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Esperanza Aguirre

Garzón y Delgado, al frente del órdago de Sánchez al Poder Judicial

«Es tanta la rabia que les ha provocado el fallo del Tribunal Supremo que no van a parar de impulsar todo tipo de resistencias y de maniobras para anularlo»

Opinión
Garzón y Delgado, al frente del órdago de Sánchez al Poder Judicial

Ilustración de Alejandra Svriz.

El adelanto del fallo de la sentencia condenatoria contra el fiscal general del Estado, hecho público por la Sala del Tribunal Supremo que le ha juzgado, ha servido para que, de manera aún más clara, comprendamos mejor algunos de los aspectos de lo que pasa en España desde que Pedro Sánchez está en la Moncloa.

¿Desde cuándo es función del fiscal general del Estado desmentir un bulo? Está claro que no es su función, pero podría hacerlo, salvo si para ello se considera obligado a delinquir revelando un secreto del que ha tenido conocimiento por razón de su cargo.

Aunque todavía no sabemos cuáles son los argumentos del Tribunal, la inmediata, unánime y rotunda reacción que ha provocado entre los incondicionales seguidores de lo que llamamos el sanchismo nos está dando muchísima información acerca de todo lo que significa esta condena. Hasta el punto de que, a partir de ahora, para saber si alguien es más o menos sanchista bastará con conocer con qué grado de violencia ha reaccionado ante la sentencia. Ha habido quienes han considerado este fallo como un ataque a la división de poderes, es decir, que consideran al fiscal parte del Gobierno.

Así, y como era de esperar, todos los miembros del Gobierno, con Sánchez a la cabeza, han saltado diciendo que acatan la sentencia, aunque, eso sí, no la comparten. Lo han dicho, intentando simular que respetan al Poder Judicial, como si estuvieran renunciando a hacer algo que podrían hacer para desacatarla. Pero lejos de ellos renunciar a ese algo, que, ya sin disimulos, ha dejado entrever el propio Sánchez: llevar el caso al Tribunal Constitucional, como si fuera una Sala de Casación del Supremo, como ya se ha hecho habitual desde que está en el poder cuando le molesta algo del Poder Judicial.

Por supuesto, en su crítica a la sentencia, a los miembros del Gobierno se han unido todos aquellos socialistas y militantes de Sumar, que le deben su puesto y su sueldo al autócrata de la Moncloa, aunque estos, con Patxi López y Yolanda Díaz a la cabeza, ya se han ahorrado lo de decir que la acatan, y, directamente, están repitiendo que es injusta porque García Ortiz es absolutamente inocente Y muchos añaden, sin cortarse un pelo, que lo que pasa es que los jueces del tribunal son unos fachas golpistas.

«Garzón calificó el fallo contra García Ortiz de ‘injusto’ y ‘arbitrario’»

Para comprender cómo ha sentado en el sanchismo esta condena, es también muy importante prestar atención a la reacción de algunos periodistas, que, sin el menor recato ni esperar a conocer el texto de la sentencia, no paran de insistir en que es injusta y de adjudicar a los miembros del tribunal la condición de cómplices de un golpe de Estado. Por si hubiera alguna duda de su adscripción al sanchismo, ahí han dejado, encabezados por la Intxaurrondo en TVE, su adhesión incondicional a su jefe.

Especialmente significativa ha sido también la manifestación ante el Tribunal Supremo, encabezada por Baltasar Garzón, condenado a 11 años de inhabilitación por ese tribunal por haber ordenado escuchas a las conversaciones entre abogados y encausados, y su actual mujer, Dolores Delgado, exministra de Justicia y exfiscal general del Estado de Sánchez. Varios cientos de personas, bastante mayores, eso sí, se reunieron para gritar «Vergüenza», «Golpistas con toga», «Esto es política, no justicia», «Ayuso dimisión» y «Fuera fascistas de la judicatura». Allí Garzón calificó el fallo contra García Ortiz de «injusto» y «arbitrario».

Pero ¿por qué tanto fervor en el rechazo de esta sentencia? Pues por la misma razón por la que, desde que los jueces empezaron a investigar lo que había hecho el Fiscal General, todo el sanchismo se lanzó a defenderle: porque se trataba de un órdago de Sánchez, que, cuando el Tribunal estaba en plenas deliberaciones, dejó claro con una arrogancia inusitada al proclamar que era inocente.

Ese órdago era la manera de decirle a esos Jueces: ¡a ver si os atrevéis a llevarme la contraria! Porque, aunque el condenado haya sido García Ortiz, no cabe la menor duda de que, como no ha parado de dejar bien claro Sánchez, de quien depende el condenado fiscal es de él. Y esa dependencia ha sido evidente desde el primer momento, porque la revelación del secreto por la que ha sido condenado la llevó a cabo para apoyar al jefe del que depende contra Isabel Díaz Ayuso, que, todo el mundo sabe que es la política que le quita el sueño al ocupante de la Moncloa.

«El borrado total de los teléfonos y correos del fiscal, sin dejar el menor rastro, ha tenido que estar hecho por especialistas»

Más aún, cada vez está más claro que el borrado total de los teléfonos y correos del fiscal, sin dejar el menor rastro, ha tenido que estar hecho por especialistas muy bien preparados, ¡quién sabe si no han sido los del CNI! Y lo que querían borrar no eran solo los mensajes de la filtración, sino muchos otros mensajes que probablemente demostraban fehacientemente de quién depende la fiscalía.

Sánchez y los suyos, que ya vemos quiénes son (socialistas, comunistas, golpistas, filoterroristas, periodistas, y hasta algunos jueces y ex jueces) no pueden soportar haber perdido el órdago. Porque, si lo hubieran ganado, como creían que iba a suceder, habrían dado un paso de gigante en su objetivo de acabar con la independencia del Poder Judicial y de acercarse mucho más a esa dictadura bolivariana a la que quieren llevarnos.

Es tanta la rabia que les ha provocado el fallo del tribunal que no van a parar de impulsar todo tipo de resistencias y de maniobras para anularlo. Porque, con aquel tierno abrazo que le dio a Pablo Iglesias en noviembre de 2019 para formar Gobierno, Sánchez hizo suyos los objetivos y las tácticas de Podemos para llegar a ese régimen bolivariano, objetivo para el que no está dispuesto a aceptar ningún freno.

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