Mentiras y verdades inventadas
«Nadie puede ignorar las flagrantes evidencias de sus mentiras. ¿Por qué dice entonces que entre la verdad y la mentira yo siempre voy a estar con la verdad?»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En la última comparecencia del presidente en el Congreso dijo algo verdaderamente extraordinario: «Entre la verdad y la mentira, este Gobierno va a estar siempre con la verdad», a diferencia con el PP se entiende. La verdad y la mentira son grandes cuestiones de la democracia, aunque muy frecuentemente se han valorado de manera errónea. Josemari Calleja, un buen periodista que una vez fue amigo mío y a quien lamentablemente nos malogró la pandemia, afirmó a propósito de la negociación con ETA que los terroristas afirmaban y el presidente Zapatero negaba, que él no tenía dudas sobre a quien había que creer, entre un Gobierno democrático y una banda terrorista, naturalmente al primero. Recuerdo haber argumentado entonces que preferir a Zapatero que a Josu Ternera para salir a cenar un sábado era un criterio más que razonable, pero que a quien debía creerse es a quien dijese la verdad, que el más democrático de los gobiernos y la más despreciable organización criminal terrorista podían tener excelentes razones para mentir o para decir la verdad, y que creer, creer, era preferible a quien dijera la verdad.
Uno, que en el ejercicio de lo suyo se ha equivocado como todo fiel cristiano, tiene a cierta gala decir que nunca ha mentido en la convicción de que la mentira es el sacrilegio de todos los que tenemos la palabra en público como herramienta muy principal de nuestro oficio, políticos y periodistas. Por eso, la afirmación reproducida en las primeras líneas de que él y su Gobierno elegirán siempre la verdad es una falsedad inmoral y pervertida. Es justamente el desprecio a la verdad en una trayectoria pública basada en la mentira y el bullshit (caca de la vaca). Sería imposible recoger a un artículo, aunque fuese largo, todas las veces que el felón de la Moncloa ha faltado a la verdad desde antes de asumir la presidencia.
Mintió al presentar una tesis doctoral plagiada en la Camilo José Cela, una universidad privada, tan opuesta en cuanto a titularidad a su radical posición en favor de la Universidad pública. Como sus mentiras son siempre sonetos con estrambote, durante la moción de censura con la que habría de sustituir a Mariano Rajoy, puso la carga de la superchería sobre las espaldas del Partido Popular: «Lo que hay en Europa son Gobiernos, como en Alemania, en los que, por ejemplo, personas que han desempeñado responsabilidades ministeriales y a las se les ha descubierto que han plagiado una tesis lo que han hecho ha sido dimitir». Efectivamente, esa razón llevó a dimitir al ministro de Defensa, Karl-Theodor zu Guttenberg y a la ministra de Educación, Annette Schavan.
Él siempre ha presumido de una decencia que negaba a sus adversarios. Recuerden su debate con Rajoy en diciembre de 2015: «Para ser presidente del Gobierno hace falta ser una persona decente y usted no lo es», dijo el tipo más deshonesto que ha habitado las instituciones españolas. El hecho de que planteara una moción de censura por la regeneración y llevara como escudero a José Luis Ábalos fue un acto de íntima coherencia. Nadie mejor que un putero tan cualificado, feminista a fuer de socialista, para un tipo que emparentó con una familia prostibularia y que se benefició de tan oscuro negocio a través de las cuatro casas que les compró su suegro (dos en Pozuelo, un apartamento en Mojácar y un piso en el centro de Madrid) y según ha declarado su aizkolari de confianza, Koldo García, portero de puticlub, en contra de lo que él declaró en el Congreso hace un mes, de los 100.000 euros con los que su suegro financió sus primarias.
Mintió cuando alegó desconocer la prohibición comunitaria de que Delcy Rodríguez pisara territorio Schengen, porque su Gobierno había participado en la decisión, tomada en julio de 2018. Mintió al fingir ignorancia sobre el hecho de que su hermano vivía en la Moncloa mientras afirmaba que lo hacía en Elvas para sustraerse al interés de Hacienda. Mintió al negar que se reunió con Arnaldo Otegi para acordar la moción de censura de 2018. Mintió, mintió, mintió y ha vuelto a mentir al declarar que él y su Gobierno acatan el fallo contra García Ortiz, al que siguen considerando inocente en abierto mentís al fallo del Supremo. También ha declarado inocentes a su mujer y a su hermano, pero es sorprendente que se haya limitado a declararlo en vez de actuar jurídicamente contra lo que a todas luces parecen actos de prevaricación.
Él había llegado, pura intuición, a los versos de Machado en Proverbios y cantares: «Se miente más de la cuenta/ por falta de fantasía:/ también la verdad se inventa». Nadie puede ignorar las flagrantes evidencias de sus mentiras. ¿Por qué dice entonces que entre la verdad y la mentira yo siempre voy a estar con la verdad? Por dos razones. La primera que se la sopla lo que pueda decir la oposición y para él verdad y mentira es lo mismo, aunque no haya leído a Machado, ese gran poeta soriano. Él no se dirige a los ciudadanos españoles en general, sino a una parte de ellos, a los suyos: sus socios, sus compañeros de partido y sus votantes, una chusma envilecida y/o ignorante que prefiere a los corruptos porque son sus corruptos y porque las mentiras constituyen su verdad, siempre preferible a la posibilidad de que gobierne la derecha.