The Objective
Santi González

Y España no estuvo allí

«Cuando se anunció el Premio Nobel de Paz de este año para María Corina Machado, debió felicitarla y nunca permitir que la Casa Real agravara el desaire con la mentira»

Opinión
Y España no estuvo allí

Ilustración de Alejandra Svriz.

La incertidumbre sobre si María Corina Machado llegaría al Ayuntamiento de Oslo a tiempo para recibir el Premio Nobel nos mantuvo en vilo casi toda la mañana. Finalmente, supimos que había podido salir de Venezuela, pero que no llegaría a tiempo para la ceremonia, prevista para la una de la tarde.

No llegó y fue una lástima. Creo que el Comité Noruego del Nobel podía haber previsto una alternativa y posponer la entrega para hoy, por ejemplo, aunque esto no quiere decir que la ceremonia resultara deslucida. La casa consistorial de la capital noruega ofrecía un espacio impresionante en el que se acomodó el millar de invitados a la ceremonia.

Hubo dos ausencias lamentables que no se notaron en Oslo, solo en España: la del Rey y la del presidente del Gobierno. Lo lamento por Felipe VI, porque la misma comparanza jode. No estuvo el Rey, tampoco la reina, ni la princesa Leonor o la infanta Sofía. La Corona española dio la espalda a un acto soberbio en favor de la libertad en el mundo. Me permitirá el jefe del Estado, dentro de esta franqueza que nos une, que tire de recuerdo y cite la primera ocasión en la que uno, republicano de orígenes, empezó a pensar que la Monarquía podría ser una buena cosa para España. Fue con su augusto padre y antes de aquel providencial discurso en la noche del 23-F. Ocurrió en 1978, recién aprobada la Constitución y ante el dictador Jorge Rafael Videla, Juan Carlos afirmó su convicción de que «el orden pacífico y la paz social no pueden tener otros fundamentos que la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes y el respeto a la ley. El orden debe ser construido y defendido con procedimientos basados en los fines humanos del poder».

Faltaban aún muchos años para que se enredara con Corinas y elefantas y lamentaría que en su ausencia de Oslo hubiera influido un malentendido prejuicio onomástico. Esta Corina es otra, una mujer admirable que ha cargado sobre sus espaldas el peso de la lucha contra la dictadura bolivariana que oprime a Venezuela.

Por eso, cuando se anunció el Premio Nobel de Paz de este año para María Corina Machado, debió felicitarla y nunca permitir que la Casa Real agravara el desaire con la mentira, al decir que el rey solo felicita a los ganadores del Nobel cuando son españoles. No era verdad. En 2016 felicitó al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, al que le fue concedido por aquella especie de acuerdo de paz con la guerrilla. En fin, había estado usted soberbio con aquel discurso del 3 de octubre de 2017 con el que nos identificamos tantos españoles. No se puede acertar siempre, por lo visto.

«Fue el de ayer un acto impresionante abierto por el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jörgen Watne Frydnes, con un discurso diamantino»

Tampoco estuvo el presidente del Gobierno, cosa natural en un mandatario que tiene mucho más en común con el dictador Maduro que con su oposición democrática, aunque tampoco veo en ello un inconveniente insuperable dada la naturaleza del sujeto. Después de todo, a él qué más le da. Él abrió el camino a la Casa Real cuando Angels Barceló le preguntó por qué no había felicitado a María Corina Machado. Y él cogió y agarró y fue y dijo: «Yo es que no me pronuncio sobre los Premios Nobel». Hemeroteca solo referida a sus felicitaciones a los ganadores del Nobel de la Paz: Felicitó a sus ganadores: en 2014 a Kailash Satyartrhi y Malala Yousafzai, en 2015 al Cuarteto para Diálogo Nacional en Túnez; en 2016 a Juan Manuel Santos; en 2018 a Nadia Murad y Denis Mukwedge; en 2019 a Abiy Ahmed Alí y en 2020 al Programa Mundial de Alimentos de la ONU. No hay quien lo supere.

Y fue el de ayer un acto impresionante abierto por el presidente del Comité Noruego del Nobel, Jörgen Watne Frydnes, con un discurso diamantino, que diseccionó la dictadura de Nicolás Maduro con casos y nombres propios, para terminar pidiendo la dimisión del dictador.

Maduro no pudo tolerar la designación de María Corina en octubre de 2023 como candidata de la oposición venezolana unida para oponérsele y su Tribunal Supremo la condenó tres meses más tarde a 15 años de inhabilitación para ocupar cargo público.

En su discurso de agradecimiento en nombre de su madre, Ana Corina Sosa Machado subió el tono emotivo del acto con una intervención que debía de ser propia porque no fue un discurso leído a pesar de su longitud. El premio Nobel ha tenido sus más y sus menos. Entre estos están el Mahatma Gandhi, Eleanor Roosevelt, U Thant, Vaclav Havel y Corazón Aquino, a quienes nunca se lo dieron a pesar de sus muchos merecimientos.

En los concursos a veces pasan estas cosas. Nunca ganaron un Oscar de Hollywood al mejor director Ingmar Bergman, Hitchcock, Chaplin, Kubrick, Buñuel, Tarantino, Fellini, Fritz Lang o Howard Hawks. En cambio, el Nobel de la Paz distinguió a perfectos hijos de perra, como Henry Kissinger, Yassir Arafat y Le Duc Tho, aunque este mostró un cierto pudor al rechazarlo. También distinguió el Nobel a pacifistas tan mejorables como Juan Manuel Santos y Barack Obama. Este año ha ido a distinguir a una ejemplar luchadora por la paz y la libertad, lo que ha venido a poner a Donald Trump más fácil la tarea. Lástima que España no estuviese allí.

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