The Objective
Xavier Pericay

Poder ser nacionalista y estudiar en tu lengua

«La campaña del Gobierno ‘La democracia es tu poder’ encierra la hipocresía y el cinismo de quienes lo han urdido a sabiendas de que faltaban a la verdad»

Opinión
Poder ser nacionalista y estudiar en tu lengua

Lona colocada por el gobierno en la Gran Vía de Madrid.

Dentro de la deleznable campaña emprendida por el Gobierno para celebrar que se cumplen 50 años de la muerte de Franco en la cama, ha aparecido esta semana en los principales periódicos de papel un anuncio que lleva como lema «La democracia es tu poder». En consonancia, supongo, con el inicio del medio siglo conmemorado, el texto está impreso en blanco y negro en una hoja arrugada, como las que salían de aquellas vietnamitas con las que la oposición al régimen se enfrentaba a golpe de octavilla a la dictadura del general. El contenido merece una exégesis a fondo. Yo aquí me limitaré a una parte del mensaje, aquella donde se plasma hasta qué punto el nacionalismo ha infectado hasta las entrañas lo que nos queda de Estado.

El texto consiste en un listado de los derechos que «tú» —se supone que en tanto que ciudadano español— puedes ejercer gracias a esa democracia cuyo inicio el Gobierno de Pedro Sánchez ha situado, falsariamente, el 20 de noviembre de 1975, en vez de tomar como referencia el 15 de diciembre de 1976, fecha de la aprobación en referéndum de la Ley para la Reforma Política; o el 15 de junio de 1977, cuando se celebraron las primeras elecciones generales desde el inicio de la guerra civil, o el 6 de diciembre de 1978, fecha de la aprobación en referéndum de nuestra Constitución.

Vayamos con dos de esos derechos conquistados a los que alude el texto. El primero, «poder ser nacionalista, progresista o conservador», consagra la añeja aspiración del supremacismo —catalán, vasco o gallego— de erigirse como una ideología aparte, transversal, en la que poco importa ser progresista o conservador y donde lo único que cuenta es llevar puesta la camisa vieja del nacionalismo. La construcción disyuntiva no puede ser más explícita.

El segundo derecho, «poder estudiar en tu lengua», no admite otro destinatario —para quien reside en aquellas partes del Estado que disponen, según los respectivos Estatutos de Autonomía, de una «lengua propia»— que el ciudadano que tiene como propia la misma lengua que el Estatuto considera territorial. Como nadie ignora ya a estas alturas, en estas regiones de España estudiar en castellano es un imposible, a no ser que uno opte por inscribir a sus hijos en una escuela privada.

De ahí que los castellanoparlantes, porcentualmente mayoritarios en dichas regiones, no puedan darse por aludidos, sino, por el contrario, doblemente afrentados. De un lado, por la mentira que encierra el mensaje; de otro, por la hipocresía y el cinismo de quienes lo han urdido a sabiendas de que faltaban a la verdad.

«El Gobierno tiene tan asumido el hecho diferencial del nacionalismo catalán que ni precisa de su ayuda para esta campaña»

Por todo ello, de igual modo que en la redacción de la llamada Ley de Amnistía intervino al parecer el secretario general de Junts, no debería descartarse que en la concepción de este anuncio haya ocurrido algo parecido. Y más aún si se repara en que en la mismísima Gran Vía madrileña han colgado una lona gigante donde se lee «Poder posar un anunci en català enmig de la Gran Vía», acompañado del lema de campaña «La democracia es tu poder».

Lo destacaba en la red social X Ángel Escolano Rubio, presidente de la asociación Convivencia Cívica Catalana, y lo encabezaba con el siguiente comentario: «El Gobierno de España puede colgar una lona gigante en catalán en plena Gran Vía de Madrid (pagada con nuestros impuestos), pero Loli no puede rotular solo en castellano su mercería en la Diagonal de Barcelona: la obligan a usar catalán. Libertad, pero para lo que les interesa».

Aunque quién sabe si, al cabo, no es todo mucho peor y resulta que este Gobierno de España tiene ya tan asumido, tan interiorizado el hecho diferencial del nacionalismo catalán que ni siquiera precisa de su ayuda para idear una campaña como esta.

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