The Objective
José Antonio Montano

Disección del zapaterismo, fase inferior del sanchismo

«Además de comprender lo que fue el zapaterismo, el libro del historiador Ponce Alberca, ‘La ilusión traicionada’, permite atisbar lo que está siendo el sanchismo»

Opinión
Disección del zapaterismo, fase inferior del sanchismo

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero.

Si el imperialismo, según Lenin, era la fase superior del capitalismo, no cabe duda de que el zapaterismo es la fase inferior del sanchismo. Todo lo de este estaba ya en aquel, agazapado o desplegándose. El zapaterismo le puso el suelo al sanchismo, que desde ahí se ha expandido. La presencia actual de José Luis Rodríguez Zapatero revoloteando alrededor de Pedro Sánchez rubrica la continuidad. Por eso es oportunísimo el análisis de los gobiernos de Zapatero que hace Julio Ponce Alberca, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla, en un libro recién publicado: La ilusión traicionada. El principio del fin de la socialdemocracia española (Sr. Scott).

La primera vez que el expresidente apareció en un libro de historia fue, si no estoy mal informado, en la Historia mínima de España (Turner) del prestigioso Juan Pablo Fusi en 2012, justo un año después de que dejara el poder. Lo hace en estos términos: «El nuevo socialismo español, el socialismo de Zapatero, era un vago sentimentalismo progresista, asociado más a valores morales comunitarios que a grandes reformas económicas o sociales». Entre otras políticas (como las de «igualdad de género y de ampliación de derechos cívicos»), estuvo la del «entendimiento con la izquierda y con los nacionalismos, como fundamento de un nuevo orden democrático». Más adelante: «La ley de Memoria Histórica (2007) abrió de nuevo la polémica sobre la Guerra Civil, un debate que España había superado admirablemente desde 1975 y que había quedado ubicado ya en el ámbito de la historia académica». Por último: «Zapatero supuso, pues, la ruptura de consensos básicos vigentes, tácita o explícitamente, desde la transición».

La investigación de Ponce Alberca prosigue esta línea y la enriquece. Se nutre de documentación de y sobre el periodo 2004-2011, de estadísticas y cuentas oficiales, de la prensa de la época, de estudios, biografías, memorias y ensayos, algunos de carácter periodístico, y hasta recurre para ilustrar determinadas situaciones al hilarante Diario de un presidente del gobierno, de Ángel Ruiz Ayala (Renacimiento), humorístico y de ficción pero de notable agudeza verosímil. El tono es el de un historiador, objetivo, con cierta distancia, aunque sin privarse de emitir juicios, a modo de conclusiones al paso; por lo general críticas con el personaje y su desempeño político. El resultado es una disección. Con un doble efecto: además de comprender lo que fue y supuso el zapaterismo, logramos atisbar desde aquella perspectiva lo que está siendo el sanchismo.

En el origen global estaría la crisis de la socialdemocracia en Europa, a partir de la caída del Muro de Berlín en 1989 y el hecho de que el centro-derecha había asumido ya algunos de los postulados socialdemócratas, como la combinación de Estado y mercado. Como alternativa particular, el PSOE propuso en España, para diferenciarse de la Tercera Vía de Anthony Giddens acogida por el laborismo británico, la llamada Nueva Vía, que recogió el llamado «republicanismo cívico» del profesor Philip Pettit. A este se le ensalzó como gurú, pero aquí la palabra «republicanismo» se deslizó un tanto castizamente hacia la reivindicación de un régimen explícitamente republicano, con nostalgia del anterior nuestro y la propugnación más o menos abierta de uno futuro.

Una vez que Zapatero alcanzó el poder en su partido, de manera implacable, y tras una fase inicial en que cultivó su imagen de sosegado y dialogante en la oposición, la del célebre «talante», dio paso a otra cuyo objetivo era el desgaste del gobernante PP de José María Aznar. Esta política la mantuvo una vez en el Gobierno, a partir de las elecciones de 2004 (tras los atentados del 11-M). Según el autor, Zapatero se acogió a la inercia de la bonanza económica heredada, incluso en lo que dependía de la burbuja inmobiliaria, al tiempo que impulsaba políticas simbólicas de gran impacto social (como las del matrimonio homosexual, la de paridad, la antitabaco, la de memoria histórica o la de dependencia) y (salvo esta última) de poco coste.

«La política de Zapatero se resumió en humo: no hubo avance en igualdad, empeoró la integración territorial, la sociedad se dividió»

Ponce Alberca señala las consecuencias del énfasis puesto por Zapatero en los aspectos emocionales e incluso morales sobre los racionales. Aparte de la ineficacia fáctica, con leyes cuya viabilidad no se estudiaba y decisiones no basadas en el pragmatismo, servía para trazar una línea que excluía a la oposición. Si la emotividad y también la bondad estaban del lado del presidente, quienes se le oponían lo que hacían era «crispar» y, como se proclamó en la campaña electoral de 2008 (la de «defender la alegría»), ser «unos cenizos». En estas disputas también se resalta la torpeza del PP a la hora de sortear las trampas que le ponía el PSOE. Por lo general caía en todas de mala manera.

El repaso es exhaustivo, y abarca asuntos en los que no me puedo detener en este apunte: por supuesto, incluye la política internacional, la relación con los nacionalismos catalán y vasco, la cuestión de ETA, etc. Hasta llegar al final, el de la crisis primero negada y después sufrida. Muy significativa la actitud, antes y después, del ministro de economía Pedro Solbes: terminó arrepintiéndose de las mentiras a las que le obligó el presidente.

La conclusión del autor es que la política de Zapatero se resumió en humo: no hubo avance en igualdad socioeconómica y ni siquiera en igualdad de género, no se abordaron reformas, empeoró la integración territorial, la sociedad se dividió. Todo fue una gran representación que terminó en el agujero de la crisis. Pura España (añado yo): puro barroco.

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