Cuantos más ricos, mejores salarios: desmontando mitos de la izquierda
«La riqueza no es el problema. El problema es no crearla. España no necesita menos ricos: necesita muchos más»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En España se repite una idea que se ha convertido casi en lema político: «Cuantos más ricos hay, más pobres hay». Suena contundente. Emociona. Pero hay un problema: es exactamente lo contrario de lo que muestran los datos.
La izquierda española vive cómoda en un marco mental que convierte la riqueza en un juego de suma cero: si alguien gana mucho, alguien debe estar perdiendo. El problema es que la economía moderna no funciona así. La riqueza no es una tarta fija que se reparte: la riqueza se crea o no se crea. Y los países que producen mucha riqueza terminan teniendo algo que España lleva 20 años sin ver: salarios altos para la mayoría.
Los datos internacionales son claros: a más ricos, salarios generales más altos.
Tomemos una métrica sencilla: cuántos millonarios por habitante tiene un país. Y comparémosla con otra igual de simple: cuál es el salario medio de sus trabajadores.
La correlación es positiva y muy fuerte.
• Suiza, el país con mayor densidad de millonarios del mundo, tiene también los salarios más altos de Europa.
• Estados Unidos, líder global en generación de riqueza tecnológica, es también el país desarrollado donde un trabajador medio gana el doble que en España.
• Australia, Noruega, Singapur, Países Bajos… más riqueza creada per cápita, más salarios altos.
En cambio:
• España, Italia, Portugal o Grecia, donde crear grandes fortunas es poco frecuente, tienen salarios medios mucho más bajos.
No hace falta una tesis doctoral para ver el patrón: los países que generan muchos ricos, porque generan mucha actividad económica productiva, son los mismos donde la población vive mejor.
La razón es sencilla: son las empresas productivas las que pagan los salarios, no los eslóganes. Tener muchos ricos no es la causa en sí, sino el síntoma de algo más profundo: una economía dinámica que escala, innova, exporta y compite globalmente.
Donde hay muchos ricos creados por empresas productivas, ocurren tres cosas:
- La demanda de talento es alta, y los salarios suben porque las empresas compiten por atraer trabajadores.
- La productividad aumenta, y la productividad es lo que paga los sueldos reales.
- La inversión reinicia el ciclo, generando nuevas compañías, más empleo y mejores oportunidades.
De ahí que los países más ricos no tengan más pobres, sino menos.
Evitar que existan ricos no beneficia a los trabajadores; lo que beneficia a los trabajadores es que existan empresas capaces de pagar buenos sueldos. Si prohíbes que alguien se haga rico, lo que destruyes no es la desigualdad: destruyes el crecimiento.
Los contraejemplos existen, pero confirman la regla. Hay países con muchos ricos pero salarios bajos: Rusia, México, Brasil. ¿La razón? Muy simple: en esos lugares los ricos no se hicieron ricos gracias a la productividad, sino a la corrupción o a rentas naturales. No hay un ecosistema de innovación que eleve al conjunto de la población.
Pero cuando los ricos nacen de empresas competitivas —Estados Unidos, Suiza, Israel, Corea del Sur— el resultado es siempre el mismo: movilidad social, salarios crecientes y menos pobreza real. España lleva 20 años atrapada porque no deja crecer a quienes crean riqueza.
Desde 2005, los salarios reales en España están congelados. Y sin embargo, el PIB crece. ¿Cómo se explica? Muy sencillo: crece por volumen de población, no por productividad.
Es decir: no somos más ricos; somos más. Mientras tanto, la narrativa dominante demoniza la riqueza, el éxito, la ambición y el talento. España se convierte en un país donde la palabra «rico» despierta más sospecha que admiración. Un país que prefiere repartir pobreza antes que permitir que algunos generen riqueza.
Y así es imposible que los salarios suban. Porque los salarios no los suben ni los políticos ni los sindicatos: los sube la productividad del país. La verdad incómoda que España necesita asumir
No es un debate moral, es un debate estadístico:
• Los países con más ricos tienen salarios más altos.
• Los países con más ricos tienen menos pobreza real.
• Los países con más ricos tienen más innovación, más empresas y más oportunidades.
La riqueza no es el problema. El problema es no crearla. España no necesita menos ricos: necesita muchos más. Y necesita entender que la riqueza bien creada —la que nace del talento, la innovación y la competencia— no empobrece: eleva a toda la sociedad. Esa es la diferencia entre una economía que reparte miseria y una que genera prosperidad.