The Objective
Cristina Casabón

Navidades caribeñas

«España ya es un país secuestrado por sus nacionalistas y sus pensionistas, chantajeado pero dichoso en su Navidad caribeña. ¿No le parece a usted progresista?»

Opinión
Navidades caribeñas

Ilustración de Alejandra Svriz.

Las cenas. Fundido el atardecer, llega la noche con sus cielos espléndidos. No le queda al gentío, los viernes y sábados, más que reunirse para cenar juntos en estas fechas navideñas, que cada año se adelantan un poco más. Después de cenar (ostras de Bouzigues, chipirones, una pequeña bullabesa para dos personas), el españolito abre su corazón y llega a la insoslayable conclusión: ontológicamente, la civilización era el desarrollo del paladar, la mesa con mantel, las buenas maneras. 

La gente se pone fina en Navidades, que ya es la fiesta del consumismo y las luces decorativas, en plan hortera. Solo en algunas casas la Navidad sigue siendo mágica, adquiere un tono espiritual. España ha cambiado, pero aún hay gente que sabe dar cenas espléndidas, como las que organizaba Cela. Habría que volver con Cela a su Alcarria para recuperar lo que hemos perdido. 

La España con alma, árida y profunda, tiene que salvarse de unos nacionalismos confusos y de un socialismo caribeño. Vamos camino de la ruina, solo que el consumo se ha difundido con alegría en lo que ya, desde la semana pasada, no es España sino Venezuela. Cuanto menos razones hay para celebrar más frenéticamente se celebra. España va caminito del Caribe, pero solo algunos reconocen esta verdad sugestiva. 

Nos cambiaron la Navidad por una fiesta caribeña, ya sin esas cestas de Navidad con jamón de pata negra. Las abuelas nos cuentan que antaño recibían hasta siete patas de jamón y las cestas eran maletas. Adiós maletas, adiós familias numerosas que vivían con un sueldo. Ahora no hay plata, pero el Gobierno se pone espléndido con los impuestos de los trabajadores. España ya es un país secuestrado por sus nacionalistas y sus pensionistas, chantajeado pero dichoso en su Navidad caribeña. ¿No le parece a usted progresista? 

«A este país le dan igual los niños, aquí cada cual, movido por una extraña nostalgia, continúa pidiéndole al Gobierno lo que él ya no produce ni puede pagar»

La idea progre es que paguen la deuda y los intereses los que vienen detrás, así que estamos viviendo una improvisación política, una ideología económica que solo pudiéramos expresar con estas palabras: tonto el último. Llegó el señor Sánchez vendiéndonos abstracciones del socialismo y fantasías, ilusiones que no definimos sino como una cosa desorbitada que ya pagarán los nietos. El problema es que ya no tenemos nietos. 

La indexación de las pensiones al IPC y la subida de las pensiones mínimas son una transvaloración de todos los valores progresistas, pero sabemos que otros estómagos agradecidos son los que deciden, seguramente, el resultado de las generales. 

Y dado que estamos en Navidad, quiero hablar de pobreza infantil. La realidad es que España es ya el segundo país de Europa que presenta una mayor proporción de niños en riesgo de pobreza o exclusión social. Un tercio del total, un 34,6% de todos los menores de 17 años. Y más de cinco millones de hogares sufren algún grado de pobreza energética.

A este país le dan igual los niños, aquí cada cual, movido por una extraña nostalgia, continúa pidiéndole al Gobierno lo que él ya no produce ni puede pagar; cada uno anda buscando ese peso del ser que ya no encuentra en sí mismo y se va a un restaurante a ver si se lo han echado en su plato, o se va a comprar el boleto de lotería para ver si estas Navidades toca. Lo que da un poco de vergüenza es llamar progreso a esto.

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