The Objective
Santi González

Los extremeños se tocan

«Las urnas revelan un mandato bastante explícito de los electores sobre la tarea que los dos partidos de la derecha tienen por delante: deshacerse de Pedro Sánchez»

Opinión
Los extremeños se tocan

Ilustración de Alejandra Svriz.

Desde la noche del domingo, se entiende mejor algo que antes ya se intuía con claridad y es la razón de que Pedro Sánchez anticipara tanto el balance de fin de año. Imaginen su discurso triunfalista con ese desplome de votos y de escaños sufrido por el PSOE en lo que durante tantos años fue su principal feudo y su privilegiado granero de votos. Esto en una primera instancia, porque ayer por la mañana sorprendió a propios y a extraños al citar a los medios a hora tan temprana como las ocho y media. Claro que si los convocados tenían la esperanza de que explicara la debacle de su partido en Extremadura, se encontraron con una convocatoria sin preguntas y en la que el anfitrión ejerció solo en su calidad de presidente del Gobierno. Por lo visto, había dimitido en tanto que secretario general del Partido, porque se limitó a informar del relevo de Pilar Alegría por Milagros Tolón en el Ministerio de Educación y por Elma Sáiz en la portavocía del Gobierno. De los resultados electorales en tierras extremeñas no dijo una palabra, ni siquiera que Miguel Ángel Gallardo fuera un completo desconocido para él, a pesar de que acudió en su ayuda cuatro veces durante la campaña. Gallardo, que dimitió ayer por la tarde, le correspondió con gallardía al ponderar a su hermano David como «un gran profesional que vino a desarrollar su talento, a generar riqueza musical y que tuvo que marcharse por la presión de la ultraderecha». Joaquín Sabina describía mejor estos amores de urgencia, de toma y daca en barra de bar o mitin de campaña: «Luego todo pasó de repente,/ tu dedo en mi espalda dibujó un corazón/ y mi mano le correspondió debajo de tu falda».

La campaña de Extremadura tenía un carácter nacional, aunque María Guardiola no supo verlo y prefirió tener alejado a Alberto Núñez Feijóo. El gran perdedor ha sido Pedro Sánchez que se implicó a fondo. Cuatro veces fue a compartir mitin con Miguel Ángel Gallardo. A quién se le ocurre designar a Gallardo como candidato. A un líder tan improbable como Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Prueba adicional de la debacle son los 20 puntos perdidos por el candidato Gallardo en Villanueva de la Serena, su pueblo natal, en el que había sido alcalde 21 años, entre 2003 y 2024.

Por la misma razón, el ganador ha sido Santiago Abascal, que durante toda la campaña parecía el candidato de Vox a la Junta de Extremadura. ¿Se acordarían ustedes de quién es el verdadero candidato sin mirar los periódicos? No ha tenido apenas papel Feijóo por el empeño de María Guardiola, otro error, de hacer una campaña estrictamente extremeña. Veámoslo de otra manera: de los cuatro candidatos hay dos partidos que han superado sus expectativas: Vox y Unidas por Extremadura; uno que no las alcanza, el PP, y uno que se hunde irremisiblemente en sus peores resultados históricos, el Partido Socialista.

La gran cuestión extremeña es que los dos partidos de la derecha juntos superan el máximo histórico al sumar el 60% de los votos de los extremeños. En las anteriores autonómicas, hace dos años y medio se quedaban en el 46,9%. En Extremadura se va a replantear el grave problema político de España entre el peor de los Gobiernos posibles y una oposición que tampoco da la talla. Los dos partidos de la oposición en el Congreso de los Diputados son en la Asamblea de Extremadura unos aliados posibles para gobernar la Junta.

Se comprende que Guardiola tenga el deseo ferviente de gobernar en solitario, sin tener que someterse a las exigencias de Vox, pero debe recordar que se ha quedado a cuatro escaños de la mayoría absoluta que buscaba al convocar elecciones anticipadas y que llamar ‘señoros’ a quienes no tiene más remedio que cortejar para socios de Gobierno con el lenguaje inane de Irene Montero no es la vía adecuada. Tampoco la desafortunada equiparación que establece Abascal entre el PP y el Partido Socialista en sus niveles de corrupción parece un método para el acuerdo y debería tener en cuenta una ventaja que el PP tiene desde el domingo sobre los resultados de 2023: ahora le basta la abstención de Vox, porque tiene cuatro escaños más que la suma del PSOE y Unidas por Extremadura. Hace bien Abascal en querer cobrar esa abstención en la investidura, aunque no puede pasarse; no debe poner un precio que resulte humillante para el partido que, después de todo, ha ganado las elecciones autonómicas. Votar que no tiene un riesgo evidente para ellos. Las urnas revelan un mandato bastante explícito de los electores sobre la tarea que los dos partidos de la derecha tienen por delante: deshacerse de Pedro Sánchez Pérez-Castejón. No entenderían otra cosa.

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