The Objective
Pilar Cernuda

Ábalos era un gran desconocido; usted, un gran mentiroso

«Sánchez sabía perfectamente cómo era Ábalos en lo político y también en lo personal. Y conocía su lealtad con él, que no era de doble dirección»

Opinión
Ábalos era un gran desconocido; usted, un gran mentiroso

Ilustración de Alejandra Svriz.

Pedro Sánchez se ha convertido en un personaje patético. Además de falso, irresponsable, oportunista y tramposo —lo era desde hace años, ahí está la historia de la tesis doctoral— es un presidente de Gobierno que se humilla lo que haga falta para mantenerse en el machito. Hasta el punto de mostrarse suplicante ante un prófugo de la justicia para que le siga prestando sus siete votos aunque a cambio le obligue a otorgarle prebendas que él mismo rechazó en tiempos pasados porque las consideraba ilegales e inconstitucionales. Lo dicho: patético.

Mentiroso compulsivo como lo ha sido siempre, cuenta ahora que Ábalos le era un gran desconocido. En lo personal, aclara. Pero va a ser que no, sabía perfectamente cómo era en lo político y también en lo personal. Y conocía su lealtad con él, que no era de doble dirección. Qué no sabrá Ábalos sobre Sánchez… Solo ha enseñado la patita por debajo de la puerta en la entrevista que ha concedido a El Mundo, pero el problema para el presidente de Gobierno es que Ábalos puede contar lo que no está en los escritos. No necesariamente asuntos de corrupción, pero en el mundo político son habituales las operaciones no delictivas que, sin embargo, por las maniobras del reparto de poder pueden hacer tambalear los cimientos de un partido y las relaciones con los socios.

Ahora, cuando THE OBJECTIVE publica que la empresa familiar de Susana Sumelzo recibió importantes ayudas económicas del Gobierno, a Pedro Sánchez solo le falta decir que para él es una gran desconocida. La exdiputada y hoy secretaria de Estado para Iberoamérica forma parte de su círculo más próximo desde hace años.

Cuando Sánchez se tuvo que marchar de Ferraz con la cabeza baja tras las ventanillas tintadas de su coche, después del varapalo de perder la secretaría general, Susana Sumelzo formó parte del pequeño grupo de compañeros que apoyaron a un Sánchez hundido tras la derrota sufrida en el Comité Federal. Ese puñado de apenas una docena de incondicionales, ayudaron al caído Sánchez a superar una depresión, y después le animaron recuperar la secretaría general. Allí estaban Sumelzo, Ábalos, Rodríguez de Celis, Lastra, Robles y pocos más. Aunque una vez recuperada la secretaria general y, lo más importante, ganado el Gobierno, aparecieron sanchistas como setas.

Como suele ocurrir, los conversos han sido los que más han abrazado la causa con entusiasmo, tenían que hacerse perdonar que no le bailaron el agua desde el primer momento. Se les nota que son capaces de cualquier cosa con tal de demostrar su adhesión incondicional, vaya si se les nota. En ocasiones el peloteo es tan humillante que su actitud provoca vergüenza ajena. Serán los primeros que marcarán distancias con Sánchez el día que pierda el Gobierno. Porque lo perderá algún día, y el primero que lo sabe es él mismo, que demuestra triunfalismo en cuanto tiene ocasión, pero conoce como nadie cómo va España, cómo va su partido, y qué futuro es el más probable. 

«Las elecciones de Extremadura se presentan para el presidente dolorosas porque el candidato es el protector de su hermano»

El sanchismo está sufriendo un calvario y al propio presidente se le nota el decaimiento. Las elecciones de Extremadura se presentan aciagas y para el presidente son especialmente dolorosas porque el candidato es el protector de su hermano, que ha sido pillado ya en falta cuando intentó una maniobra para conseguir aforamiento haciéndose con un escaño en el Parlamento regional y ahora pica más alto y pretende ser senador autonómico y conseguir que le juzgue el Supremo. En Extremadura saben todo eso, y el castigo a Gallardo no será por rechazo a Pedro Sánchez, sino por rechazo a él mismo, a Gallardo, y a sus trampas sucesivas para salvarse y para salvar a David Sánchez y recibir así el agradecimiento del inquilino de la Moncloa.

Un inquilino que basa toda su esperanza, la poca que le queda, en que el españolito de a pie, el que acudirá a las urnas próximamente en Extremadura, Castilla y León y quizá Aragón y Andalucia, compren el mensaje que el sanchismo repite hasta la saciedad. Un mantra que esperan convertir en milagro: que si no votan al PSOE deben ir preparándose para un gobierno de ultraderecha.

Primero, habrá que ver si efectivamente puede formarse un gobierno PP y Vox. Segundo, en ningún caso PP es ultraderecha, lo saben perfectamente los sanchistas aunque Feijóo haya endurecido sus propuestas contra la inmigración ilegal. Tercero, es infinitamente peor gobernar con el apoyo de Bildu que con el de Vox. Bildu desciende de una banda terrorista que ha destrozado a miles de familias, que han sufrido el asesinato a sangre fría y las heridas de secuelas irreversibles de su gente más querida.

«Si miramos el banco azul actual, es difícil encontrar a un ministro con trayectoria que cause respeto»

En el PP, al menos, hay un dirigente que ha gobernado Galicia más de diez años, que no lo debió hacer mal porque sumó mayorías absolutas sucesivas y sabe al menos qué tiene entre manos. El equipo no es el mejor que puede tener, pero si miramos el banco azul actual es difícil encontrar a un ministro con trayectoria que cause respeto y admiración. Con las excepciones que apenas se cuentan con los dedos de una mano, se llevarían matrícula de honor en servilismo al líder, poco más.

Ya llegará el momento de analizar alternativas. De momento, aquí estamos con un presidente que tiene en prisión a dos de sus principales colaboradores durante años… y que declara que no los conocía tanto.

 Tendría que hacérselo ver.

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