Un relator para enfrentarlos a todos
Ricardo Dudda

Un relator para enfrentarlos a todos

El debate sobre el “relator” o mediador para una posible mesa de negociación de los partidos catalanes (que en realidad no incluye ni a PP ni a Ciudadanos, este último el partido que ganó las elecciones en Cataluña) ha provocado un terremoto político. Por una parte, la cesión del gobierno en este aspecto es sorprendente: durante años ha sostenido que no es necesaria una mediación en la negociación entre Cataluña y el Estado, que para eso está el parlamento.

Lo que Sánchez se llevó
Aurora Nacarino-Brabo

Lo que Sánchez se llevó

La quiebra del bipartidismo en diciembre de 2015 alteró el paisaje parlamentario e inauguró un tiempo nuevo en la formación de mayorías de gobierno. La estabilidad política habría de pasar, desde entonces, por el entendimiento de, al menos, dos grandes fuerzas políticas.

Cultura para rojos, cultura para fachas
Carlos Mayoral

Cultura para rojos, cultura para fachas

Semanas atrás, Moreno Bonilla, flamante presidente de la junta andaluza, citó sin demasiada gracia, como citan los que no han leído al citado, versos de Machado y de Lorca durante su investidura. Automáticamente, como quien aprieta el botón de un arma, saltó Teresa Rodríguez del asiento buscando foco para recordarle a Juanma Moreno que ahora los peperos pactan con el franquismo y que, por tanto, citar a Machado o a Lorca no es posible. O lo que traducido al román paladino viene a significar: Machado y Lorca son nuestros, no te acerques. Si el presidente de la Junta hubiera, como digo, leído a Machado, habría podido contestar con aquella frase de su Mairena: “Estamos abocados a que sólo queden en pie las virtudes cínicas, y los políticos tendrán que aferrarse a ellas, gobernar con ellas”.

Freír el aire
José Antonio Montano

Freír el aire

De tarde en tarde me doy el caprichito de ir a Casa Aranda, fundada en 1932, el mejor sitio para comer churros en Málaga y en el mundo. Esa calle Herrería del Rey es además una de las pocas que quedan en la ciudad con su toque antiguo, con una estrechez y un abigarramiento que son una inmersión en otra época. En ciertas calles de Lisboa y Río de Janeiro me acordé de ella, y ahora en ella me acuerdo de Lisboa y Río de Janeiro. Si me abandono en una mesita, puedo percibir a mis paisanos como lisboetas o cariocas que hablasen en malagueño.