
Andalucía: Cuando el tiempo nos alcanza
Cuarenta años de Gobierno socialista en Andalucía coinciden con la mitad de la existencia estadística de uno cualquiera de sus habitantes.

Cuarenta años de Gobierno socialista en Andalucía coinciden con la mitad de la existencia estadística de uno cualquiera de sus habitantes.

Susana no era Susana. Susana era el producto de una sociología, casi de una orogenia, las lentas masas de la tierra que habían ido creando esa forma perfecta del PSOE andaluz, paternalista y providente, acariciador y consolador. Susana era su mejor producto, en realidad. La perfección de esa manera de hacer política sin política, sino con una mezcla de raíces sentimentales y calderilla regada que encandilaba al pueblo. Pero hasta ella ha caído.

Ganó Susana, como el PSOE ha hecho en los últimos cuarenta años, pero esta vez no será suficiente, pues el retroceso experimentado a lo largo de las últimas legislaturas ha desembocado en los peores resultados socialistas de la historia. Se produjo el esperado vuelco electoral, aunque no gracias al Partido Popular, al que le ha venido la Virgen a ver, sino al enorme crecimiento de Ciudadanos y a la eclosión de VOX, que han aglutinado el voto de castigo a la inoperancia y el conservadurismo de los socialistas, superando todas las expectativas que auguraban las encuestas.

Ha muerto George H. W. Bush. Es el último presidente que sirvió en la II Guerra Mundial, a la que dedicaron parte de sus años todos sus antecesores desde Dwight D. Eisenhower. Con él se va toda una generación y una forma de entender el papel de los Estados Unidos en el mundo.

Llegó una víspera de Semana Santa, hacia las siete de la mañana, después de viajar toda la noche. Hace ya más de tres años de eso. Era tímida. Entró al portal dando pasitos cortos, con la mirada gacha. Vestía una bata roja, cruzada y atada en torno a la cintura, como de señora mayor. La prenda apestaba y le infligía una cierta humillación, así que nos deshicimos de ella allí mismo, arrojándola al cubo de basura, y fuimos a dar un paseo.

El otoño pasado, España se llenó de banderas nacionales en los balcones. Fue una respuesta comprensible tras el intento de golpe del independentismo. En Cataluña, la aparición de banderas y las manifestaciones constitucionalistas rompieron con la visión uniforme del independentismo y su idea de “un sol poble”. Ganó voz un electorado antiindependentista que ya no puede ignorarse. Si nunca tuvo sentido hablar de los “catalanes” como sinónimo de los independentistas, ahora lo tiene menos aún.

Los éxitos de C. Tangana y Rosalía están en que han sabido leer la sensibilidad de una generación para así captar atenciones, construir debates, encender discusión.

Hace mucho que las elecciones andaluzas son sólo el espectáculo de ver si el PSOE se baja de la Junta de Andalucía como un caballito rojo que se bajara de su tiovivo, o sea una cosa entre infantil, mágica e imposible, una espera adventista o un milagro pentecostal, algo sólo para creyentes o alucinados

Luján Artola reflexiona sobre la gran brecha entre nacimientos y defunciones que hay hoy en día en España. Pide al Gobierno, sea este o el que esté por venir, que actúe y que “nos fecunden con fondos” y medidas concretas de conciliación para resolver este problema demográfico.