The Objective
Fernando R. Lafuente

El dilema de Alonso

«Entrenar al Madrid es enfrentarse a una aventura, sin guion previo. Porque si hay un deporte en el que ‘el destino siempre te pone la zancadilla’, ese es el fútbol»

Opinión
El dilema de Alonso

El entrenador del Real Madrid, Xabi Alonso.

El dilema de Xabi Alonso es el dilema de Florentino Pérez. Y no es un dilema cualquiera. Porque tras la marcha de Ancelotti se eligió a Xabi Alonso por algo, y para algo. Escribió Machado: «Busca tu contrario que es tu complementario», visto lo visto, entrenador y jugadores son complementarios porque son contrarios. Los intereses no son los mismos, aunque lo parezca, pero en la desquiciada sociedad actual, nada es lo que parece. Y, eso gusta. Entrenar a una plantilla como la del Real Madrid (quince veces campeón de Europa, torneo más relevante del panorama futbolístico mundial) es enfrentarse a una aventura, sin guion previo. Porque si hay un deporte en el que «el destino siempre te pone la zancadilla», (Detour, Edgar G. Ulmer, 1945) ese es el fútbol. 

En un mes se ha desmoronado la ventaja en la Liga y se ha perdido por segunda vez en la Champions. El Bernabéu dejó de ser un fortín, tras la victoria del Celta. Por cierto, la primera parte de los madridistas fue para enmarcar, pero boca abajo. Frágil sería algo cercano a la actual situación del equipo. Y del entrenador. Le vale el título de esa gran película de Edgar Neville (Madrid, 1899-1967), La vida en un hilo (1945). Y tan hilo. Benjamin Toshack, con su retranca galesa, en una lejana entrevista, recordó curiosas y certeras palabras del gran Bill Shankly: «Las cosas importantes del fútbol eran importantes hace cincuenta años y serán importantes dentro de cincuenta años. Hay un balón y es redondo. Eso no cambia». Situaciones como la de Xabi Alonso se repiten cíclicamente en el Madrid. Como parece que la realidad no existe y que solo caben interpretaciones, para explicar lo que pasa vengan las palabras de Ortega: «Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa». Más claro el agua. Ahí el dilema de Alonso y Pérez. 

Se agradece leer siempre a un tipo que de fútbol algo sabía, el argentino Roberto Fontanarrosa (Rosario, 1944-2007) cuando escribe. «Mi fracaso en el fútbol obedece a dos motivos. Primero, mi pierna derecha. Segundo, mi pierna izquierda». Así que con Shankly y Fontanarrosa se llega a una primera conclusión: el balón rueda y las piernas deciden. Vivir, o mejor, trabajar pendiente de un hilo no es un hecho dígase novedoso, pero sí inquietante, sobre todo para el que pende y depende. Se trata de escribir el futuro a cada instante. Y a barajar. Henry James adelantó que la novela «tiene un millón de ventanas». Puede ser. Lo que tiene un número semejante son las interpretaciones sobre lo que ocurre en el vestuario del Madrid, aunque ya se sabe que «lo que pasa en el vestuario se queda en el vestuario». Salvo excepciones. 

Como homenaje a Vargas Llosa, madridista ilustre, la pregunta es obvia: ¿Cuándo se jodió el Madrid de Xabi? ¿En la sustitución de Vinicius frente al Barcelona? ¿En la soledad del entrenador los días siguientes? ¿En la pérdida de auctoritas entre sus jugadores? ¿En las constantes dudas y cambios? Porque la cosa —es decir, LaLiga y la Champions— comenzó por buen camino. Aquí sí que habría que presentar una moción de confianza. Quien le llamó a Xabi para entrenar al Madrid se supone que no lo llamaba para ver cómo iban las cosas y si no iban bien, Xabi a Tolosa antes de Navidades. Se supone, aunque ya sabemos que es mucho suponer hoy, que detrás se contaba con un proyecto de, al menos, medio plazo y no a cortísimo. 

Pareciera que a Xabi le dicen algo semejante a lo que la pitonisa, Marlene Dietrich le afirma al capitán Quinlan (Orson Welles), en esa obra maestra que es Sed de Mal (1958) cuando Quinlan le pide que le lea su futuro y Dietrich le contesta, algo así como: «No lo tienes, lo has agotado totalmente». Sin embargo, para algunos, Xabi no ha agotado, ni por asomo lo que sabe de fútbol (ya advirtió Mourinho que «sólo sabe de fútbol quien sabe de algo más que de fútbol»), ni el proyecto con el que llegó, y por el que fue llamado para ello. Enfrentar a jugadores y entrenador no parece la senda más apropiada. También en el fútbol existe la bolsa de valores. Lo que vale cada jugador. Y la cotización sube y baja, según los resultados del equipo. Pocos se salvan de una debacle. Cesar al entrenador sí parece la senda más barata, porque no van a rescindir el contrato —como se les rescinde a los entrenadores— de cuatro o cinco jugadores de repente. En las escuelas de negocios el dilema de Xabi Alonso está llamado a formar parte del programa de formación. Por el cúmulo de complejidades que reúne, por ese destino cruel que ha llenado la enfermería de la plantilla (¿tendrá que ver una preparación poco adecuada?), por el número de partidos a jugar (aún cuando es verdad que el número de partidos es igual para otros equipos, sobre todo los inmersos en competiciones europeas), por la presión interna, externa (los aficionados), mediática y, por qué no, histórica. Cuando le piden al Madrid un sistema de juego suena raro porque el Madrid nunca ha tenido un sistema de juego, los ha tenido todos y ninguno. Juega, gana (por lo general), exhibe fogonazos de brillantez, se crece en la tensión, pero no se atiene a una fórmula concreta. Menos mal. 

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