, tiene tres acepciones según la RAE: 1. adj. Perteneciente o relativo al fascismo —que no aclara nada porque es una obviedad—. 2. adj. Partidario del fascismo —que tampoco aclara qué es— y 3. adj. Excesivamente autoritario. Esta acepción establece qué es ser fascista.

Varios manuales de práctica política establecen que ser «excesivamente autoritario», es decir fascista, es ejercer un control excesivo sobre las instituciones del Estado, limitando la separación de poderes y coartando la autonomía de otros poderes como el legislativo y el judicial. Ser «excesivamente autoritario» es centralizar en el líder el poder, situando en los puestos fundamentales del estado un círculo propio de colaboradores castrando la participación y la toma de decisiones democráticas. ¿Qué es ser fascista? Mostrar opacidad en las acciones, decisiones y conductas. Evitar la rendición de cuentas y limitar la libertad de prensa y la transparencia en la gestión pública. Utilizar medios sostenidos por el poder para establecer el discurso único como único relato válido, descalificando a los críticos con el poder. Ser «excesivamente autoritario» es utilizar estrategias para reprimir a la oposición política. Utilizar el poder para hacer oposición a la oposición, criminalizando la disidencia, llegando a utilizar la justicia en su persecución. Ser fascista es despreciar las normas democráticas, haciendo caso omiso de la división de poderes y negando la participación ciudadana. Todo encaja con el origen, los motivos y el tratamiento vivido durante todo el proceso y juicio al fiscal general del Estado.

«El problema de la vertebración de la sociedad es que los autoproclamados ‘líderes progresistas’ son fascistas»

Por todas las conductas contempladas en la definición de fascismo, es obvio que España está en manos de fascistas. Es evidente que los más fascistas son aquellos que no se reconocen como tales en su actuación. Son los que más suelen usar el término «fascista» para acusar de fascistas a quienes etimológicamente no lo son. El problema de la vertebración de la sociedad es que los autoproclamados «líderes progresistas» son fascistas, lo que ha arrastrado a que muchos socialistas y comunistas hoy sean y tengan conductas fascistas.

El fascismo hoy no es una ideología, es una forma de actuar desde el poder. El totalitarismo y la autocracia fascista pueden ser tan de derecha como de izquierda. Los líderes de la izquierda intentan asimilar el fascismo con la derecha mediante el uso del calificativo «facha» que es todo aquel que discrepa del régimen sanchista. El fascismo sanchista dinamiza las «brigadas antifas», hordas de fascistas de izquierda —camisas rojipardas— que persiguen política y violentamente al discrepante del poder.

Por eso, en un sencillo ejercicio de revisar las conductas —destruir a un ciudadano particular para atacar políticamente a su pareja— cacerías típicamente fascistas, los discursos, las formas de proceder y la arquitectura ideológica de división de la sociedad establecida como acción de gobierno, se puede colegir que Pedro Sánchez, en su degeneración hacia la autarquía, se ha convertido junto a su Gobierno, su partido y sus socios de investidura en fascistas.

Esperar y acatar la sentencia del Tribunal Supremo, sea la que sea, es una forma de rebelarse contra el fascismo. Devolver la voz al pueblo y poder restablecer la separación de poderes es lo que sacará a España del fascismo actual. Ese que ejercen los que, para esconder su condición, organizan actos críticos por los 50 años del fallecimiento de Francisco Franco. Ese que como dictador fue «excesivamente autoritario» como resulta que hoy es el fascista autócrata Pedro Sánchez.

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