¿Qué tienen en común la Inquisición y la banca?
«El otro día, jugando con la Inteligencia Artificial, le planteé esa pregunta y esta fue su contestación»

Alejandra Svriz
Durante siglos, España mantuvo una institución que hoy nos parece una aberración jurídica, pero que entonces se consideraba el pilar de la paz social: la Santa Inquisición. Hoy, bajo el barniz de la modernidad tecnológica y las pantallas de Bloomberg, el sistema financiero global opera bajo una estructura de privilegios y excepciones legales que guarda un parecido asombroso con aquel tribunal. Si la Inquisición protegía la «pureza de fe», nuestro sistema actual protege la «pureza del balance bancario».
Sin embargo, estamos a las puertas de una «desamortización financiera». La llegada del dinero digital de bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) promete hacer con los bancos lo que el siglo XIX hizo con la Inquisición: demostrar que el intermediario ya no es necesario y que sus privilegios son, en realidad, un lastre para la libertad económica.
Los «familiares» y los bancos: una cuestión de fueros
La Inquisición no se sostenía solo por el miedo, sino por su red de llamados «familiares»: laicos que gozaban de fueros especiales, exenciones fiscales y el derecho a no ser juzgados por tribunales ordinarios a cambio de vigilar la ortodoxia. En nuestro siglo, los bancos comerciales son los «familiares» del Estado. Gozan de un fuero financiero que ninguna otra empresa posee. Algunos ejemplos:
- El monopolio del dinero digital: El Estado obliga al ciudadano a pasar por el banco para existir económicamente, otorgando a estas entidades privadas el privilegio de crear dinero al conceder créditos.
- El acceso privilegiado al dinero digital público (CBDC): Los ciudadanos y las empresas europeas no pueden usar los euros digitales, mientras que los bancos europeos pueden acceder a los euros digitales emitidos por el BCE. De hecho, ahora tienen más de 2 billones de euros en depósitos en el BCE.
- El acceso al lender of last resort: Tienen una línea directa de liquidez con el Banco Central que ninguna empresa europea puede soñar.
- La exención de la quiebra ordinaria: Mientras que las empresas cierran si no pueden pagar, un banco es «resuelto» mediante mecanismos especiales para evitar el pánico.
- El Estado garantiza a los prestadores/depositantes que recuperarán su dinero, aunque los bancos no puedan devolverlo.
El descalce de plazos: el dogma que no se puede cuestionar
El gran «dogma» de la banca moderna es que se puede prometer liquidez inmediata a los depositantes mientras se invierte ese mismo dinero en hipotecas a 30 años. Cualquier estudiante de lógica vería aquí una imposibilidad física, pero el sistema lo mantiene vivo mediante la legislación prudencial y las protecciones y privilegios que no se conceden a otras empresas.
Discutir hoy sobre si Basilea III debe exigir un 8% o un 10% de capital es equivalente a los debates inquisitoriales sobre si la tortura de agua era más o menos «cristiana» que la de la cuerda. Son debates sobre los medios, que consiguen que no se debata sobre su existencia. Si el sistema funciona es solo porque el Estado pone detrás toda su batería de privilegios: garantías de depósito, inyecciones de liquidez y la suspensión de las leyes de competencia.
El CBDC es como la libertad de culto
La verdadera amenaza para la Inquisición no fue una mejor regulación de sus cárceles, sino la libertad de culto: la idea de que el ciudadano podía relacionarse con Dios sin un intermediario que certificara su fe. El Dinero Digital de Banco Central (CBDC) es la libertad de culto financiera.
Si un ciudadano ya puede tener un activo digital seguro, emitido directamente por el Banco Central y accesible para todos, el banco comercial pierde su razón de ser como «custodio necesario». Si el dinero es seguro por naturaleza, ¿por qué habríamos de proteger los depósitos de riesgo de los bancos privados? ¿Por qué darles privilegios de liquidez si ya no son la única puerta de acceso al sistema de pagos?
Hacia la gran desamortización
Al igual que las leyes de desamortización expropiaron las «manos muertas» de la Iglesia para dinamizar la economía, el acceso universal al dinero digital del banco central despojaría a la banca de sus privilegios. Sin la red de seguridad del Estado, los bancos se verían obligados a ser lo que deberían haber sido siempre: intermediarios de riesgo puro, compitiendo en igualdad de condiciones con el mercado de bonos, la financiación de las startups, la bolsa, los fondos de inversión, el crédito privado, etc.
«Hoy, la banca controla el 70% de la financiación en Europa. Es un gigantismo artificial sostenido por ‘fueros’ medievales»
Hoy, la banca controla el 70% de la financiación en Europa. Es un gigantismo artificial sostenido por «fueros» medievales. La disolución de la Inquisición no acabó con la religión, pero la situó en el ámbito de la libertad individual. La disolución de los privilegios bancarios no acabará con el crédito, pero acabará con el chantaje de la «estabilidad financiera» que obliga a todos a pagar los errores de unos pocos privilegiados.
Los innumerables debates actuales sobre la política monetaria y la regulación prudencial morirán el día en que el ciudadano pueda elegir el activo sin riesgo sin permiso de un banquero. Ese día, la «Inquisición» financiera habrá terminado. El mercado, esto es, los ciudadanos, elegirán qué empresa quieren que les preste los servicios de pagos y a qué intermediario —o directamente— quieren financiar. Y todos en competencia, nivelando el campo de juego, sin que unas empresas tengan privilegios que no tengan las demás.
Epílogo: el ciclo de lo «inevitable»
La Inquisición, como nuestro sistema bancario actual:
- Fueron instituciones bien intencionadas en su origen.
- Hicieron mucho daño en su desarrollo.
- Eran percibidas como algo «normal», necesario, lo que hacía muy difícil acabar con ellas.
- Duraron mucho tiempo, pero terminaron —o terminarán— desapareciendo.
La historia nos enseña que cuando estas estructuras de privilegio caen, la gente suele ser mucho más feliz.