Diez discos para gente harta de Rosalía
«Estoy un poco cansado del discurso sobre su nuevo disco, ya un poco atemperado: hay gente que piensa que ha inventado ella solita la música»

El dj y productor Blawan.
No tengo nada en contra de Rosalía. Bueno, algunas cosas, pero no muy notables.
Pero estoy un poco cansado del discurso sobre su nuevo disco, ya un poco atemperado: hay gente que piensa que ha inventado ella solita la música. Supongo que la democratización de la información que trae consigo internet implica que uno tiene que ver todos los días a gente descubriendo el Mediterráneo. Es un proceso que debe ser bonito si eres maestro o profesor, pero que te vuelve loco si no.
Cuando sacó Rosalía su single Berghain, donde colabora Bjork, el periódico 20 Minutos hizo el siguiente titular: «Quién es Björk, la artista multipremiada y galardonada como actriz en Cannes que ha sacado el tema Berghain con Rosalía». No sé a quién iba dirigida esa noticia. Los jóvenes que quizá no conocen a Björk no leen un periódico; y los lectores de un periódico deberían saber, aunque sea de oídas, quién es Björk. Y si no, pueden buscarlo. ¿Ya nadie busca en internet?
Supongo que un periódico tiene una función más o menos pedagógica. Está la famosa frase que dice que el periodismo es «contar que ‘Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabe que Lord Jones estaba vivo». Pero si solo tiene una función pedagógica, acabamos explicando todos los domingos quién es Adolf Hitler por si acaso hay alguien que no lo sabe.
El adanismo y la cultura viral van de la mano: lo viejo y conocido hay que venderlo como nuevo, como un descubrimiento, porque de lo contrario no interesa. Si uno se pasea por los reels de Instagram o los vídeos de TikTok comprobará que abunda el contenido de cultura general empaquetado como un gran descubrimiento. Es como estar atrapado en una clase de segundo bachillerato aun ya habiendo aprobado.
Esta rant de viejo precoz en realidad no era más que la introducción a una lista de lo que considero que son los diez mejores discos del año. Sin un afán muy riguroso, pero sí con intención de desafiar al algoritmo.
Un clásico moderno. Mark William Lewis, de Mark William Lewis. Guitarras melosas como The Durutti Column, voz gravísima, armónicas, aura decadente. Es el primer disco de la productora de cine A24, que ahora también produce música. Este directo es una perfecta introducción. Mejor canción: Ugly.
Una marcianada: SickElixir, de Blawan. Quizá el productor (grande) de techno más interesante hoy, aunque dejó el techno más clásico hace tiempo. Voces de ultratumba en un idioma incomprensible, beats rotos, texturas densas. Extrañamente bailable. Su mejor canción: SickElixir.
Ambient para la siesta. Gift Songs, de Jefre Cantu-Ledesma. Como dejarse llevar por la corriente de un río ancho y profundo. Ambient repetitivo, orgánico, a veces parece shoegaze o dream pop, otras Brian Eno. Canción favorita: The milky sea.
Experimental. Tranquilizer, de Oneohtrix Point Never. El absoluto genio de lo suyo, que no queda muy claro lo que es: ¿ambient experimental? Aquí usa exclusivamente samples de anuncios de los años ochenta y noventa. Es como estar atrapado en una backroom o en un centro comercial abandonado. Mejor canción: Measuring ruins.
Viva España. Música para humanos, de Corte! Mi grupo español favorito (aunque es un proyecto en solitario de Gonzalo Barbero). Dance-punk estilo los primeros LCD Soundsystem, funk que a veces samplea a Fela Kuti y otras parece Talking Heads, letras de denuncia pero siempre con poesía y sutileza. Canción favorita: Hay un niño atrapado dentro de una máquina, que es una canción perfecta sobre la profesión periodística.
Folk instrumental. I’ll be waving as you drive away, de Hayden Pedigo. El desierto de Texas, Oklahoma, atardeceres de verano en la carretera, polvo, arena. Mejor canción: Houndstooth.
Energía y melancolía. The passionate ones, de Nourished by time. R&B experimental, melancólico, lánguido. Mejor canción: Max Potential.
Folk raruno. Headlights, de Alex G. Siempre ha hecho rock-folk, pero siempre de una manera extraña y lateral. Es dueño de su propio sonido. Es su propio género. Está ya al borde de llenar estadios sin haber cedido nada, haciendo siempre lo que le da la gana. Canción favorita: Afterlife.
¿Jazz? No, pero casi. Stochastic drift, de Barker. Las etiquetas no sirven casi nunca. Y aun así lo seguimos intentando. Esto es ambient, es electrónica puntillista y experimental, pero es también jazz. El mejor ejemplo es mi canción favorita del disco, Fluid mechanics, que podría ser el hilo musical del ascensor de un hotel dirigido por alguien con muy buen gusto.
Hagan lo que hagan. Sinister grift, de Panda Bear. No es su mejor disco. Pero no hay nadie hoy que consiga un equilibrio tan perfecto entre la psicodelia y el pop más adictivo. Sinister grift es un disco de pop clásico, muy sencillo y facilón, que recuerda a Beach Boys o The Beatles. Y es, a la vez, un disco modernísimo.