Los guarros y las Charos del PSOE
«El feminismo del PSOE: un espantajo para arremeter contra los adversarios políticos mientras hacen uso de la prostitución y se lucran con chiringuitos»

Ilustración de Alejandra Svriz
«Lo semejante busca a lo semejante», y no, no les voy a hablar de filosofía griega, sino de las afinidades electivas de Pedro Sánchez. Él se ha beneficiado del dinero de la prostitución tanto por sus viviendas como por la financiación de la campaña con las que ganó las primarias, por lo que no es de extrañar que los artífices de su llegada a la cúspide fueran reconocidos puteros. Koldo era portero de un prostíbulo al que se dice, se cuenta, se rumorea -no quiero que se me enfade la Paqui- acudía Cerdán y, como es público y notorio, Ábalos se ha dedicado a mantener a prostitutas que pagábamos ustedes y yo. Para Sánchez debía de ser de lo más normal relacionarse con gentuza así ya que él disfrutaba de lujos sufragados por la explotación sexual que difícilmente hubiera podido pagar con su sueldo de concejal.
Mientras él y Ábalos presumían de que eran feministas porque eran socialistas y Carmen Calvo decía que «el feminismo no es de todas, bonita» estaban encubriendo a una panda de guarros y, lo que es peor, incluso a supuestos agresores sexuales. Después de que Ábalos y Cerdán tuvieran que abandonar sucesivamente el puesto de Secretario de Organización del PSOE por presuntos delitos, Sánchez decidió nombrar para este cargo al quinto del Peugeot, Paco Salazar, pero justo antes del nombramiento saltó la noticia de las denuncias por el repugnante acoso al que sometía a las mujeres que trabajaban con él. Y ahí estaba Pilar Alegría definiéndolo como «un compañero íntegro» aunque ya estaba siendo defenestrado por el escándalo. Es un misterio que alguien con tan pocas luces sea portavoz y también que no hable jamás de Educación pese a ser la ministra del ramo.
Otra ministra que también debería haber dimitido hace mucho tiempo es la de Igualdad, Ana Redondo. Las violaciones están disparadas, especialmente en Cataluña, y no sirve la excusa barata de que ahora se denuncia más: el Hospital Clínic de Barcelona atendió 665 agresiones sexuales entre el 1 de enero y el 10 de octubre, lo que supone un 6,5% con respecto al año pasado, pero es que además, los datos revelan que ha aumentado la agresividad física en la violencia sexual atendida. Ante esto la pregunta evidente es ¿para qué nos sirven las concejalías, la consejerías y el Ministerio de Igualdad? Porque no solo es que hayan empeorado esos datos, es que además, desde que está este Gobierno, se han rebajado las penas a 1.500 violadores, se han dejado desprotegida a mujeres maltratadas por culpa de unas pulseras de Aliexpress y se nos pone cada día en peligro al permitir que hombres que se autoidentifican como mujeres puedan acceder a lavabos y vestuarios femeninos.
Y por si todo esto fuera poco, tanto la ministra de Igualdad como el resto de sus compañeras con mando en plaza del PSOE han estado encubriendo todo este tiempo a una pandilla de cerdos que se dedicaban a utilizar a las mujeres como si fueran objetos y a hablar de ellas como mercancía. Guarros como Paco Salazar, que no solo hacía comentarios inapropiados a mujeres, sino que iba por la Moncloa con la bragueta abierta y se la subía en la cara de sus empleadas. Mientras Pedro Sánchez animaba a las mujeres a denunciar, se ocupaba de que las denuncias no llegaran a ninguna parte y de que se eliminaran del sistema informático. ¿Quién teme a Paco Salazar?
Otra que ha hecho un papelón importante es Pilar Bernabé y aquí de nuevo vemos las afinidades electivas: si Pedro Sánchez es doctor por obra y gracia de una tesis plagiada y aprobada por un tribunal hecho a medida y su esposa Begoña Gómez dirigía un máster y una cátedra sin tener ni una miserable titulación académica, Pilar Bernabé presumió durante 10 años en la web del partido de una licenciatura en Filología Hispánica que no posee.
«Que Paco Salazar danzara por ahí con la pilila casi al aire no es grave; lo realmente grave es llamar Charo a las Charos»
La Secretaria Federal de Igualdad del PSOE, cuando estalló el enfado entre las militantes al saber que se habían escondido las denuncias contra Salazar hasta que se calmaran las aguas para después volver a colocarlo en un nuevo cargo, todo lo que se le ocurrió hacer fue convocar una reunión telemática que paró de forma abrupta sin haber dado la palabra a todas las participantes. Pero bueno, qué vamos a esperar de la persona que tras hacerse público el menosprecio con el que Koldo y Ábalos hablaban de la mujeres montó un gineceo para mayor gloria del amado líder.
Pero no se acaban aquí los escándalos de los guarros del PSOE, porque ahora hay que sumar las denuncias al secretario general de Torremolinos, con actitudes muy similares a las de Salazar y con la misma reacción de su partido: ocultar las denuncias y dejar desprotegidas a las víctimas. Con semejante panorama, quizás no era el momento más oportuno para mostrar en qué se gastan nuestro dinero en el Instituto de la Mujer: un estudio de un treintena de páginas para decirnos que no podemos decir «Charo» porque es delito de odio -no como «terfa», «facha», «fascista», «señoro», «machirulo», «pollavieja» o «cayetano», que son puro amor-. Lo de «Charo» no tenía más alcance que el de un término humorístico surgido del gracejo popular en redes sociales, pero ahora, gracias a la ideaca de presentar este estudio, han conseguido que todo el mundo lo conozca y se multiplique su uso. Porque claro, que Paco Salazar danzara por ahí con la pilila casi al aire no es grave; lo realmente grave es llamar Charo a las Charos.
Esta semana ha quedado más claro que nunca lo que es el feminismo del PSOE: un espantajo para arremeter contra los adversarios políticos mientras que utilizan a las mujeres como floreros, hacen uso de la prostitución y se lucran con chiringuitos de puntos lilas o que se dedican a hacer estudios como el de las «Charos» tan absurdos que ni tan siquiera aparece firmado por nadie.