
Identidades enroscadas
Màxim Huerta acaba de contar en una entrevista que su nombre se lo puso, mucho años después de bautizado, algún clérigo de la cadena autonómica valenciana de televisión. Convirtieron al entonces joven Máximo Huerta, de Utiel, en Màxim “por hacer país”; un poco como en versión a lo Berlanga –o Vizcaíno Casas– de la escena en que el joven Vito Andolini recibe su nombre para la posteridad de un funcionario perezoso en la isla de Ellis.







