
Feliz AniVOXario
Vox se coló en el 40 aniversario de la Constitución y se diría que lo hizo para recordarnos al menos un par de cosas importantes.

Vox se coló en el 40 aniversario de la Constitución y se diría que lo hizo para recordarnos al menos un par de cosas importantes.

Saltó la noticia días atrás: en Chile se ha desatado la polémica a cuenta del nuevo nombre que habrá de tener el aeropuerto de Santiago. En un primer momento se había decidido que lo más conveniente sería rebautizarlo con el nombre de «Pablo Neruda», por ser éste un poeta de reconocido prestigio, pero los distintos movimientos feministas del país andino han montado gresca alrededor del asunto, pues consideran que el bardo de Parral es un violador que no merece semejante reconocimiento.

1. Los escaños andaluces de Vox han tenido consecuencias imprevistas en toda España. No han dejado a nadie indiferente. Este es su mayor triunfo. 2. Vox está obligando al resto de los partidos a resintonizar con sus electores y con las preocupaciones efectivas de la red social más importante de España: la de los bares. 3. Todo partido político tiene votantes que no comparten su programa electoral. Esto no constituye ningún problema, mientras lo sigan votando. 4. Vox se presenta como una revuelta (ya veremos con qué recorrido) contra la “moral fashion”. 5. No tengo claro en nombre de qué moral, exactamente, se revuelve, pero lo que tenga claro yo es irrelevante. Lo relevante es lo que crean los electores.

Laura Fàbregas opina en el Subjetivo sobre los presos separatistas en huelga de hambre y, en concreto, sobre la huelga de hambre ‘detox’ del presidente de la Generalitat, Quim Torra, en el Monasterio de Montserrat.

El llamamiento por parte del Partido Popular y de Ciudadanos para intervenir de nuevo la autonomía catalana mediante el artículo 155 de la Constitución solo puede responder al tacticismo político: desmarcarse de Sánchez y frenar el ascenso de Vox.

No era yo muy aficionado a esa serie de televisión que arrasó en los noventa y que se llamaba «Expediente X». La recordarán, porque se hizo parte de la cultura popular.

Continúa deteriorándose la situación en Cataluña, en una farsa sin fondo que ahora fantasea con la sangre en un intento desesperado por que brote la épica. Esa fantasía no es tanto la del crimen como la del martirio, pero esconde un impulso desdichadamente tanático en cualquier caso. Por fortuna, no muchos parecen dispuestos a seguirlo; pero si lo siguieran el resultado tampoco sería la épica, sino una farsa incrementada, más absurda aún, hasta la náusea. La irrisión ya es inaudita, con ese Consell per la República que Puigdemont ha montado en Bélgica, en plan Palmar de Troya del catalanismo, o con el estrafalario Torra en la ‘Generalitat’, un Ubú ‘president’ que ha dejado pequeño a Pujol y a Boadella convertido en el guionista de ‘Bambi’. Los que en su día compramos el mito de Cataluña como avanzadilla europeizante de España seguimos pasmados ante el socavón.

La primera vez que uno de mis alumnos –que también son mis primeros alumnos– disfrutó con un libro fue leyendo Tentativa de agotamiento de un lugar parisino, de Georges Perec. Se lo dejé después de decirle que el ejercicio que había entregado tenía algo muy perequiano. Él no supo qué quería decir. Luego, cuando les di a elegir entre la selección de libros que había preparado –breves y que tuvieran alguna particularidad estructural, son alumnos de documental y mi asignatura es sobre estructuras narrativas–, escogió Me acuerdo, de Joe Brainard. Leí algunos “me acuerdos” en clase y le interesó. Se lo llevó a casa y cuando tuvo que explicarlo al resto de sus compañeros dijo que algunas cosas le habían cansado: la insistencia en las referencias a los paquetes de sus compañeros y a cómo llenaban los pantalones, pero que entendía que era un detalle menor que le disculpaba a Brainard porque entendía que el momento era otro.

El peligro es una probabilidad de que una contingencia resulte en daño de alguien o algo. Es un fenómeno real, que podemos advertir o no, y ante el cual podemos reaccionar con calma o con esa sensación de angustia a la que llamamos miedo.