The Objective
Tadeu

Abascal extremo y duro

«El tiempo corre a favor de VOX, que se va acercando sin prisa ni pausa por la derecha, como en su día Ciudadanos, que dejó al PP al borde del precipicio por la izquierda…»

Opinión
Abascal extremo y duro

Ilustración de Alejandra Svriz.

Que el interés de las elecciones extremeñas consista casi exclusivamente en medir la profundidad del desastre socialista —y, en segundo plano, en comprobar si Vox alcanzará los escaños necesarios para convertir a Abascal en la bestia parda de Guardiola— indica hasta qué punto estas autonómicas se leen ya como un plebiscito nacional. No importa Extremadura; importa España. Cuando concluya el primer tramo del ciclo electoral —con Aragón, Castilla y León, Andalucía—, la extrapolación se hará inevitable: una primera fotografía aproximada de lo que podría ser unas generales, se convoquen cuando se convoquen. (Sánchez, si puede, llegará hasta el final, de perdidos al estío… de 2027).

Y falta mucho. Hasta diecinueve meses, nada menos. Es razonable pensar, en efecto, que Sánchez agotará la legislatura hasta el último minuto útil (salvo que lo imputen o los dejen caer al mismo tiempo PNV, Junts y Sumar, bacarrá). No por amor institucional, sino por necesidad de pura supervivencia política. Sabe que no podrá, salvo milagro, recomponer otro Frankenstein parlamentario y que el poder actual es su único argumento: sin Moncloa, nada; sin nada, sucesión inmediata en el PSOE. ¿Y adónde ir? Pero el tiempo es un aliado caprichoso. Puede traer catástrofes internacionales, conflictos bélicos o atentados que alteren la agenda; y en casa, milagros judiciales, resurrecciones de viejos escándalos del PP o, quién sabe, alguna absolución conveniente, alguna sentencia europea amable, algún regreso providencial de Puigdemont con sus siete votos bajo el brazo y una bombona de oxígeno en el maletero.

A esto se suma la innegable ventaja material del poder: revalorizar pensiones, subir sueldos públicos, repartir bonos de transporte y cheques varios. La política fiscal a costa de la deuda nacional como mercadillo electoral. Las quitas de deuda autonómica, al final imposibles de rechazar, y las rebajas impositivas a las clases medias, ese caladero decisivo. Gobernar, en estas condiciones, es administrar el calendario y la caja.

Feijóo lo sabe. Sabe que la espera puede ser larga y que tocará mantenerse en posición de revista durante más de un año y medio. No es un drama: ya se sabe, cuanto peor, mejor. Pero también cuanto mejor, peor, pues el verdadero problema sería el escenario contrario. Si Sánchez obtiene algunas ventajas coyunturales o VOX se acerca demasiado y hace plausible una alianza obligatoria de Gobierno para llegar a Moncloa. Sobre todo, porque el tiempo corre a favor de VOX, que se va acercando sin prisa ni pausa por la derecha, como en su día Ciudadanos, que dejó al PP al borde del precipicio por la izquierda.

En Extremadura, mientras tanto, puede haber esta noche sorpresas menores, pero no demasiadas. Guardiola hizo una campaña mejorable: eludir el debate de TVE fue un error clásico —no acudir siempre penaliza; es cobardía, por mucho que un mal debate penalice aún más— y la sobreactuación con el episodio de Correos rozó el ridículo. Aun así, lo previsible es una victoria clara sin mayoría absoluta. Eso implica pagar peaje a Vox, que mejorará resultados y exigirá su tributo con orgullo testosterónico. 

Por su parte, el candidato socialista, «hermano» putativo y, por tantos, dos veces imputado del presidente, obtendrá previsiblemente el peor resultado histórico del PSOE extremeño. De ese hundimiento sacarán rédito, inesperadamente, unas renacidas Unidas Podemos, cuya candidata hizo una campaña digna, alejada de la Corte de los Milagros de Galapagar, y que servirá de estímulo para un espacio político hoy huérfano por incomparecencia de Yolanda Díaz. No es el Podemos dirigido desde la distancia por una eminencia ya no gris, sino directamente apagada como es la de Iglesias. Es una izquierda que se emancipa del PSOE. Lo que nadie esperaba.

Coda 1  Prefunerales) Salvador Illa está pletórico: el nacionalismo le deja tranquilo,  la sentencia del TJUE sobre la amnistía pinta bien, y anticipa grandes (con)cesiones dinerarias de Sánchez para Cataluña, y hasta se permite rehabilitar a Pujol aprovechando que Tarradellas pasaba por ahí. Es lógico que prepare los funerales del padre de la patria, que se le complicarían si la condena recae antes de estos. Dentro del deprimente panorama socialista español, Illa es la única esperanza. Y la posibilidad de que una día more en Moncloa un blanco, aunque sea catalán.

Coda 2) Europa, Europa. Merz, Macron, Meloni; y Sánchez. Los líderes de los cuatro principales países de la Unión, los que pueden bloquear o bien dar el vía a cualquier proyecto de calado, han protagonizado la semana a cuenta de los haberes rusos congelados que Bélgica no quiere descongelar (se entiende, perdería muchos clientes presentes y futuros, por miedo al precedente), del coche de combustión prorrogado y del dichoso Acuerdo Mercosur que está poniendo en pie de guerra a los agricultores y ganaderos franceses y de otros Estados miembros. Macron y Meloni de momento forman un tándem inesperado y Sánchez se arrima a los alemanes Merz y Von der Leyen, conservadores, pero que no le han dado la espalda del todo. En ese escenario, Sánchez se permite soñar con forjar diversas alianzas, o ir de caballero solitario, ahora al calor que le brinda la portada de L’Espresso, como«persona del año».

Ese respiradero europeo es oro para Sánchez.

Mucho se está hablando de estas tensiones europeas, en un momento que parece histórico, con un Mark Rutte que vaticina una guerra a gran escala en el continente,  «como la de nuestros abuelos y bisabuelos», ese que viene el lobo, un relato que más parece destinado a que los aliados se armen de una vez hasta los dientes y dejen de depender del amigo americano ante la amenaza de Rusia, gigante militar expansionista pero pigmeo económico.

Al final, Trump trae cosas buenas por Navidad. 

Coda 3) Matar judíos. La matanza de Sídney, una de las más cruentas, si no la más, de judíos en Occidente, fue unánimemente condenada en el mundo libre, pero con sordina. Nadie ante las embajadas de Australia. No solo por haberse producido en las antípodas, sino porque no acaba de sorprender a nadie: de alguna manera, estos ataques antisemitas son la respuesta ‘medio merecida’ por las matanzas del gobierno de Netanyahu en Gaza (de nuevo vuelve a haber muertos gazatíes a manos del ejército israelí). El antisemitismo se ha normalizado, en todas sus variantes, desde las más obscenas hasta las más encubiertas. Y no deja de ser una pirueta de la Historia que el revertirlo puede pasar por la llegada al poder de aquellos que hace casi un siglo hacían bandera de aquel.

Coda 4) FotomatónLas fotos del asunto Epstein empiezan a gotear. Son miles y no se sabe cuántas se acabarán haciendo públicas, ni tampoco cuán comprometedoras serán.  Las que han salido de momento, con algunas celebrities americanas, no parecen tener un alcance penal ni de alarma social, pero todo puede bascular, en cuanto aparezcan el menoreo. El mundo MAGA es puritano, como el resto del país, de hecho, y esos pecados (que son delitos) tendrán un alto coste para Trump si sale demasiado señalado en este macabro fotomatón. Por mucho Clinton Satiricón que esté apareciendo.

Publicidad