A mí la corrupción me gusta mucho
Gonzalo Gragera

A mí la corrupción me gusta mucho

Ocurre: muchas veces, sobre todo cuando se charla de política desde visiones opuestas, la corrupción deja de ser un hecho para el análisis y se convierte en un argumento para desacreditar las ideas de quien tengamos delante de nosotros. Sucede que en los casos de corrupción en los que estén implicados los ideológicamente afines a mi contrario, encontramos un gusto de absolvernos nosotros, de absolución de lo propio.

De la equidistancia
Aurora Nacarino-Brabo

De la equidistancia

Una viñeta que se ha compartido bastante en redes sociales presenta a dos grupos de manifestantes enfrentados. A un lado, encapuchados al estilo del Ku Klux Klan muestran una pancarta: “Queremos matar a los negros”. Al otro, personas de aspecto corriente y gesto malhumorado exhiben otra: “Queremos derechos civiles”. Mediando en la disputa aparece un tercero, bienintencionado, para pedir que ambos grupos lleguen a un entendimiento.

El día de Federico García Lorca
Carlos Mayoral

El día de Federico García Lorca

Me desperté el lunes con una de esas noticias cuyo titular obliga a frotarte los ojos primero, y a comprobar si en el link aparece o no el sello de El Mundo Today después. Dicha cabecera rezaba así: “La capital de Nueva Jersey proclama el 5 de junio como Día de Federico García Lorca”.

República abierta, Parlament cerrado
Laura Fàbregas

República abierta, Parlament cerrado

No había mejor escenario que un teatro –el Teatro Nacional de Cataluña- para acoger el discurso lleno de mentiras del presidente de la Generalitat. A diferencia del teatro convencional, no obstante, su discurso no ha conseguido ni emocionar ni a los más convencidos ni aportar un atisbo de esperanza en esta enésima nueva hoja de ruta que indefectiblemente culmina con el muro del Estado.

John McCain: el perdedor ejemplar
Ferran Caballero

John McCain: el perdedor ejemplar

A unos pocos hay que agradecerles que, simplemente, se dejasen ver. Porque esas son para los demás raras ocasiones que ya no se olvidan nunca. Me pasa con Messi, a quien he visto un par de veces en persona. Y me pasa con John McCain, a quien vi cuatro veces. Fue en un mismo verano de hará ahora demasiados años; el verano en el que fui becario en el Senado americano. 

Brasil en llamas
José Antonio Montano

Brasil en llamas

Mi grito de guerra viajero, “¡Nada cultural!”, me impidió entrar en el Museo Nacional de Brasil en mis visitas a Río. La idea es que los museos siempre estarán ahí, sin mudanza, mientras que la calle muda cada cinco minutos. En los viajes con los días contados, me cuesta sacrificar por un museo media hora en un chiringuito de Copacabana tomando un agua de coco o una cerveza ‘bem geladinha’. Pero ahora Copacabana sigue ahí y el museo ha desaparecido. Podré volver a Copacabana y al Museo Nacional ya no.

Pinker en el autobús
José María Albert de Paco

Pinker en el autobús

Las dos mujeres que se sientan enfrente deben de andar sobre los cuarenta y largos, tal vez cincuenta y pocos; empieza a ser complicado cifrar según qué edades, más cuando el ingreso en la madurez (y aun en la vejez) no conlleva renuncias. Ni al yoga ni al sexo ni a la indignación. Además de la esperanza de vida está ese insólito alargamiento de la plenitud. El Gardel que cantaba “las nieves de tiempo platearon mi sien”, conviene recordarlo, apenas había rebasado los cuarenta.