The Objective
José María Rotellar

La inflación empobrecedora

«Somos más pobres, con una clase media cada vez más empobrecida, con toda una generación que, por primera vez en décadas, va a vivir peor que sus padres»

Opinión
La inflación empobrecedora

Dinero.

La subida de precios sigue empobreciendo a la población, especialmente a la clase media. Así, la inflación en noviembre se sitúa en el 3% interanual, tras confirmarse los datos del indicador adelantado, que aunque es una décima menor que en octubre, los datos muestran una resistencia a la baja de la inflación, y un incremento mensual, que refleja que la inflación sigue subiendo, siendo la rebaja interanual un mero efecto base. 

Por su parte, la subyacente se acelera y se sitúa en el 2,6% interanual, una décima más que en octubre. Al ser la subyacente la inflación más estructural, al eliminar de ella los componentes más volátiles, muestra que todavía hay cierta resistencia a la baja en los precios, acelerándose más los que tienen un componente menos volátil, de manera que la merma del poder adquisitivo no es pasajera.

Además, el IPC tiene una subida intermensual del 0,2%, tras haber subido un 0,7% en octubre, de manera que es incremento sobre un potente incremento anterior, mientras que la subyacente también sube en términos intermensuales, un 0,1%, tras hacerlo un 0,5% en octubre.

Hay, por tanto, un mantenimiento de la tendencia alcista de la inflación interanual, con un IPC armonizado con la UE del 3,2% interanual en noviembre, una décima más que en el indicador adelantado, que lleva a que la evolución de los precios en España esté 1,1 puntos por encima del objetivo de precios del BCE. 

Adicionalmente, podemos comprobar cómo los impuestos elevan los precios, ya que el IPC a impuestos constantes de noviembre se situó en un 2,6% interanual, casi cinco décimas menos que el IPC de dicho mes, con lo que solo las subidas de impuestos están elevando los precios en casi medio punto interanual en este mes.

Lo grave, además, es que estos ritmos de crecimiento de inflación se producen sobre niveles de precios muy elevados alcanzados en los meses anteriores, con lo que sigue mermando el poder adquisitivo de los agentes económicos. La acumulación del deterioro de dicho poder adquisitivo es intenso y los agentes económicos han ido gastando sus ahorros y ajustando su cesta de la compra. Es cierto que la rebaja de tipos puede dejarles algo de renta disponible si tienen financiación a tipo variable y se la revisan, pero esa mayor laxitud en tipos puede traducirse en un repunte mayor de la inflación, que es preocupante. 

Todo ello, hace que desde que gobierna Sánchez la inflación haya subido un 23,12%, mientras que la subyacente, durante su mandato, lo haya hecho un 20,66%.

Además, la preocupante evolución del crecimiento económico, basado en el gasto público (que ha expulsado a la inversión en gran parte), ha tensado los precios al alza durante mucho tiempo, con riesgo de rebrote inflacionista por los acuerdos arancelarios, que aunque se haya llegado a un pacto no deja de ser un elemento que subirá los precios. Además, dichos acuerdos arancelarios con EEUU no terminan de estar claros nunca, con muchos sectores que pueden verse muy penalizados. 

Es el empobrecimiento constante de la economía, basada en un crecimiento insano, con pies de barros, al sujetarse en un gasto público desmedido y una acumulación de población que no añade valor añadido, pues perdemos talento y en su sustitución atraemos baja cualificación, al tiempo que el sector exterior va perdiendo intensidad en su aportación por el empeoramiento de la situación económica en nuestros principales socios comerciales y mercado emisores de turistas. Es una economía del corto plazo, que oculta los problemas bajo la apariencia de dicho lustre cortoplacista, pero que daña la estructura económica de manera muy intensa. 

Somos más pobres, con una clase media cada vez más empobrecida, con toda una generación que, por primera vez en décadas, va a vivir peor que sus padres. Ese será el triste legado económico de Sánchez: las revisiones hacia arriba del PIB con la metodología de Calviño, confesada por ella en sus memorias, no pagan facturas; la economía real de los ciudadanos ve cómo cada vez puede afrontar sus gastos con menor amplitud, porque su poder de compra ha caído, porque se han empobrecido, y eso no hay nadie que pueda esconderlo; simplemente, basta con observar la vida cotidiana de los ciudadanos en el supermercado, donde es más palpable, o en sus gastos turísticos, donde los hoteles en el extranjero ya no reciben a tantos españoles porque estos dejan de viajar o buscan alternativas más baratas, debido a su merma en el poder adquisitivo.

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