¿Una derecha que quiere ser izquierda? El caso José Manuel Soto
Gonzalo Gragera

¿Una derecha que quiere ser izquierda? El caso José Manuel Soto

Elegido embajador de Tabarnia en su ciudad natal, José Manuel Soto declara en un medio digital sevillano que se siente “un poquito como los cantautores que hacían canción protesta en los años sesenta”. Obviamos la diferencia primera, que es ética y política: en aquellos años hubo dictadura autoritaria donde hoy hay democracia liberal. Obviamos la diferencia segunda, que es estética: el interés que sugieren las canciones de unos comparado con las canciones del otro: donde antes escuchábamos reivindicaciones hoy tan sólo oímos folclore. Y que no podemos equiparar la censura franquista con el aburrimiento de tuiteros desahogados, que es lo que muchas veces pretende nuestro cantante embajador: posicionarse como alguien que sufre por decir sus verdades. Todo, apuntamos, por comentarios con faltas de ortografía en una red social.

El suicidio de los indios de Vaupés
Gregorio Luri

El suicidio de los indios de Vaupés

Quizás la noticia no me hubiera afectado tanto si no llevara conmigo la imagen de aquel pie diminuto. Creo que fue en el cruce de la 74 con la séptima, en Bogotá. Una india adolescente sentada en el suelo estaba tejiendo con lanas de colores. Frente a ella había un bote de plástico vacío. No rogaba. No pedía caridad. Ni tan siquiera levantaba la mirada de su labor.

Salida de emergencia
José María Albert de Paco

Salida de emergencia

Uno de los tópicos más insidiosos de cuantos ha generado el procés es la afirmación de que los políticos han engañado a la gente, como si lo reprochable, antes que el intento de golpe de Estado, fuera la ineficacia de los golpistas. “Habéis jugado con nuestras ilusiones”, claman los dolientes, limitando la responsabilidad de los Mas, Puigdemont o Junqueras al hecho (¡im-per-do-na-pla!) de no haber obrado con la solvencia que la empresa requería.

Historias de San Blas
Aurora Nacarino-Brabo

Historias de San Blas

Tengo cariño al barrio de San Blas. Como buen distrito obrero, es feo, impersonal, desangelado. Como el Moratalaz en que crecí, a solo unos pasos. En San Blas viví un año y vivieron mis abuelos cuando el fin de su renta antigua los expulsó, viejos y felices, del centro de Madrid. La avenida de Guadalajara no tiene el carisma de la Gran Vía, pero hay un centro comercial con cines y acceso para minusválidos y a mi abuela ya le valía. No hay un Formentor, un Nebraska, un Viena Capellanes, pero en alguna cafetería nos daban batido de caramelo y pasteles y a mi abuela ya le valía. Los portales de San Blas no son el de la casa de la calle Hermosilla, pero tener ascensor al fin, cumplidos los 80, a mi abuela ya le valía.

Neocensura
Carlos Mayoral

Neocensura

Ocurrió en Lagunillas, un barrio de Málaga, pero podría haber ocurrido en cualquier otra parte, porque no hay esquina o rincón que escape ya a la «neocensura».

Lo que el constitucionalismo no entiende
Laura Fàbregas

Lo que el constitucionalismo no entiende

Si el constitucionalismo nunca se ha unido bajo las mismas siglas es porque eso es cosa de populismos. Los que defienden la democracia liberal saben que hay que debatir entre ideas y programas, en lugar de buscar la adhesión tribal que alienta la existencia de un nosotros y un ellos. 

La gallina
José Antonio Montano

La gallina

Creo que fue Forges el que dijo que para relajarse ante un poderoso –por ejemplo, ante el jefe al pedirle un aumento de sueldo (sí, debía de ser Forges)– lo mejor era imaginarlo con una gallina encima de la cabeza. Esa gallina (no imaginada, sino real) es la que veo yo en la cabeza de nuestros autoproclamados republicanos, que tienen la palabra “república” todo el día en la boca al tiempo que demuestran con cada una de sus palabras y cada una de sus acciones que no tienen ni idea de republicanismo. Son de hecho, hoy, los de conducta menos republicana del país.

La jugarreta Valls
Ferran Caballero

La jugarreta Valls

Es entrañable con qué naturalidad ha calado la idea de que el candidato Valls va por libre y que en Ciudadanos están un poquito entre molestos y preocupados. El propio Valls va repitiendo que Ciudadanos le da un apoyo gratuito y que es de agradecer que le dejen ir tan pancho y a la suya. Se extiende la imagen de un Valls que no se deja controlar, que se rodea de gentes diversas, socialistas muchas, y que quiere recuperar el maragallismo sobre todo en lo de ser un verso suelto, que es lo fundamental. Parecería que Valls le esté haciendo una jugarreta a Ciudadanos, que son quienes lo fueron a rescatar de las sombras de la política parisina y apostaron por darle una segunda oportunidad en los temas del poder, y que pretenda aprovecharse de su generosidad para quedarse con sus votos sin importarle lo más mínimo traicionar después su discurso, sus ideas y su proyecto. Pero la jugarreta de Valls no es más que la jugada de Ciudadanos.+

Soluciones Quebec
Juan Claudio de Ramón

Soluciones Quebec

En algún lugar de la caja torácica, entre la aurícula izquierda y la arteria aorta, llevo en mi corazón el segundo país más grande del mundo: Canadá. En consecuencia, por ahí anda también Quebec, cuyas elecciones he seguido con atención. Como yo, tantos: son conocidas las concomitancias del caso quebequés con el catalán, causa del gran interés que despiertan en nuestro país las cosas de aquella provincia y que atestiguan centenares de artículos y crónicas que cada año la prensa española dedica a hablar de Canadá para hablar de España, de Quebec para hablar de Cataluña. Como cada uno intenta arrimar el ascua a su sardina, la imagen que se da –mi impresión– es a veces engañosa. Siguen unas líneas con mi punto de vista.